XIV - La piccola dea.

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La Pequeña Diosa.

Dante

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Dante.

Me harta ella, me harta el imbécil que no se le despega y aún más me harta tener que soportar ver la cara de ese cerdo una vez más. Pero mi conforte es saber que en Sicilia le espera algo peor, mucho peor. Ni siquiera se imagina la sorpresa que le tengo. Mi sonrisa se ensancha sin perder de vista el líquido negro que se mantiene cuidadosamente sostenido por una base de acero...

–¿Alguna vez te has preguntado que se sentiría tener el poder total de una persona?

–Yo ya tengo el poder total de muchas personas –le respondí airoso.

–No me refiero a ese tipo de poder –ella rodó los ojos–. Esto, no solo te dará el control de su cuerpo, si le inyectas la cantidad exacta de la fórmula a una persona; sus pensamientos, recuerdos y todo lo humano que existe en ella, estará servido para ti en bandeja de plata. Serás su titiritero hasta que te plazca matarlo, porque una vez entre en contacto con su torrente sanguíneo, será un caparazón vacío el cual no podrá pensar ni por si mismo. La única desventaja es que una vez se acabe, morirá, no he podido concretarla para que dure por siempre.

–¿Y por qué quieres que lo tenga yo? –solo se encogió de hombros.

–Quiero saber que estás dispuesto a hacer con tal de permanecer a mi lado...

La camioneta se estaciona y espero a que la segunda se detenga. Salgo quedándome parado en la acera, siento que debo una disculpa, no la daré pero siento que sí la debo.

La Cadillac blindada se estaciona frente a mí luego de varios minutos, otras dos se estacionan tras esa y frunzo el ceño cuando todos los de la última se bajan, viniendo con rapidez a la que se supone que viene Hela.

Giovanni es el primero en bajar, da la vuelta hasta la puerta lateral, hace algo y luego se aleja, con las cosas de ella en manos. Dos se forman a cada lado, otros dos la bajan del auto.

—¡Pero que día tan bonito! El cielo está hermoso —se baja emocionada, elevando las manos al cielo, como si así pudiera tocarlo.

—Es de noche, capo —le responde uno de los antonegra que la llevan casi cargada.

—Shhh —ella le pone el dedo en los labios y empieza a moverlo en círculos ahí.

—¿Qué sucedió? —le pregunto al capo que se para a mi lado.

—Salió tomando del club, y camino acá ordenó que nos detuviéramos para bajar a comprar mucho más licor —me señala el interior. Ladeo la cabeza viendo varias botellas vacías esparcidas por el asiento y alfombras.

My Legacy  (Saga Dinastía Gagliano #2) [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora