El condenado, historias de terror del zombi andino.

El condenado avaro

Cuentan los ancianos de los pueblos que cuando una persona muere de forma trágica, en un suicídio o cuando no ha podido cumplir sus promesas antes de morir, inevitablemente está predestinado a condenarse. Ya que en cualquiera de estos casos su alma será rechazada cuando toque las puertas del cielo y solo le queda vagar entre los vivos para expiar sus culpas.

Otra causa muy común para condenarse eran los actos lujuriosos de los consortes infieles y el incesto. Y también la avaricia y la ambición. Nada se sabe de cuál clase de "condenado" es el que sufre más para pagar sus culpas, sin embargo se cree que la purga más larga sería la del "condenado" que ha dejado riquezas escondidas.

Este caso sucedió en el altiplano boliviano, en plena época de la reforma agraria cuando a los campesinos se les reconoció el derecho de poseer tierras, muchos se hicieron ricos sabiendo aprovechar el momento.

Tras recibir varias parcelas de tierra en una localidad muy productiva, a Pedro le iva muy bien. Como era soltero y no tenía hijos, su fortuna crecía acumulándose rápidamente; lo extraño era que esas riquezas fruto de su próspero trabajo no se veían en su modo de vida. Tenía el hábito de guardarlo todo, ya que ni comía bien ni usaba ropa nueva.

Hasta que una mañana fue descubierto muerto con violencia en una de sus plantaciones de papa. Un campesino que pasaba por el lugar encontró el cuerpo después de varios días. Como no tenía familiares fue la comunidad que le enterró en el cementerio, pero para todos estaba claro que se condenaria porque había muerto asesinado y había dejado enterrada su fortuna en un lugar desconocido. Esto se consideraba un acto mezquino y antisocial.

Efectivamente tres días después de su entierro, el cuerpo desapareció de la tumba dejando como mudo testigo el agujero de tierra. Hasta los más valientes preferían optar por otro camino más largo que pasar por el cementerio. El "condenado" había muerto con violencia y además escondió todas sus riquezas por lo que se creía que esa violencia se repetiría constantemente hasta que su alma cobre venganza y revele el lugar donde escondió su fortuna y así pueda descansar su alma.

Entonces fue que comenzaron a aparecer cuerpos destrozados. Pedro había muerto un martes y casualmente cada miércoles en la madrugada aparecía un nuevo cuerpo mutilado o por lo menos magullado, fruto de una pelea con algún ser monstruoso.

Gracias al testimonio de los sobrevivientes se pudo resolver esos crímenes misteriosos. El "condenado" buscaba en sus víctimas la venganza.

Así lo revelaron los sabios ancestrales que organizaron a todo el pueblo para capturarlo una noche. Y obedeciendo las indicaciones lo rodearon e intimaron con fuego, hasta amarrarle contra una viga puesta para tal efecto y entonces le prendieron fuego hasta verlo consumido en cenizas.

Los que presenciaron el acto afirman que los gritos desgarradores e inhumanos que lanzaba el "condenado" hacían estremecer de horror.

De la tradición oral andina.