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#epílogo

Incluso si pasara un segundo más, Izuku lo sentiría como toda una eternidad. Estaba desesperado por obvias razones; el equipo de fútbol americano decidió entrenar una hora antes, un pequeño cambio. Nada del otro mundo.

Aún así, para Izuku era tremendo, ya que ahora miraba a su alfa un poco menos, aunque para Katsuki no era contraproducente, ya que el omega se obligaba a ir a las prácticas sin falta, así podía cubrir el tiempo que pasó sin verlo.

La presa, en su etapa pre-hormonal, no podía más que sonrojarse estúpidamente mientras observaba la práctica. Éste día era especial. Kacchan le había sugerido conocer a sus leonas. Él aceptó. Sabía que era tiempo, por lo que no le sorprendió la propuesta.

Tuvo una pequeña crisis al no poder decidir qué llevarles como regalo de cortejo. Para los hámsters no era usual tener más de una pareja a la vez, sin embargo Izuku no vió problema en adaptarse a la persona que le gustaba, en este caso, su alfa Kacchan. Investigó junto a Denki al inicio del pre-cortejo para saber en qué se iba a meter. Le gustó.

La simple idea de saber que estaría más protegido que en ningún otro lugar era estupenda. Le gustaba ser cuidado. Además, podría llevar los cachorros de la manada. Si, probablemente no sean tan fuertes como un cachorro de una pareja alfa-alfa, pero aún así serán hermosos... Si es que el encuentro de hoy salía bien.

Sudó bastante tratando de recordar pequeños detalles que el león dejaba al aire sobre las leonas, para tener una idea de qué obsequiar.

A Camie le tejió un peluche de estambre con la figura de una leona muy feroz, a ojos de Izuku, junto a una pequeña leche de fresas. Para Mei decidió unos libros sobre astrofísica y unos pastelillos de zanahoria -por alguna razón, la leona estaba obsesionada con la zanahoria-, y para la cachorra, Ochako, hizo unas pulseras a mano con pendientes de plata y fantasía muy rudos de color rosa, junto a unas galletas de chocolate y nuez.

Todo estaba perfectamente empaquetado con un color específico, entre sus manos había una bolsa de tela suave con todo bien acomodado. No olvidó restregar sus glándulas de olor por cada cosa que les iba a regalar, se avergonzó un poco al ser tan posesivos con niñas/ adultas que apenas iba a conocer, pero por Kacchan sentía que le pertenecían.

El león por fin terminó. Denki hacía rato se había ido a comprar a la esquina, y ya lo veía doblando la misma con una bolsa de dulces.

Katsuki se acercó con una sonrisa engreída que se suavizó al ver al omega moviendo sus pies con entusiasmo mal disimulado al cruzar sus miradas. Traía una toalla al cuello que le secaba el sudor. Sentía que las piernas se le iban a caer, maldito Togata.

Se sentó una grada más abajo en dirección a los pies de Izuku, tratando de no intimidarlo, aunque esto ya era vicasi imposible.

"Izuku, ¿Cómo estás, bonito? Me ducho y nos vamos, ¿Si?" Katsuki tenía el cuello torcido hacia arriba para conectar miradas, unas ganas tremendas de apachurrar esos cachetes rechonchos, joder.

Izuku asintió, rojito. Y, antes de que Kacchan se levantara y no escuchara, habló bajito. "yo te espero, alfa. "

Sin duda, Katsuki sentía cómo la sangre se le escurría de la puta ternura que estaba sintiendo. Le sonrió más al omega y se apuró con su trabajo.

hámster || katsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora