CAPÍTULO II

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El líquido incoloro arrojado a su cara lo despertó abruptamente. Abrió pesadamente los ojos, desorientado, observó su alrededor, un pesado negro invadía la estancia y la cabeza le den vueltas. Se giró hacia la pared, observando la almohada en su cuello, no reconociéndola. - Buenos días, mi pequeño Jimin, ¿Cómo estás?, ¿Dormiste bien? - la voz del señor Min lo hizo estremecer, haciéndolo recordar que él se lo llevó - gírate y háblame a la cara, mi niño - el niño se giró lentamente, quedando cara a cara con el señor sentado a su lado - te hice una pregunta, contesta, pequeño - no recibió respuesta alguna ya que el miedo le impidió siquiera soltar un pequeño susurro, el miedo solo lo hizo temblar en el sitio - contesta, no quiero ser malo contigo, pequeño - pero el pequeño siguió helado, hecho un pequeño ovillo - ¡Contesta, joder! - la mano del hombre se alzó en el aire. El pequeño sintió su cabeza fría y su cuerpo tensarse, se giró sobre sí mismo en el momento en el que la mano del hombre cayó sobre el colchón. El hombre miro al niño al los ojos con la rabia subiendo por su pecho, agarró la pierna del niño con fuerza y lo atrajo hacia él. - ¿Te crees muy listo, pequeña masa obesa?, ¿Crees que puedes esquivar mis golpes así ? Si ni siquiera puedes moverte de lo gordo que estás. Mejor escucha estoy muy bien, vas a dejar que haga lo que yo quiera contigo, porque si no te portas bien va a haber consecuencias, princesita, y vas a pagarlo ahora mismo, tienes que aprender a obedecer. El niño tembló en el sitio mientras empezaba a llorar. El señor agarró su cintura y lo tomo entre sus brazos. Comenzó entonces a morder su cuello con tanta rabia que un hilo de sangre corrió hasta absorberse en el borde de la camiseta. Rompió los pantalones del niño, clavando así sus uñas en el reverso de sus muslos. El pequeño solo atinó a gritar con fuerza, casi desgarrando sus jóvenes cuerdas vocales.

Yoongi miro la cara del niño, que se encontraba empapada de dolor y sufrimiento, una sonrisa escapó de entre sus labios. - No sabes cuánto llevo esperando por este momento, hermoso, no sabes las noches que quise que estuvieras conmigo y usar tu jodido cuerpo una y otra vez, quise esperar, de verdad que quise, bebé - agarró sus mejillas e hizo que lo mirara entre sollozos - pero no pude, no podía resistirme a tu carne joven, a estos muslitos obesos, a este cuerpecito chiquito, a esta boquita tan deliciosa, no soportaría que alguien más robara todas tus primeras veces, tenía que hacerlo, porque eres solo mio, porque nadie más te quiere, nadie te querría si no son como yo, y yo no soy como los demás - agarró las mejillas del niño y besó sus labios tan apasionadamente que perdió la noción del tiempo por unos minutos, hasta que las manos del niño agarraron sus muñecas pidiendo por aíre - eres mío y hoy te voy a reclamar como tal, mi amor.

- Pare, por favor - la voz del niño volvió a si por un momento en forma de susurro - po-por favor.

- Mira, y yo qué pensaba que te habías quedado mudo - rio con diversión - está muy bien eso de decir por favor, eres un niño muy educado, eso está bien, bebé, a tu hombre le encanta, ¿y sabes por qué soy tu hombre? - el niño negó con miedo - porque estoy tan loco por ti que soy tuyo - se giró sobre sí mismo y puso al niño bruscamente sobre el colchón - pero eso no puede ser igual para ti, así que te haré mio de la mejor forma que sé - quitó su cinturón y bajó su pantalón hasta los muslos - voy a follarme tu puto cuerpecito deliciosamente obesa.

Agarró entonces las piernas del niño y entró en su aún infantil y nada preparada entrada. El niño soltó un horrible grito de dolor que podría los pelos de punta a cualquiera que lo escuchara. Este hecho solo hizo que el hombre tomara con más fuerza su agarre en las piernas del niño mientras las masajeaba con ansias, gozando de la carne sobrante en ellas. Tomó su pelo y mordisqueó su pecho sobre la camiseta, agarrando la mayor cantidad de carne posible para poder marcarlo como suyo. El pequeño lo araño como pudo, mordió su antebrazo y pataleó lo que pudo, no quería seguir aguantando ese horrible dolor mi quería seguir ahí encerrado con el señor Min, ya no quería que esté fuera su amigo nunca más.

- Me encanta que te resistas tanto, estoy tan cerca, joder.

Agarró las nalgas del niño y lo levantó de la cama, lo apoyó en la pared y embistió con rabia, aún mordiendo el regordete pecho del niño.

El líquido blanco proveniente del señor Min se estancó en lo más profundo del pequeño, mientas este, ante la baja guardia del hombre, comenzó a patalear para zafarse, fallando en el intento.

El hombre estrelló su cuerpo contra la pared y lo dejó caer al suelo, haciendo que se golpeara con un mueble en la cabeza. El hombre subió su pantalón y salió de la habitación sin siquiera mirar al pequeño, quien lloraba en el suelo hecho una pequeña bolita. Entró al poco tiempo con los dos pedazos de pastel que hace bastantes horas le dio su antigua vecina, tiro el plato a los pies del niño y se colocó en cuclillas a su lado

- Come, mi amor, te hace falta, debes estar agotado - acarició su pelo mientras la cabeza del niño se movía negativamente - si no comes voy a volver ha hacerlo - el pequeño se acercó al pastel, reacio a volver a vivir lo anterior, y comió poco a poco con sus manos - eso es, muy bien, princesa, come - beso su coronilla y volvió a salir de la habitación, volviendo a dejar al niño allí tirado, con la sangre corriendo de su cuello y cabeza, llorando y comiendo cuando, por primera vez en su vida, el hambre huyó de su cuerpo.

PAYASO 《YOONMIN》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora