leche de bananas

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Cortejo de hámster. ¿Qué tan complicado era?
Eran unos debiluchos, leyó todo lo que encontró y, en realidad, era algo simple, aunque bastante duradero.
Los hámster escogían a su pareja una vez en la vida, por ello era tanta la importancia. Sus leonas serían, por así decirlo, sus compañeras, no su pareja. Pero eso era otro tema.

Por alguna razón, el hámster Izuku solía huir de él, y de cualquier depredador en realidad, incluso de las presas, era muy asocial. Con el único al que vió, se acercaba y se dejaba bañar, fue con un gallo con carencia de calcio.

Pinche pollo entrometido. Ahora no podía acercarse al hámster, bueno, sí podía, pero le daba cosa, ya que el pollo y el hámster –el pollo, más que nadie, en realidad– le gruñía feroz. Metiche de mierda.

Aplastó la lata de proteína que llevaba en su pata izquierda. Mano.

Kirishima fue de bastante ayuda. Incluso le daba algunos consejos para no parecer tan amenazante a la hora de acercarse. ¡Pero no podía hacer nada con el maldito pollo ahí!

Entonces, Sero fue su salvación, nuevamente. ¡Su idea era fantástica!

Tendría que usar a uno de sus leones, pero no importaba. Kirishima, toca demostrar lealtad, por los Bros.

Usar al león para despejar el camino a su hámster fue la mejor idea que pudo tener Sero.

Cuando el camino estuvo despejado, tomó las galletas de avena que Camie le había ayudado a hacer, junto a la leche de bananas que compró en compañía de Eijirou. Ya que sí, joder, había intentado él mismo hacer la maldita leche pero no salió bien. Sabía horrible. Y su hámster se merecía la mejor mierda de leche del maldito condado.

Estaba nervioso. No había cortejado a nadie antes, sus leonas en realidad habían decidido unirse a él, y él las aceptó porque eran fuertes. Pero ahora, era distinto.

Se acercó con cautela al pequeño hámster que tenía las mejillas llenas de algún dulce, sus bolsillos en los cachetes se miraban inflados.
A Katsuki le dieron ganas de apretarlos, pero no. Se tenía que controlar. Gobiernate, pervertido. Sonó la chillona voz de Camie.

Con el cuello estirado –es señal de sumisión– y la hipotética cola entre las patas, un poco agazapado por fin llegó a con el esponjoso cambia-forma.

Izuku empezó a temblar sin control, aunque estaba un toque de relajado, al sentir las vibras a sumisión venir del león. Oh, eso era algo nuevo.

Izuku estaba en una banca que impedía que sus pies tocaran el piso. Por lo que fue beneficioso para Katsuki, que prácticamente se arrastró hasta llegar a una distancia prudente de con la presa, cerca del espacio que dejaban sus muslos ligeramente entreabiertos.

Katsuki lo miró con intensidad. Por Shimura, era incluso más precioso de cerca.

“¿S-si, Bak-Bakugou-kun?”

El peliverde podría haber chillado, más no lo hizo. En cambio decidió preguntar el por qué de aquel acercamiento tan... tierno. Sus mejillas se pusieron rojitas, tomó con su lengua una semilla de girasol de su bolsillo, para calmar los nervios. Ése león realmente estaba intentando que él no temblara en su presencia. Era lindo, usualmente suelen irse al ver el increíble temor que Izuku les tiene, sin embargo éste era ingenioso, inteligente y bastante bien dotado.

“Dime Katsuki, cachetón.”

Bien. El hámster era un completo manojo de sonrojos y temblores. ¡Le había dicho cachetón!, Eso era, tan, ¡Agggg!

“Quiero hacer entrega de estos regalos, para tí. No los compartas, los hice con mis leonas para ti.” decretó.

Izuku solo pudo abrir sus ojitos en grande, mientras sus rosados, y algo agrietados labios formaban una "o". 

¿Realmente estaba pasando lo que él creía que estaba pasando?

¡Un depredador lo estaba esperando, incluso preparando para empezar un cortejo!

¡LE DIÓ UNA LECHE DE BANANAS!

WAAAAAAAAAAAAAA.



















hámster || katsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora