Cuentan que el marido de Maria, una mujer modesta, había llevado una vida sumamente licenciosa y discipada, le gustaba beber e irse de parranda. Mientras su esposa hacía lo que podía por cuidar de sus hijos y mantener la casa. Sin embargo un día este murió a consecuencia de esa rutina desastrosa, dejándo a su familia en la completa miséria.
Ella lloraba desilucionada y no iba a visitar la tumba de su esposo pese a que la distancia no era mucha.
Cierto día sus vecinos le dijeron :
—Maria, hay un hombre que anda por ahí preguntando por ti; no pudimos verle bien porque mantenía la cabeza inclinada y su voz era ronca —. Ella se sobresaltó y con mucho miedo pidió consejo.
Todos estaban de acuerdo en que su marido seguramente se había “condenado” y había regresado desde la tumba. Le recomendaron que lleve siempre un espejo, un jabón y un peine. Así lo hizo.
Una de esas tardes en el campo cuando ella caminaba sola, sintió que la llamaban. Rápidamente se volteó y descubrió una figura que se parecia a su esposo. Entonces comenzó a correr para alejarse del monstruo, pero este la seguía. Tomando el espejo lo arrojó al “condenado” que inmediatamente se perdió en un mar helado.
Otro día, el jabón se convirtió en un camino sumamente resbaloso y el monstruo no podía avanzar porque se caía una y otra vez. Eso la salvó.
En el tercer encuentro, el peine se volvió en un bosque de espinos y el pobre “condenado”, persistía aún hecho un verdadero desastre.
Finalmente ya sin más recursos para defenderse Maria acudió al cura del pueblo y este le aconsejó que se resguardara en el templo, ya que era un santuario que no podría traspasar. Así lo hizo.
Pero el engendro la encontró y de lejos le llamaba ululando lastimeramente :
— No te voy a hacer daño ¡ven!
Ella muerta de miedo, ya cansada de tanta persecución, y más que nada por sus hijos confió en su difunto esposo siguiendole hasta la casa en un rincón del patio. Ahí el “condenado” le señaló un lugar específico donde ella empezó a cavar. De súbito se topó con un cofre de madera fina y al abrirlo encontró joyas y dinero. Sólo entonces, en ese preciso instante el esposo cayó y se volvió polvo.
De la tradición oral andina.
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El condenado, historias de terror del zombi andino.
HorrorLos condenados son muertos que no pueden descansar y que vagan entre los vivos y sienten un voraz apetito por la carne cruda para su decadente cuerpo aún con vida. Son seres malditos atrapados entre este mundo y el otro.