God Of Desert |• Moon Knight •|

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El incidente que le sucedió a Kamilah era algo increíble, pero lamentablemente nadie lo sabía y nadie iba a saberlo. Por el momento.

Después de caer en el desierto, abandonada por su 'esposo', literalmente dejada a la deriva para morir apareció lo que muchos podrían llamar, su salvación. Lamentablemente para Kamilah, fue todo al revés, al menos por un tiempo.

La aparición de Seth le prometió venganza, él sabía en carne propia que la venganza no era el mejor camino pero los dioses lo habían hecho enfurecer y lo habían encerrado por siglos.

Y Kamilah, por su parte tenía un caos en la cabeza, un caos tan grande por la gran pelea que había en su interior, una parte de ella seguía amando a su esposo, pero la otra parte lo odiaba y esta era la parte que más predominaba en su ser.

El cuerpo casi inerte de Kamilah estaba sobre la fría arena y la luna brillaba en lo más alto del oscuro cielo. A segundos de la muerte de la chica, la sombra de un humano con cabeza de perro apareció oscureciendo el cuerpo de Kamilah, quedando a la sombra del brillo de la luna.

La voz de este ser la hicieron salir del trance que el dolor le había causado. ¿Estaba alucinando? ¿Era lo que pasaba antes de la muerte? ¿O ya estaba muerta?

Muchas preguntas pasaron por su cabeza, pero se vieron opacadas por la voz que venía desde la extraña sombra frente a ella.

— Sería un desperdicio dejarte morir, siento el dolor de la traición—dijo de forma severa.

— Que...quien...—decía la chica con dificultad, con su garganta completamente seca.

— Soy el Dios Seth y te prometo venganza, así como tú me ayudarás con la mía yo puedo ayudar a vengarte de ese hombre que te dejó para morir —y si, la trataba de manipular en un momento increíblemente débil, pero Kamilah tenía dos opciones.

Morir o aceptar su oferta.

— Y como harías eso —cuestionó con dificultad, pensando en aceptar.

— Yo soy Seth, señor del caos, dios de la sequía y del desierto y así como yo te encontré, tu vas a encontrar a quienes me hicieron daño —

Seth. Le sonaba ese nombre, pero no tenía tiempo para pensar en aquello, el dolor físico invadía su cuerpo y el dolor sentimental su corazón.

— ¿A qué te refieres? —

—Eres fuerte pero estás rota, yo puedo ayudarte a curar. Puedes ser el puño de la venganza, puedes ser el avatar de los traicionados—Guardó silencio, viendo cómo con sus últimas fuerzas la chica se intentaba mover— ¿Estás dispuesta a defender y proteger a los viajeros del desierto? ¿Ayudar a quienes necesiten de nuestra ayuda? —

Ella parpadeó con lentitud y con una pequeña sonrisa asintió y pronunció la palabra que la llevaría a lo que se arrepentiría toda su vida. O al menos por gran parte de esta.

— Sí —

Y así su cuerpo se levantó, como si no tuviera absolutamente nada, como si las heridas, el dolor y la deshidratación se curaran y desaparecieron por arte de magia.

Un traje negro como la noche, ajustado, remarcando cada curva, se posicionó sobre el cuerpo de Kamilah, los ojos le brillaron en un tono rojo como la sangre, tal como los del dios.

Y por fin se sintió viva.

Lastima que eso no le iba a durar mucho.