— Me alegra que te guste mi aroma, Camus... ¿Querrías ir a otro lugar más privado para que puedas olerlo mejor? — su voz lo hipnotizaba.
Y él quería responder que sí...
Por un momento, se olvidó del mundo. No existían la fiesta, sus socios, los invitados, mucho menos la mujer que estaba frente a él.
Lo único importante eran esos ojos aguamarinas que atrapaban su atención como una red dorada que no le permitía escape.
Se encontró con la boca reseca, deseando con apremio que esos labios recorrieran su piel. ¿Si los mordía, gemiría como un tierno gatito o gruñiría como un tigre?
— Ah, si estás ocupado Camus, podemos dejarlo para otro día — se excusó Saori captando de inmediato la tensión sexual que emanaba de los dos hombres.
Eso lo sacó de su ensoñación. ¿Qué dijo? Sus ojos de rubí se fijaron en ella y parpadeó en tanto su mente se enfriaba. ¿Estaba loca esa chiquilla? Ella lo metió en este aprieto al buscarlo y ahora, ella le sacaría.
— No — fue tajante. — Me parece que es el momento adecuado para hablarlo, Saori. ¿Nos disculpa, monsieur? — tomó del brazo a la joven alejándose de Milo sin dedicarle una mirada siquiera.
Simplemente no podía digerir esta contienda erótica. Sí, lo reconocía. Estaba abrumado con la presencia del rubio. Exudaba sexualidad por cada poro y estaba impactado por cómo su cuerpo correspondía. Hacía mucho que no tenía una respuesta erótica tan intensa.
Necesitaba ahora mismo serenar su cabeza y pensar en frío.
En cuanto estuvo a una distancia prudente, atrapó una copa de champagne de una bandeja y salió con Saori a otro de los balcones ubicados en el extremo contrario de donde dejó al tal Milo.
Apenas salió, se obligó a respirar profundamente para llenar sus pulmones del aire de inicios de otoño. Incluso, dio un breve trago a la bebida fría. El sabor dulce del espumante hizo su efecto y sintió bajar el nivel de su nerviosismo.
No se fio demasiado de su compostura. Se tomó unos segundos más con los ojos cerrados hasta que su corazón fue al ritmo normal. Levantó los párpados y notó que su amiga le miraba con curiosidad.
— No.
— Ni siquiera he dicho nada, Camus — hizo un puchero cruzando los brazos.
— De cualquier forma, no voy a hablar de ello — la conocía bien para saber que iba tras eso, como un perro tras un hueso suculento.
Con aire majestuoso y actitud exasperantemente altiva, el pelirrojo dio otro trago al bebedizo. A veces, Saori tenía la costumbre de tirarle mucho de la lengua. Se conocían demasiado bien a pesar de los cuatro años de diferencia entre ellos.
— ¿De la subasta o del rubio al que miraste como si fuera tu crème brûlée favorita y sólo pensaras en comértelo de un bocado?
Casi escupió el champagne que estaba bebiendo encima de la deslenguada. Casi, porque a pesar del impulso, puso una mano al frente evitando la desgracia.
Su amiga (si se le podía llamar así a semejante serpiente), se apresuró a tomarle la copa y Camus buscó desesperado en el bolsillo de su traje su pañuelo. Se cubrió los labios con él entre toses, poniéndose aún más rojo.
Saori se dignó a darle palmaditas para que sacara el exceso. Después de unos tensos momentos, el francés pudo respirar mejor. Se limpió la boca y la barba censurando con la mirada a la chica que tenía la desfachatez de sonreír divertida.
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Propuesta Indecente [Milo y Camus | +18 | Yaoi]
FanfictionMilo es un ser de fuego duro y despiadado, acostumbrado a conseguir todo aquello que se propone. Camus es un estoico hombre de negocios, con un pasado oscuro que le impide ceder a sus impulsos. Una noche, estas dos fuerzas opuestas chocan en un rin...