En los Andes es normal que las casas estén alejadas unas de otras, pero siempre alrededor del pueblo. La gente se alumbraba con las luces de las lámparas y de las velas.
Aconteció que llegó la fiesta del pueblo que se daba una vez al año. La familia de esta historia no podía faltar a tal festividad, de tal manera que dejaron a su hija mayor el cuidado de la casa y de sus hermanos menores. Uno de siete años y un bebé de cinco meses.
Como a las once de la noche, la hija mayor se despierta tras escuchar los persistentes ladridos del perro, pensando que quizá su familia regresaba.
Pero al mirar por la puerta, llega a observar la figura de una mujer que por alguna razón estaba pasando por en medio del patio de la casa. Entonces pensó que quizá su padre le había enviado a su tía para cuidar de ellos, así que le llama para que pase.
Sin embargo cuando la extraña mujer ingresó, la hermana mayor se dio cuenta de que no era su tía, pero igual, hospitalarios como son en el campo no le tomó importancia y le invito a comer.
Como ya era demasiado tarde, la chica le dice a la mujer que se quede a dormir ahí, mientras ella se iba a acostar con el bebé.
Al rato la hermana mayor despierta tras escuchar unos extraños ruidos provenientes del cuarto de su hermanito, como si alguien estuviera comiendo.
Al abrir la puerta se encuentra con una escena terrorífica, porque la mujer que se había quedado a dormir en casa, se estaba comiendo a su hermano menor. Reaccionando rápidamente toma al bebé que por suerte dormía profundamente y lo esconde en un baúl de madera.
Después sale afuera haciendo ruido para que el ser maldito la siguiera. Cuando vio que la extraña mujer comenzó a ir tras ella, enseguida corrió en dirección al pueblo.
La adrenalina y el miedo ejercieron en la hermana mayor tal energía que no se cansaba. De rato en rato volteaba la mirada y constataba que el engendro la perseguía y estaba a punto de alcanzarle.
— ¿Ha donde vas? ¡Solo me faltas tú! —. Gritaba amenazante la mujer.
La hermana mayor sintió que su fin se acercaba porque ya estaba cansada, pero para su suerte antes de llegar al pueblo había que cruzar un riachuelo. Así lo hizo, y cuando volteó a mirar si la mujer todavía le seguía, he aquí que este ser no podía cruzar la ribera y se detuvo ahí mismo gritando lastimeramente :
— ¿Ha donde vas? ¡Solo me faltas tú?
Finalmente la chica llega al pueblo y ubicando a sus padres les cuenta lo sucedido.
Rápidamente los pobladores se reúnen, y juntos van en busca de la mujer. La encuentran en la orilla del riachuelo sin poder cruzarlo.
Todos estuvieron de acuerdo de que se trataba de un "condenado", y con látigos y correas en la mano empezaron a golpearla hasta reducirla, porque era un ser increíblemente fuerte; después la amarraron bien con cuerdas y le echaron alcohol para luego prenderle fuego.
Cuando el cuerpo de la mujer se quemó hasta quedar reducido a cenizas, notaron que del humo se formó una paloma blanca que elevándose se perdió en el cielo nocturno.
De la tradición oral andina.
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El condenado, historias de terror del zombi andino.
TerrorLos condenados son muertos que no pueden descansar y que vagan entre los vivos y sienten un voraz apetito por la carne cruda para su decadente cuerpo aún con vida. Son seres malditos atrapados entre este mundo y el otro.