☆EXTRA☆

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— Jimin, cariño, tienes que comer, por favor.

Otra vez no obtenía respuesta alguna, ni una negación, ni un asentimiento, ni un simple movimiento para cambiar de posición, nada. 

Llevaba una semana encerrado en la habitación, entre las sábanas de la cama cubierto hasta la nariz dándole la espalda a la puerta, mirando directamente a la pared. Desde que llegó con aquél chico a casa, su chico rechazaba su toque e incluso su voz, y si acaso podía siquiera rozarlo el niño comenzaba a llorar desconsoladamente. Había estado durmiendo en el suelo, pues su niño ya lo había amenazado más de una vez con hacerle lo mismo que al chico si se atrevía a acercarse a él, sabía que no podría hacerlo, pero, por si acaso, era mejor mantener las distancias. Le constaba que el chico iba al baño cuando creía que no estaba en casa, al igual que sólo salía a comer si Yoongi se encerraba en el baño mientras él la cogía y la llevaba a la habitación, pero hacía un par de días había dejado de salir, ni comía, ni bebía y sólo salía al baño una vez al día cuando él trabajaba.

Su niño no paraba de llorar ni un segundo, aún cuando las lágrimas no le salían. Era un llanto pausado, sufrido, doloroso, era inaguantable observarlo por más de cinco minutos seguidos, el corazón se le resquebrajaba cada vez que lo hacía. Estaba seguro de que si el dolor se representará de alguna forma física no estaría muy lejos de ser su pequeño niño.

— Cariño, por favor, quiero cuidarte — acercó su mano, pero el comienzo de llanto del chico lo hizo detenerse en seco — está bien, me voy, tranquilo.

Caminó hacia la puerta pero un leve susurro lo detuvo.

— No lo merecía.

— ¿Qué?

— No lo merecía.

— ¿Quién no merecía qué?

— El chico — el llanto comenzó a inundar la habitación poco a poco — soy un monstruo.

Yoongi rebobinó sus pasos y se sentó junto al chico, manteniendo sus distancias pero permaneciendo cerca.

— No eres un monstruo, precioso.

— Lo soy, no quería, yo no quería hacerle daño, no hizo nada malo — Jimin apenas podía balbucear entre el llanto.

— No, no, mi amor, no hiciste nada mal.

— Yo no soy tú, yo no quiero hacer daño a la gente — Yoongi permaneció callado escuchando al niño — no quiero hacerle daño a la gente, ni siquiera sé porqué lo hice, yo no soy malo, yo no hago daño, no quiero ser un monstruo como tú.

El hombre apretó los puños y la mandíbula, mientras el niño comenzaba a llorar aún con más intensidad, esta vez sollozando con fuerza.

El niño se giró sobre sí mismo, Yoongi conectó sus ojos con los del chico y sintió cómo el mundo se le caía a los pies. 

Aquellos ojos preciosos que tanto habían brillado antaño estaban opacos, carecían del brillo que tanta inocencia y vida le daban al chico, los ojos que lo habían enamorado ya no están ahí. Las lágrimas caían por sus mejillas violentamente, nublando el rojo de sus mejillas y las inflamación de su cara, que cada vez se encontraba más delgada por el escaso alimento que había ingerido últimamente, por el llanto continuado. El niño acercó su mano lentamente a la del hombre, juntando su meñique con el del hombre, captando su atención.

— Min… ¿Soy un monstruo?

En los ojos del pequeño había súplica, sabía que quería que le dijera que no, necesitaba que le dijera que no. Jimin se sentía morir, su pecho ardía, quería sacarse el corazón del pecho y que dejara de doler, se sentía como jamás se había sentido con nada en su corta vida. Se sentía roto, hundido y fuera de sí, lo único que quería en ese momento era que el resto del mundo desapareciera de su alrededor, quería rebobinar el tiempo, antes de hacerle daño a aquel chico, antes de enamorarse de aquel hombre, antes de la primera paliza, antes de aceptar aquellos caramelos, incluso deseaba que el tiempo retrocediera al día en que su madre se quedó embarazada y asegurarse de no nacer.

— Respóndeme.

— Claro que no, no eres un monstruo, mi amor.

Jimin entonces se acercó poco a poco al hombre, se subió a su regazo, apoyándose en su pecho, a su vez abrazándolo y volviendo con un llanto desolador, esta vez amortiguado por el hombre.

Mientras tanto, Min lo abrazaba con delicadeza mientras que las lágrimas caían silenciosas por sus mejillas.

El pecho de Yoongi dolía. Realmente se sentía horrible, estaba destrozado. Jamás había visto un alma tan rota como la del niño, odiaba verlo así.

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Hola gente bella.

Dejo este extra cortito por aquí antes de entrar en semana de exámenes y entregas de trabajos y que mi inspiración se vaya por un caño. Aprovecho para agradecer también por el apoyo que está teniendo la historia pese a que suba una vez cada tres meses, no me lo hubiera imaginado ni en un millón de años.

De verdad, gracias por el apoyo y por motivarme a seguir escribiendo esta historia.

Bye <3

PAYASO 《YOONMIN》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora