XXXI - Il contratto.

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Il Contratto.

Il Contratto

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Dante.

Una semana metido de lleno en sus problemas, teniendo que lidiar con los míos por separado. En estos días que están todos juntos, no sé si se llegan a tomar algo en serio, parece que para ellos la vida es su juego de azar.

Russó accedió a soltar a Fiore esa misma noche, pero el hermano mayor intervino y no quiso soltarlo por más negociaciones que Massimo y su padre hayan hecho. Su única petición es el futuro trono que en poco tiempo será de Hela, y yo no voy a permitir que sea trasladado, no por esta ególatra familia de mierda, sino por que mi vida y la de alguien que amo depende de quien lo obtenga. Como si de un juego de ruleta rusa se tratara, y por el momento, todo está en mi contra.

Ahora nos encontramos en uno de sus clubes, porque al parecer, a Mauricio le exhausta estar en casa cuando la familia no está completa.

Sin tener el control de mi propio cuerpo, me veo subiendo los pocos escalones hacia la pequeña tarima, abriendo en par las rejas de la jaula en donde está metida. Me embeleso con el agitar de sus caderas, de arriba abajo con suma lentitud, desbordando por completo mi cordura, mientras sus largas pestañas negras ocultan las maravillas que me tienen idiotizado. Cubierta por una leve capa de sudor, que en ella se profundiza el delicioso aroma a lujo que ya está impregnado en mis fosas nasales, su cuerpo se vuelve una tentación andante; peligrosa, letal, pero nada de eso importa cuando lo único que quiero es tenerla entre mis brazos, hacerla enloquecer con mis caricias. Siguiendo el ritmo de la música, se gira aún de ojos cerrados y, al momento que los abre, mi mundo entero se desvanece estando sumido en los tantos colores que solo me enfocan a mí, que solo me adoran a mí. Me toma de las solapas del saco y tira de este hasta aproximar sus labios a los míos, cierro los ojos listo para devorar ese exquisito labial y...

¡You got that power over me... my, my! –la retumbante música continúa como si nada, y salgo de mi alucinación.

—Creo que tengo migraña —Dalton, con una bolsa de hielos sobre su frente, se deja caer a uno de los sofás.

Me llevo el cristal a los labios, sin perder de vista cada uno de sus movimientos sensuales sobre la tarima a metros de mí, frotándose contra el tubo como si nada más que eso importara. Mientras se desliza hacia abajo sin desenlazar nuestras miradas, la arpía me guiña un ojo; mi mandíbula se tensa y debo ocultar el empalme con los bordes de mi saco, teniendo a los máximos capos sentados frente a mí.

—Al parecer, fue trasladado a la selva. Su hijo se encuentra en una de las islas de los Russó, en India —un informante habla temeroso teniendo los ojos de todos ellos clavados en su tembloroso cuerpo—. El señor Magnus lo tiene en cautiverio siendo resguardado por más de cien hombres, mi señor...

—Llévatelo —con los dedos en sus sienes, agita su mano para que lo saquen de su vista.

—Si señor —lo toman de los hombros.

My Legacy  (Saga Dinastía Gagliano #2) [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora