filosos colmillos

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Si a Izuku le preguntaran qué era lo que le daba miedo de Katsuki, primero les daría un zarpazo, por imbéciles. ¡Katsuki daba miedo con el simple hecho de existir! Por amor a las nueces.

Así que sí, cuando lo vió entrar a su salón, bueno, no. Cuando él llegó, y su compañero Iida —una chinchilla muy castrosa— estaba regañando al león, por tener las patas sobre la mesa, sintió de inmediato la atmósfera llena de feromonas de depredadores.

Y, cuando el león cenizo encontró su mirada, pudo jurar haber vomitado por atrás sus nueces. ¡Una barbaridad! Y, espérate, ¡Lo que hizo después!

¡LE ENSEÑÓ SUS COLMILLOS! ¡ERA UNA ADVERTENCIA, SE LO IBA A COMER!

Para hacerlo peor, no era simplemente un león. ¡Eran más de tres! El olor en el salón era asfixiante. Abrumador

Pero incluso si pedía cambio de salón, sabía que en todos los salones habría depredadores, aunque dudaba que alguno fuera más intimidante que Bakugou, el león de ojos rojos.

¡Incluso Inasa, el oso polar, era mucho menos aterrador! De cualquier forma, el no podía evitar castañear los dientitos cada que sentía el olor de aquellos depredadores demasiado cerca de su territorio.

Se dió cuenta, entonces, de la intensa mirada que provenía del león Bakugou. Santas nueces, ¡¿Ahora qué hizo?!

Lloriqueó en su lugar, haciéndose bolita, tratando de ocultarse de la filosa mirada de aquel enorme león.  E, incluso así, podía sentir su mirada aún más arraigada a él. Era insoportable.

Lo mejor en lo que pudo pensar, ya en una hora libre, fue irse corriendo a los brazos de su amigo Denki, un bebé pollito –que recibía burlas, ya que a su edad debería de ser un joven gallo, no un pollito– pero que, incluso así, defendía muy bien a su amigo, que era unos centímetros más bajo que él. Izuku se abrazó a su mejor amigo, escondiendo su carita en el hombro del rubio, que encantado por tener el olor rico del hámster a su disposición, lo embarró con sus feromonas.

El hámster se sentía amenazado, era lo único en lo que podía pensar. El tosco depredador –depredadores– que lo intentaban cortejar eran unos tontos. ¿Cómo era posible que aún no supieran cómo se corteja a un hámster? Es de los cortejos más tiernos y lindos que podrían existir. Ahhh, Denki estaba estresado. Sus plumitas lo confirmaban.

Así es, él entendía perfectamente qué era lo que sucedía alrededor de su amigo. No era un tonto. Pero Izuku, en cambio, parecía recién salido del huevo. Pero lo quería aún así.

hámster || katsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora