mocca

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Cuando llegaron al piso, Katsuki se dió cuenta de ciertas cosas; su hámster vivía solo. Lo cual no era algo extremadamente sorprendente, sin embargo en aquella situación lo hizo hacerse de algunas teorías locas que dejó de lado.

Denki se paseó como lombriz en lodo, acomodando cosillas en la cocina y otras cosas más que Katsuki no se tomó el tiempo de prestar atención, Izuku venía envuelto en una manta que traía en su carro, algo leve pero que, al tener el olor del león se hizo su pertenencia más preciada desde ése momento.

Su carita roja se veía muy apenas, ya que entre su flequillo alborotado y la manta, sus ojos adormilados se admiraban muy poco.

No había hablado nada, como ya era usual, pero había algo que Katsuki amaba mucho más, las pequeñas muestras de afecto que Izuku tenía para con él, no le molestaba en absoluto que tanto Izuku como el pequeño hámster que sostuvo entre sus almohadillas por poco tiempo se mostrarán más que cómodos con él y su aroma, que se arrimara con cariño sin decir nada... Ése tipo de cosas.

Hasta ése punto Denki se acercó con una taza de algún té o leche que le hizo al hámster. Katsuki decidió entonces  salir e ir a comprar algunas chucherías a la tienda. Quería pasar tiempo con su hámster, y más aún después de una crisis así.

Camino a la tienda le gruñó a un par de lobos que se querían pasar de listos hinchando sus pechos con soberbia al caminar al lado de ellos. Idiotas.

Fue rápido, un par de potes de helado de nuez y otras cosas más que sabía le gustarían al hamstercito.

Regresó, viendo con curiosidad el cielo algo nublado, no era temporada de lluvias, pensó. A los herbívoros les iría mal si se adelantaban las lluvias. Su hámster bebé tiene quién lo cuide de cualquier forma.

Cuando estuvo en la sección de apartamentos del pecoso bonito, miró con algo de enojo la camioneta de Kirishima estacionada frente al edificio. ¡¿Qué hacía ahí ése cerdo?!

Apretó el paso, sacando sus garras sin querer, perforando así la bolsa de tela en su pata. Mano.

Le sacó la vuelta a su vehículo, parqueado muy cómodamente al otro extremo. Si el teñido andaba por ahí, ya estaba en el piso del pecosito.

Subió en ascensor. Le gustaba donde vivía su niño, era algo... Bonito, vivían puras presas en aquel edificio, algunas se notaron asustadas al verlo, sin embargo al notar al pollito con él se calmaron. Algo extraño, pero supuso normal. Se cuidaban entre ellos, y Denki jamás metería a nadie que pudiese hacerles daño.

Cuando llegó, simplemente entró. Dentro, como supuso, estaba Eijiro. Éste se encontraba apartado de su hámster mientras hablaba con el pollo, en voz baja, en la cocina. Suspiró aliviado, no es que desconfiara del león, simplemente no estaba cómodo con un extra entrando al territorio de su hámster y el pollo, que de alguna forma era algo así como su protegido. Se preocupaba por Izuku, ya tenía ganado un lugarcito en el corazón del león.

Dejó sus compras en la mesita frente a Izuku, que ahora tenía la manta en forma de velo por sobre sus rizos, con la tacita en sus esponjosas y suaves manos. Miraba un punto fijo, se notaba tranquilo, callado como siempre más no en trance como momento antes. Apenas entró en el campo de visión de Izuku, éste le sonrió un poco, con timidez, mostrando sus dientitos delanteros junto a unas arrugas en sus ojitos verdes. A Katsuki casi le dió un paro ahí mismo.

Le sonrió, como poco hacía. Su esponjoso bebé se merecía todas las buenas caras que pueda mostrarle.  Enseñó la bolsa levemente perforada en su mano, e Izuku le indicó con un gesto moviendo su nariz, que se acercara. La presa se movió un poquito, permitiendo tener poca distancia entre el león y él. Quería acostarse en su regazo, sentirse mimado como Denki lo hacía,  pero con Eijiro ahí no se sentía capaz, solo escondió sus cachetitos sonrojados en la manta con olor a león. Con olor a Kacchan.

Katsuki por su parte, ignoró la conversación algo acalorada que tenían en susurros la parejita de atrás, si se ponían muy intensos le pediría a Eijiro callarse el hocico, podría alterar a Izuku. Mientras, aprovechó por pasarle el pote de helado de nuez a su hámster y ponerlo en los muslos cubiertos por otra cobija un poco más suave. Encendió la televisión buscando al momento Netflix. Pondría alguna película de Disney, para Izuku, obvio. No podían ver nada terrorífico, tampoco las pendejadas llenas de chistes sexuales de las comedias. ¡Acción no era una opción! Las princesas eran perfectas.

Se quitó los zapatos, quedando en calcetas para así subir los pies al sillón donde Izuku se encontraba acurrucado. Éste, al ver de reojo cómo el león se acomodaba cerca de él, le pasó un trozo de su manta afelpada, no compartiría su cobija con olor a Kacchan. Aunque... Si la comparte con Kacchan, puede que huela más a Kacchan, ¿No?

Algo dudoso, le pasó la manta más gruesa, con cuidado, evaluando si era buena idea hacer aquello, y al no ver peligro en su manta se la dejó con tranquilidad en los muslos fuertes. Katsuki solo vió, enternecido al comprender que eran más instintos en aquel momento que el mismo Izuku en sí.

De pronto, empezó a llenarse de un olor como a café dulce... Denki y Eijiro ahora hablaban mientras el rubio hacía un café que olía demasiado bien.

Si bien podía saber, al prestar un poco de atención, qué tanto hablaban esos dos, solo los ignoró. Justo ahora estaba disfrutando una bonita compañía con un olor rico de fondo y a Tiana en televisión. ¡Era el maldito paraíso!





















hámster || katsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora