20. Apagando incendios.

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Sábado

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Sábado

Un sonido distante arrancó a Krest de la mesa repleta de golosinas que consumía sin que su papá le regañara por estar enfermo de la panza. El perrito de pelaje azul y blanco que le lamía las manos y la mejilla, se alejó. La nieve con forma de algodón de azúcar dejó de caer.

Los sueños se desvanecieron y el sabor de la decepción se mantuvo en sus papilas gustativas.

Estuvo tan cerca de hincarle el diente a la manzana acaramelada que le ofrecía el caballero dorado de Escorpio, tan cerca...

Puchereó levantando su cabeza azabache llena de rizos revueltos. Alargó sus manitas a Hypnos que se negó a cargarlo y con malicia, lo obligó a abrir sus párpados. Krest, con gran esfuerzo, los alzó a la mitad. Inundó sus pulmones de aire abriendo grande la boca y dio un gran bostezo. 

La mirada borrosa registró el primer hueco a su derecha, el segundo se encontró a su izquierda. Parpadeó perezoso, lento y pausado. Su mente abotargada aún podía recordar que sus hermanos dormían con él, pero si ya no, entonces se fueron. Dio otro bostezo, miró al frente saboreando su saliva y...

El dios Hypnos lo abandonó de sopetón y Krest notó con espanto que su peor pesadilla se volvía realidad. Estaba abrazado al pijama azul oscuro de papá, pero...

El señor que estaba bajo el pijama de papá, ¡no era papá!

Papá tenía cabello rojo, no amarillo. Eso sin contar con que papá no se ponía la almohada sobre la cara y mucho menos, por nada del mundo, papá roncaba como este hombre que hacía ruidos horribles con la boca abierta de par en par.

Tampoco podía ser tío Kardia o tío Dégel porque sus cabellos eran azules como el cielo y verdes como los árboles. 

Un momento, el único de pelos amarillos que conocía era Milo, ¿y si era él?

No, no.

O sea, Milo se había quedado a su lado cuando él se durmió en su habitación, pero cuando llegó a la cama de papá...

¿Dónde estaba Milo? 

Pues papá decía que «todos deben dormir en sus camas y no en la de papá». 

Y por eso sus tíos Kardia y Dégel despertaban en su casa si se quedaban con Sisyphus y él. Eso sucedía sólo si papá iba al hospital con Ecolgate, entonces como papá estaba en el hospital, ahora Milo estaba en su casa que quién sabe dónde era, dormido en su cama.

Además, recordó que Milo anoche usaba una pijama roja.

Entonces, aprovechando que papá estaba en el hospital y Milo se fue a su casa, este hombre feo apareció para ponerse el pijama de papá y acostarse en su cama.

¡Claro! 

Era como en el cuento de Ricitos de Oro y los tres osos. 

En el cuento, Ricitos de oro era rubia y este señor era rubio. También Ricitos comió la comida, usó la silla, usó la pijama y hasta la cama, igual que este señor.

Propuesta Indecente [Milo y Camus | +18 | Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora