CAPÍTULO XXI

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Era sábado. Un sábado helado en el que la nieve caía con ligereza sobre el alféizar de la ventana de un departamento ubicado en el ático de un pequeño edificio de pisos en un pueblo cercano a la capital de Daegu. El ambiente en la calle era acogedor e idílico, siendo partícipe de una bonita tarde para la gente que paseaba por la acera, pero a través de esa ventana, en el interior, el ambiente no podía ser más sombrío.

Su pelvis y sus manos se encontraban brillando bajo la ligera luz del sol poniente con un oscuro escarlata que había ido a parar ahí. Llevó la hoja afilada a sus labios pasando el filo por su lengua saboreando el metal en su paladar con el que se deleitó por un segundo.

Buscó entre el desastre de vísceras, órganos, piel y sangre su ropa interior y sus pantalones grises que se encontraban salpicados por sangre. Chasqueó su lengua molesto por las manchas en su pantalón favorito que se colocó igualmente sobre la piel ensangrentada. Apartó las sábanas llenas de sangre y se tumbó sobre la cama encendiendo un cigarrillo mientras pasaba la punta del cuchillo sobre su abdomen.

Alzó la mano para agarrar su móvil accediendo a una aplicación que permitió que el ambiente silencioso se llenara con los agudos y dulces gemidos de Jimin que le resultan un deleite. Ante sus ojos tenía a su princesa de piernas abiertas mientras Hoseok arremetía contra él con fuerza. Metió su mano

ensangrentada entre su ropa comenzando a acariciarse a sí mismo.

Jimin estaba precioso. Decidió pasar de un pelo completamente rojo a uno rubio con algunas finas mechas rojas sueltas que se le pegan en su frente de forma preciosa mientras gemía con esos labios tan carnosos que había estado viendo que se cuidaba pues había empezado a prostituirse y Hoseok lo necesitaba perfecto. Esas preciosas piernas estaban algo más rellenitas que la última vez que las vio hacía una semana. Deseaba llevarse esos muslos a la boca y morderlos, arañarlos, estrujarlos con sus palmas, cortarlos con un cuchillo como en el que reposaba en su abdomen marcándolos como suyos, porque lo eran, eran jodidamente suyos.

Con esa imagen en la cabeza cerró los ojos dejándose embriagar por los gemidos de su chico. Su mano subió y bajó más rápido mientras imaginaba esas bonitas manos rasguñando su espalda.

Joder... — suspiró Jimin desesperado por llegar a su orgasmo, Yoongi reconocía ese tono de voz a la perfección — ¡Dame más, por favor! ¡Te necesito!

Esas súplicas lo tenían al borde del orgasmo que volvía a alejarse cuando escuchaba el nombre de Hoseok salir de los labios de su chico incesantemente, recordándole que él no estaba entre sus piernas sino su buen amigo, que contribuía en darle las mejores pajas desde que se separó de su chico.

Observó a través de la cámara como Jimin se abrazaba a Hoseok y cerraba los ojos mientras gemía. Supuso que estaba a punto de llegar y necesitaba concentrase, al menos hasta que escuchó un melodioso cántico acompañado de la acaramelada voz orgásmica de Jimin.

¡Ah, Yoongi!

Abrió los ojos al instante cuando su orgasmo lo azotó violentamente. Hacía tanto que no escuchaba su nombre de esa forma...

Soltó una risa divertida que resonó con fuerza por la habitación. Su chico seguía clamando por él y eso lo extasiaba de una manera divina.

Observó en la cámara como Hoseok se quitaba el condón mientras el chico encendía un cigarrillo que cedió a Hoseok una vez dio una calada. Había notado que era un hábito nuevo en el chico que lo hacía verse maduro y jodidamente sexy, sobretodo cuando fumaba desnudo con un brazo tras su cabeza hablando relajado. Pero también era un hábito que se encargaría de erradicar una vez lo tuviera entre sus manos de nuevo.

PAYASO 《YOONMIN》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora