Capítulo 33

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— Hola — Wang Yibo se sentó frente a el.

Jimin estaba comiendo en el comedor del hotel. Había llegado hacía una semana a Namibia y hasta entonces no había salido de su bungalow.

Pero después de siete días encerrado en sí mismo, decidió que tenía que levantarse y dejar atrás la que había creído que era su nueva vida.

En esos últimos seis meses había vivido una vida diferente a la que estaba acostumbrado, pero eso le había ayudado a ver lo que realmente era importante.

Y ganarse el aprecio de su padre, había pasado de ser la prioridad número uno de su vida, a ocupar un lugar inexistente en su lista de necesidades.

Se acabó, se dijo. Basta ya de Park Seung. Si él no lo quería en su vida, pues entonces el tampoco lo quería en la suya.

A partir de entonces iba a ocuparse de lo que era importante para el. Se ocuparía de sus negocios y de la fundación.

Se quedaría a vivir en Namibia, que al fin y al cabo, era el lugar donde realmente se sentía querido.

Las personas que vivían allí lo adoraban y le daban todo el amor que necesitaba.

No necesitaba a Seung, y ahora por fin había visto lo poco que el le importaba a él.

Lo único que realmente le dolía y sabía que le costaría mucho más superar, era la traición de Jungkook. Pero hasta eso sabía que con el tiempo podría dejarlo atrás.

— Hola, Yibo. ¿Cómo estás? — respondió a su amigo.

— Yo, bien. Pero no sé cómo estás tú. No esperábamos que volvieras tan pronto de Seúl. Nos sorprendió cuando Hwasa nos dijo que estabas de regreso. He estado toda la semana intentando verte, pero Hwasa me dijo que no querías ver a nadie. ¿Qué sucedió para que volvieras tan pronto?

Hwasa era la jefa de recepción del hotel y era una buena amiga. Se había preocupado al ver llegar a Jimin a menos de una semana de haber dejado el hotel.

Ver su rostro demacrado sólo aumentó su angustia.

— Sí — sonrió con tristeza. — Supongo que fue algo así como un viaje relámpago.

— ¿Qué sucedió, Jimin? ¿Es tu padre?

— Mi padre me pidió que no siguiera trabajando en su empresa. Digamos que le vendí mis acciones y ya estoy completamente desvinculado de Park Investments.

— ¿Sí? Pensé que te hacía feliz estar trabajando allí

— No es lo mío — dijo desinteresado. — Prefiero dedicarme a la fundación, ya lo sabes. Entre eso y las campañas no tengo mucho tiempo para dedicarle a la empresa de mi padre. Ahora que él ha despertado ya no me necesitan allí.

— Entiendo — dijo el hombre que en realidad no creía ni una palabra. — ¿Y Jungkook? — indagó temeroso.

— Lo hemos dejado

Yibo lo observó realmente sorprendido. Hacía tres semanas, antes de que Jungkook volara a Seúl, habían pasado mucho tiempo con la pareja y el sólo había visto cuánto amor se demostraban. Era incomprensible que se hubieran separado

— Oh — exclamó sorprendido. — Lo siento.

— Oh, no — sonrió. — No lo sientas. Supongo que era cuestión de tiempo.

— ¿Por qué lo dices?

— Jungkook y yo somos completamente diferentes, ya sabes. Era evidente que no funcionaría mucho tiempo más. Creo que ha sido la mejor decisión.

Un príncipe rebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora