VII - Mia principessa.

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Mia Principessa.

Mia Principessa

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Hela.

12 años atrás.

—Alinea tu cuerpo con el rifle para reducir el culatazo —las gotas frías golpeaban en mi piel como afiladas cuchillas en busca de interponerse conmigo y la presa, en busca de hacerme fallar. Parpadeé cuando mis ojos quedaron nublados por estas, volví a enfocarlo y nuevamente recosté mi mejilla en el arma—. Dispara apoyándote de tu espalda, no de tus hombros.

Este era un tiro que no podía ser fallado, una presa que no merecía piedad cuando él no la tuvo con sus victimas. Y mi abuelo me lo reiteró al alzar también su rifle a mi lado, si yo fallaba... él no.

Pero no iba a permitirme caer en la humillación por quien no valía la pena ser castigada. Mi poca fuerza entorpeció el recargar, aun así; cerré un ojo, afirmé mi postura y lo seguí con la mira a través del bosque. Logró perderse tras uno, dos, tres árboles.

Y, cuando sus labios se curvaron en una repugnante sonrisa de satisfacción, cuando creyó que había logrado escapar... disparé.

La bala atravesó justo dónde quería, pero me evite ver aquella escena apartándome de la mira del rifle.

Perfetto, mio bellissimo orgoglio —me limité a asentir hacia sus halagos, por supuesto no era algo de lo que me sintiera orgullosa, pese a que aquel engendro lo merecía.

De regreso a la mansión familiar, a pie ya que no nos encontrábamos lejos, escuchaba en silencio sus tantas advertencias de saber separar el mal, de llegar a la atrocidad, porque si algo era seguro: es que el bien no lo somos nosotros. Que aquello que sucedía en los bosques, ahí debía permanecer, sin importar cuanto ansiáramos efectuarlo con presas fuera del silencio de la noche, fuera de la confidencialidad de la naturaleza; todo acto debía limitarse a la caza.

—¿Qué harás mañana? —volví mi vista hacia él al instante de escucharle, olvidando mi jugar de no pisar una sola ramita.

—Clases, hasta el medio día —me encogí de hombros—. Por la tarde haré mis tareas, ayudaré al casetto de mi padre con las cuentas y antes del anochecer debo tomar un vuelo hacia Londres, para recibir un premio de ecuestre.

—¿Que no fuiste hoy a recibir uno?

—Ese era para mi madre, quería que ganara el concurso de belleza mini miss Italia —sentí la ilusión de una dolorosa sonrisa forzada que tuve que mostrar cuando gané—. Nada más recibirlo, lo arrebató de mis manos y lo presumió a sus amigas... de igual forma no me apetecía tenerlo.

My Legacy  (Saga Dinastía Gagliano #2) [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora