La sangre no paraba de salir y Raúl se debilitaba a cada instante. El ascenso les parecía eterno. Y entonces, llegaron. El suelo del Patio Cívico del Monumento se abrió y de aquel hueco apareció el ascensor. La puerta se abrió y los chicos pudieron salir al exterior, a la calidez de la luz del sol de la tarde.
—Lo tuvimos ahí, y no lo matamos... —se lamentó Lorenzo— Perdimos nuestra oportunidad más clara.
—Eso no importa ahora. Tenemos que ayudar a Raúl —dijo Belén.
Lamentablemente, no contaban con equipo de primeros auxilios para sanar la herida. Débil, Raúl tomó la mano de Belén y la apoyó sobre la vasija.
—Úselo con sabiduría, mi niña —le susurró.
Belén se limpió las lágrimas y alzó la vista. Y entonces, los vio. Para sorpresa de todos, estaban rodeados por completo por una horda de zombies, que permanecían quietos observándolos de manera muy extraña. No había hambre ni rabia en ellos. Sólo estaban ahí, mirando expectantes.
El suelo se abrió nuevamente y un segundo ascensor se hizo presente. De este, salieron Macry y su gente.
—¡Devuélvanme mi poder! —gritó furioso el presidente.
De inmediato Paula corrió y golpeó tanto a Lorenzo como a François. Le quitó el sable láser al haitiano y desplegó su hoja. El único que tenía otro sable era Lorenzo. Y cuando Paula intentó cortarle los brazos que sostenían la vasija a Belén, el épico duelo comenzó.
Las chispas volaban por los aires. Las hojas se movían tan veloces que sólo se lograban ver los halos de las luces. El choque de los láser les hacían rechinar los dientes a los allí presentes.
La adrenalina del combate los fue obligando a moverse lejos del resto. Pero no tanto, ya que estaban encerrados por las huestes de la muerte. Paula hizo uso de los sumisos no muertos para lanzárselos a su oponente. La mujer parecía superar en fuerza y habilidad a Lorenzo. Pero él se imponía gracias a la convicción de proteger a sus amigos.
Mientras tanto, Del Toro ordenó a sus fuerzas que apuntaran a los subversivos. Y cuando estaban a punto de abrir fuego. La mutante masa de carne reapareció amenazante. La implacable Lilita, más furiosa que nunca, atravesó el muro de caminantes y se colocó a la par de Macry.
—Ha pasado mucho tiempo, Mauro —dijo la horrible bestia con la boca llena de baba—. Pensé que no ibas a salir nunca más a la superficie.
—La situación lo ameritaba —respondió Macry—. Por cierto, te ves tan asquerosamente horrenda como la última vez que te vi.
—Ese poder va a ser mío, no tuyo.
—Eso está por verse.
Jeremías miró preocupado a Belén.
—¿Y ahora qué, amiguita? —le preguntó.
Mauro Macry dio un paso adelante, exhaló fuerte para calmarse y siguió con sus amenazas y ordenanzas.
—Ya me cansé —dijo Maru— ¡Disparen!
—¡NO! —ordenó Macry— ¡No disparen, idiotas! Si lo hacen, pueden romper la vasija. Si eso sucede, estamos acabados.
Maru agachó la cabeza a sabiendas de que había cometido un error y de que su exabrupto e irresponsabilidad les podría haber costado muy caro. No supo hacer más que disculparse. Lo cual le molestaba mucho y hería su orgullo. Ya que ella era siempre la inteligente del grupo. Un error así era inadmisible para ella misma.
Belén le soltó la mano a Raúl y se puso de pie, con la vasija en sus manos. Tragó mucha saliva y se llenó de valor para enfrentarlos. Los ojos le lagrimeaban y las piernas le temblaban.
YOU ARE READING
macrysis z
HumorEscrita originalmente durante las elecciones presidenciales del 2019 de Argentina, pero encajonada por motivos desconocidos, Macrysis Z es una ucronía satírica que existe como un furioso grito revolucionario que festeja el fin de una era de destrucc...