· 50 ·

1.8K 147 13
                                    

[Jungkook]

-Hye, ¿qué haces aquí?

Nada más abrir la puerta me encontré a Hye mojada por la lluvia, jadeando, seguramente de haber venido corriendo.

-Lo sé todo, - fue lo primero que dijo. - absolutamente todo.

-¿De qué hablas? - le pregunté.

-Hablo de esto. - sacó mi diario.

-¿Lo has leído?

-De la primera a la última página. Sé lo de Yiwa, sé lo de mi beca, sé lo del coche, lo del autobús del viaje, todo.

-¿Todo? ¿Todo, todo?

-Sé que llevas cinco años enamorado de mí. - Hyesun calló un momento, dejando caer una lágrima silenciosa. - Y te amo, Jeon idiota Jungkook.

Tiré de su mano e hice que entrara en casa para que no siguiera mojándose. Después me besó, lento y dulce, un simple roce.

-Deja de pensar en las consecuencias, - me dijo. - y quédate conmigo.

Y volvió a besarme, largo y tendido, durante lo que parecieron horas. Cada beso era un reclamo, de posesión, de amor, de pasión o le lujuria.

-Te amo tanto que me da miedo. - confesé. - Estás empapada.

-Eso es lo que menos importa ahora. Bésame. - dijo, más bien me ordenó, exigió.

Era sirviente de sus palabras, besaría el suelo por el que caminaba tan solo por un roce de sus labios. Hye se merecía esta devoción, que la trataran como una diosa, como lo que era. Merecía ser venerada por mí hasta que me dijera que basta.

Me miraba con una mirada tan ardientemente intensa que casi me quemaba. Me ahogaba en sus besos, en sus dulces besos. Rodeé con mis brazos su cintura, queriendo acercarla a mí, pegar su cuerpo al mío. Sus pequeñas y frías manos tocaron mis brazos y después rodearon mi cuello.

Me fue guiando hasta subir las escaleras y llegar a mi habitación, donde la tormenta era más notoria por el rugido de los truenos y el choque de las gotas contra el ventanal.

A partir de hoy voy a amar los días lluviosos.

Hyesun se separó de mí un segundo, tan solo un momento. Me dio un pequeño pico y comenzó a levantarme la camiseta. Tan solo jugaba con el borde, pero sabiendo lo que quería, alcé los brazos pata que pudiera quitármela.

-Te deseo. - repetía una y otra vez, no sé si en mi cabeza o en voz alta, pero poco me importaba.

Llegado el momento, comencé a desabrochar los botones de su empapada camisa. Su cuerpo era absolutamente deslumbrante. Si me dijeran que era un ángel caído del cielo me lo creería. La miré de arriba abajo.

¿Qué hice para merecerte?

La cogí en cuello y la tumbe suavemente sobre la cama. Dejé un rastro de besos desde su frente hasta su vientre. En cuanto me topé con el pantalón, la miré, me dio permiso y entonces se lo quité lentamente. Iba a hacer que lo deseara tanto como yo. Haría que se estremeciese de placer, que tocara el cielo.

Nos besamos Dios sabe por cuanto tiempo. Pero no me atreví a nada más, no sabía si estaba lista o si esto era lo más lejos que quería llegar. Y, como por arte de magia, pareció que me leyó la mente.

-Ya puedes dejar de ser un caballero. - me susurró al oído en el aliento más sensual que había escuchado en mi vida. Esa frase me hizo darme cuenta, me deseaba tanto como yo a ella.

-Bien. - susurré de vuelta. - Pero si no me frenas ahora, no pienso parar.

(...)

No sabía como, pero antes de que pudiera darme cuenta los dos estábamos desnudos.

-Jungkook, por favor... - me rogaba, pero la haría esperar un poco más.

-Oh no, mi amor, tendrás que pedir mucho más que eso. - Hyesun me miró extrañada, supongo que nunca había visto esta faceta mía.

-¿Qué es lo que quieres? - dejé de besarla para poder mirarla directamente a los ojos.

-Quiero ahogarme en tu cuerpo.

-Pues hazlo ya.

-No. Primero te haré rogar por ello.

-Ya estoy rogando.

-No lo suficiente...

Deslicé mis dedos por si vientre hasta su parte íntima. Dio un suspiro de sorpresa al notar la intrusión.

-Tranquila, - susurré con una sonrisa. - esto te va a encantar.

Ciertamente lo hizo. Gimió mi nombre más veces de las que pude contar. Pero, yo estaba rebosando los límites de mi propia paciencia. Verla allí, sudando, jadeando, literalmente rogándome que la llenara me volvía loco.

Jamás había sentido esto con nadie, con absolutamente nadie. Ella es la que lo hace diferente. Ella es diferente.

-Hye, lo haré con cuidado. Tan solo dime que pare y lo haré. - tras haberme colocado el condón entré en ella.

Esta era una sensación completamente nueva para mí, y también para ella.

-¿Estás bien? - Hyesun asintió.

Me cogió del cuello y me pegó a sus labios. Apreté las almohadas sobre las cuales mis manos estaban apoyadas, me separé de ella tan solo un segundo y un gruñido salió de mi garganta. Sus manos abandonaron mi cuello y recorrieron toda mi espalda, arañándola por el placer, clavando sus uñas poniéndome más, haciendo que quisiera ir más rápido, pero mi cabeza me decía que eso no estaba bien.

-Jung... kook... - gimió.

Perdí la cuenta de cuantas veces le juré lealtad y amor eterno aquella noche. Solo sabía que, mientras estuviera vivo, ella sería mía, y así se lo dije.

Cada vez iba más rápido, los gemidos de Hyesun eran como música para mis oídos. Su espalda se arqueaba y yo besaba donde fuera que viera su piel.

-Dime que eres mía. - exigí. - Dímelo ahora, ya.

-Soy... tuya... - casi no podía hablar. Sentía como me apretaba y eso casi me estaba quitando el habla a mí.

-Recuérdalo. No lo dudes. Quiero que pienses en mí, y que pienses en este momento, en lo bien que te hice sentir, en como te derretías de placer, como llorabas por más, como te deshacías en mis brazos...

-Lo haré. - después dejó salir un grito agudo desde el fondo de su garganta y me miró.

-Ningún otro hombre te hará sentir así, ¿sabes por qué? - negó con la cabeza. - Porque nadie te ama tanto como yo, y nadie te ama como yo lo hago.

Poco después el orgasmo sacudió su cuerpo de arriba a abajo, también el mío. Salí con cuidado y me tumbé a su lado. Jamás había estado tan bella como en ese momento, al natural.

-Eso ha sido... Fantástico. - cogió mi mano y le dio un beso en el dorso.

-Oh querida, esto aún no acaba. Yo voy a por una segunda ronda.

Volví a colocarme sobre ella y la besé por milésima vez.

Esa noche quedó garbada en mi memoria por el resto de mi vida. Y solo Dios sabe cuantas veces me dije a mí mismo esa noche de tormenta cuanto la iba a echar de menos en cuanto se fuera.

"Te dejaré hacerme lo que quieras. Puedes besarme, desnudarme, llenarme de marcas, morderme, romperme o incluso destruirme. Pero te dejaría hacerlo encantado porque, realmente, estoy tan rendido ante ti que si es en tus brazos, como si quieres matarme."

FIVE YEARS  » JEON JUNGKOOK «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora