15. Las cicatrices de Milo.

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Miércoles

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Miércoles

Afuera del restaurante donde Milo tenía una entrevista con el investigador privado, Aldebarán esperaba paciente caminando entre las tiendas del centro comercial cercano. Acompañaba al rubio en su día a día, conforme las indicaciones del psiquiatra. Sin embargo, tenía momentos de distensión en que podía ir y venir a su antojo.

Sobre todo, cuando iba a verse con quien pagó su salario el primer año porque después de ese lapso de tiempo, Milo se hizo cargo de sus honorarios, una vez que se asentó económicamente y su empresa empezó a repuntar.

Ahora, les iba a ambos maravillosamente bien. El moreno estaba feliz de ver cómo el rubio estaba evolucionando y sentía que estaba haciendo su labor de la forma correcta, lo que le llenaba de satisfacción personal.

Pensando en eso, Aldebarán llegó al pequeño café y ordenó un chocolate a la francesa con una tarta de coco y piña. Era una bebida caliente medianamente espesa, cuyo sabor se potenciaba si se le agregaba un toque de crema batida con canela.

El brasileño era afecto a ese brebaje y para el frío que empezaba a hacer en el cambio de estación, le pareció propicio. Sentado en la mesa con una vista estupenda de la catedral de Notre Dame en reconstrucción, esperó a su compañero.

— Hola, Barão le saludó Kardia con una sonrisa estrechando su mano —. No te levantes, ya veo que te gustó el chocolate francés.

— Boa tarde, Kardia!  El chocolate es de mis favoritos y las críticas dicen que en este lugar es excelente — le respondió con una sonrisa en los labios.

— Ahora entiendo por qué me pediste vernos aquí — declaró divertido llamando al mesero —. Un café irlandés, por favor — solicitó acomodándose en la silla. 

Kardia abrió el saco y dejó a la vista su largo pañuelo rojo alrededor de su cuello. Un detalle que lo caracterizaba. En invierno usaría una bufanda.

El brasileño esperó paciente a sabiendas de que esta reunión debió acontecer hace muchos años atrás, pero el de cabellos azules tenía un particular sentido de la terquedad. 

El celular vibró y lo revisó mirando en la pantalla el nombre de «Artemisa». Rechazó la comunicación, escribió rápidamente un «Estoy en una reunión, te llamo después»  y lo envió, antes de poner en silencio el dispositivo.

— ¿Hombre ocupado? — se mofó el griego.

— La diosa ha crecido y se convirtió en una hermosa luna llena que alumbra el planeta, sólo que no sé si debería atreverme a mancillar lo que ha sido protegido por toda la eternidad — susurró lleno de las emociones que Artemisa le despertaba.

— Aprendí a las malas, Barão soltó con un suspiro prolongado —. Mírate en mi espejo y no dejes atrás lo que te hace feliz o sentirte completo — aconsejó.

Propuesta Indecente [Milo y Camus | +18 | Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora