Capítulo 2: Conociendo a un príncipe

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Bulma se tranquilizó un poco al darse cuenta de que los desconocidos al otro lado de la puerta hablaban su idioma, por lo que al menos podría comunicarse con ellos y explicarles la situación.

"¿Cómo les voy a explicar algo así?", pensó. Finalmente, el miedo y la incertidumbre la dominaron, y decidió que lo mejor era esconderse.

—¿Estás seguro de eso?

Esa voz era diferente, mucho más suave y atractiva. El corazón de la chica comenzó a latir con fuerza, pero ella sacudió su mente de esos pensamientos. Tendría mucho tiempo de sobra para encontrar a su novio perfecto más tarde. No quería que la culparan por haber activado esa alarma tan molesta.

—Sí, Señor Zarbon. La alarma está sonando desde esta puerta —replicó alguien.

—Ya veo —contestó Zarbon—, pero no entiendo por qué alguien quisiera escabullirse en la habitación de Vegeta.

Bulma tenía que ocultarse de inmediato. Pero no contaba con muchas opciones. No cabía en el armario, ya que estaba abarrotado con una pila de trajes azules idénticos. La chica prosiguió entonces a esconderse bajo la cama, con la completa convicción de que sería encontrada fácilmente. Pero el tiempo se acababa, y un segundo luego de deslizarse en su escondite, notó que la puerta de metal comenzaba a abrirse. Logró ver a dos hombres de pie en el pasillo.

—Puedes retirarte —pronunció aquel llamado Zarbon. Sus botas amarillas se movían con gracia por el suelo.

"Debe ser él." Sospechó Bulma.

Su voz era suave y serena, sus movimientos agraciados y ágiles... el tipo parecía perfecto. Solo faltaba echar un vistazo a su rostro.

La chica gateó hasta el final de la cama, donde ésta se apoyaba a la pared, y lentamente sacó su cabeza lo suficiente para observar la escena.

Sin duda era él. Aunque su piel azul era algo extraña, el hombre frente a ella poseía una elegancia innata que le haría olvidar cualquier otro rasgo dudoso. Su cuerpo era fornido, tenía el cabello largo recogido en una trenza y sus ojos eran de un deslumbrante color dorado. O al menos uno de ellos lo era, puesto que el otro se encontraba obstruido por el mismo lente extraño que había visto anteriormente en el cajón.

Bulma estaba a punto de salir de su escondite y presentarse, cuando el hombre azul presionó uno de los botones en el dispositivo de su lente, emitiendo un pitido agudo.

—Hmm... su poder de pelea es de solo dos —pronunció Zarbon mientras observaba los signos extraños que habían aparecido en su lente—. Probablemente se trate de un insecto, o tal vez de un ratón —se volteó rápidamente, dirigiéndose hacia la puerta—. Ese mono puede encargarse de esto, no hay necesidad de ensuciar mis manos.

Bulma escuchó perpleja.

—¡Oye, yo no soy ningún...! —comenzó a protestar luego de recobrar la compostura, pero él ya se había ido.

La chica pestañeó confundida. O se había imaginado todo la escena o ese tipo se movía a una velocidad sobrehumana. Además, basándose en el traje que el hombre llevaba, parecía improbable que se encontrara en algún tipo de prisión. Bulma sacudió su ropa, en la cual se había adherido un montón de pelos oscuros que parecían de procedencia animal, mientras se sentaba en la cama.

—Bueno, al menos al fin lo he conocido —la chica no pudo evitar distraerse con estos pensamientos—. Mi novio perfecto. ¿Cuál era su nombre? Oh, Zarbon —se respondió ella misma, mientras se recostaba en la cama.

—¡Es tan guapo! Tengo que arreglarme un poco —dijo mientas se levantaba y corría hacia el espejo que había visto antes en la puerta del armario—. Rayos, aún llevo esta ropa tan rara —los pantalones blancos y la chaqueta azul que llevaba no eran de su preferencia—. Veamos que más tengo aquí... —pensó la chica en voz alta, agarrando la cápsula en donde guardaba el resto de su ropa y lanzándola al suelo. Esta se detonó mostrando un número considerable de atuendos. Bulma eligió un vestido corto de color rosa— Prepárate Zarbon —replicó encapsulando el resto de sus vestidos.

Pide un Deseo (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora