La Tobisa era perseguida por un “condenado” y huía constantemente de día y de noche del siniestro ente.
Ella era muy devota y siempre rezaba encomendando su alma al Altísimo.
Cierto día mientras oraba al pie de una colina, nuestra Señora la Madre de Dios se le apareció y le preguntó :
— ¿Hija, cuál es tu pena? ¿Porqué estás triste?
— ¡Mamita, mamita! Es pues el Tobias que ya se ha muerto pero me sigue persiguiendo ¡Me quiere llevar con él!
Nuestra Señora la Madre de Dios respondió :
— ¡Hay mi niña Tobisa! “condenado” es el que te sigue y no va a parar en sus intenciones de llevarte —has esto—, entonces La Santísima le entregó un espejo, un peine y una barra de jabón, junto a un enorme perro negro, y le dijo :
— Subite en el can y cuando el Tobias aparezca, dejá que el perro te lleve, mientras le tiras al “condenado” todo lo que te di, en el mismo orden.
Entonces a lo lejos se escuchó una voz fantasmal provocando el espanto de la Tobisa, esa voz que no era humana y helaba el corazón.
— ¡Tobisa ven, no me dejes, vení pues! —. Se apareció el “condenado” con pasos siniestros y pesados.
La Tobisa rápidamente se montó en el perro y este comenzó a andar mientras ella le arrojaba el espejo, cuando súbitamente un caudaloso río los separó, pero el espectro no cejaba en su intento de cruzar las aguas y vadeando torpemente lo cruzó.
Entonces apurando el paso del perro la Tobisa le lanzó el peine; espinas se interpusieron, espinas terribles y frondosas, pero el “condenado” con mucho esfuerzo también lo atravezó.
— ¡Tobisa ven, no me dejes, vení pues! — Nuevamente se oyó el desesperado grito, está vez en un tono cavernoso, gutural.
Como último recurso la Tobisa le tiró encima la barra de jabón e inmediatamente el suelo se tornó resbaladizo, y el maldito ser no podía tenerse en pie, cayendo bruscamente una y otra vez, cuán largo era sobre el suelo.
Así el perro se detubo delante de una gran cruz y con inteligentes movimientos de su cabeza le indicó a la Tobisa que se suba rápido, pues el condenado ya había sorteado el jabón y venía corriendo y gritando hacia ella.
La Tobisa se avalanzó sobre la cruz y la Santísima Madre de Dios apareciendo se la llevó al cielo. De esta manera la Tobisa se salvó de que el “condenado” se la coma y arrastre su alma al infierno.
De la tradición oral andina.
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El condenado, historias de terror del zombi andino.
HorrorLos condenados son muertos que no pueden descansar y que vagan entre los vivos y sienten un voraz apetito por la carne cruda para su decadente cuerpo aún con vida. Son seres malditos atrapados entre este mundo y el otro.