CAPÍTULO XV (PARTE I)

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El silencio inundó la cocina cuando Jimin apareció con la pequeña completamente vestida dormida sobre su hombro mientras las lágrimas le inundaban la mirada, le dio un pequeño asentimiento a Yoongi, este tomó su chaqueta y salió silenciosamente del lugar.

La suave brisa le acariciaba en el rostro mientras el coche aceleraba. El frío le resultaba reconfortante en este momento.

Al encontrarse frente a ese gran edificio Jimin dudó como nunca dudó en su corta vida. Miró a la niña en sus brazos, esta le dirigió una bonita carcajada que le hizo soltar una lágrima amarga a la que le siguió otra y otra más.

Dejó a la pequeña en brazos de Yoongi, el se hizo un pequeña bolita sobre si mismo, dejó que el llanto invadiera el silencio. La desesperación y el dolor desgarrador lo devoraban por dentro, pero su cariño era más grande que eso y supo que era lo correcto y lo lógico desde que esa pequeña llegó a su vida.

Se acercó a Yoongi, más que a él a la pequeña en sus brazos, dejó un pequeño beso en su frente y miró para otro lado cuando escuchó la puerta del coche.

Tan pronto como vio a Yoongi adentrarse en ese gran edificio con su pequeña, con la luz y la razón de sus días, sacó toda la tristeza que albergaba su alma rota y acabó por destruirla entre el frío metal de un coche aparcado frente a la puerta de un orfanato perdido en las afueras de un pueblito dejando ir a la única razón que tenía actualmente para seguir adelante y vivir pese a toda la mierda que había estado recibiendo.

Cuando divisó a Yoongi salir con ambas manos metidas en los bolsillos sintió una enorme rabia y la necesidad de golpearle hasta que se quedara sin conocimiento y no reprimió su necesidad. Salió del coche y arremetió contra el pecho y abdomen de Yoongi deshecho en llanto. Le ardía el corazón de rabia. Yoongi lo abrazó una vez se calmó y lo dirigió al coche entre el llanto.

Las cuatro paredes en las que vivían le parecían menos mágicas una vez que llegaron. Su primer destino fue su cuarto. Se tumbó sobre la cama y se dejó deshacer y Yoongi lo dejó deshacerse mientras se apoyaba en el marco de la puerta.

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El despertar de la mañana de navidad le supo amargo sin el pequeño llanto de fondo al que ya se había habituado. La extraña sensación de soledad y preocupación le causaba un leve temor muy en el fondo de su mente.

Había pasado toda la noche sin pegar ojo, tenía unas ojeras pronunciadas y el cansancio saltaba a la vista cuando entró a la cocina arrastrando los pies con la mirada fija en el suelo. Captó de inmediato la mirada del hombre. Cuando cayó en la silla con su tazón de cereales el hombre lo imitó y tomó su mano en silencio, entrelazando sus dedos, aún envueltos en un silencio que se les antojaba delicioso y melancólico a partes iguales. Fue Yoongi el primero en romper el silencio.

— Feliz navidad, mi amor.

Esa pequeña frase logró que Jimin esbozara una sonrisita que no había visto los últimos días.

— Feliz navidad, Min.

— Dame un beso por lo menos, ¿no?

Jimin se levantó lentamente con su plato a medio acabar en la mano, besó con sutileza los labios del hombre y salió hacia el salón. Un brazo le rodeó la cintura antes de llegar a sentarse en el sofá frente a la chimenea.

— Acaba rápido, tienes que abrir tus regalos.

El chico asintió distraído, pero Yoongi lo acercó más a su cuerpo, logrando su atención de vuelta.

— ¿Estás bien?

— ¿Desde cuando me preguntas tú esas cosas?

— Respóndeme.

PAYASO 《YOONMIN》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora