My Legacy (Saga Dinastía Gagliano #2) [+21]

XXVI - Demone Guardiano.

Demone Guardiano.

Dante.

Apoyado de los azulejos, aumento la velocidad de mis agites sobre mi polla y jadeo con fuerza al momento que mi derrame baña su pequeña braga.

Mi respiración se ralentiza con el pasar de los minutos, salgo de la ducha y envuelvo mis caderas en una toalla.

Dejo el teléfono de lado al notar lo que hay expuesto sobre la cama, y que antes no estaba.

»Olvidé el pequeño detalle que hoy era mi cumpleaños. No es una invitación formal ni nada de esas cursilerías, pero me haría muy feliz que estuvieras ahí.

Abro el cofre de terciopelo al lado de la nota encontrando un reloj de diamantes dentro. ¿Qué carajos? Observo el mío y parece chatarra al lado de este. Está loca si cree que voy a aceptarlo.

«Mi odio por ti siempre romperá las barreras del tiempo. H».

Inconscientemente acaricio la inscripción tras de este, sin poder evitar sonreír como idiota.

—¿Estás enamorado de ella? —cierro los ojos intentando hacer desaparecer esa voz que me juré olvidar en el pasado.

—Ella es mi trabajo.

—No fue eso lo que te pregunté —me arrebata el reloj de las manos y se lanza a mi cama mientras lo observa—. ¿Y esto se supone que debe ser romántico?

—Sal de aquí, ahora —se lo arrebato.

—Volví por ti, a recuperar lo que una vez fue mío y estoy segura que volverá a serlo —se arrodilla en la cama y aparto el rostro cuando intenta tocarme.

—El adolescente idiota que alguna vez sintió algo por la imagen que tenía de ti, desapareció hace mucho tiempo Lara —sus ojos parecieran no querer desprenderse del reloj.

—Es por ella, ¿no? ¿Crees que está contigo porque le importas? —tenso mi mandíbula al escucharla reír—. Conozco a muchas mujeres como ella. Solo te utilizará a su antojo y, cuando ya no tengas nada que ofrecerle, te desechará e irá por el siguiente. ¿O acaso crees que se enamoraría de alguien como tú?

—¿Qué hay de malo en alguien como yo? Por lo que me han dicho, soy perfecto —camino hasta la puerta para que se largue de una vez por todas.

—Nunca fuiste suficiente para tu madre, y tu papá te negó por tantos años cuando no pudiste siquiera defenderla... —la tomo del brazo y yo mismo la saco. No quiero verla, no quiero escucharla, ni mucho menos recordar lo que fui con ella.

—Ya no soy el mismo, lo que sea que hayas visto en mí ya no existe más —la veo de la cabeza a los pies, resurgiendo ese odio que sentí la última vez que la vi—. Y por lo que veo... lo que sea que vi en ti tampoco.