Capítulo 11: La sombra de una duda

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—Ella no debería estar aquí —dijo Nappa, masticando los huesos de la presa que Vegeta había traído ese mismo día. La noche caía rápidamente allí; los fugaces giros del planeta volvían los días más cortos y vacíos.

Siempre resultaba raro visitar un nuevo planeta. En la estación espacial no había días ni noches. Solo había tiempo. Una extranjera medida de algo que ya no era relevante. No había sol, y para su disgusto, tampoco luna. "La chica dijo que podría descubrir cómo hacer la técnica de la Bola de energía." Sus ojos oscuros se posaron en su figura, acurrucada en una esquina de la cueva. Las noches en Karbos eran extremadamente frías, así que Vegeta mantenía el fuego inducido por ki cerca de la chica durmiente.

—¿Estás cuestionando mis decisiones de nuevo, Nappa?

—Es una carga de más, Vegeta —Nappa se cruzó de brazos y se acercó a Bulma—. Tiene un aspecto decente, pero sigue siendo una carga. Las mujeres de este planeta tienen buen aspecto también. Tal vez deberías cambiarla —Nappa la observó con detenimiento y ella tembló levemente mientras dormía—. No será fácil, pero apuesto que puedes encontrar un modelo más nuevo y mejorado.

—Cállate, Nappa.

—Vegeta, escucha lo que te digo. Este apego es peligroso.

—Nappa –—u voz no era más que un elevado susurro, pero igual contenía la malicia deseada—. Solo porque tú tengas la capacidad emocional de un gusano no significa...

—¿Cómo fue que llegó a la estación de Freezer?

—Era una prisionera. Ya te lo había dicho —respondió él, pero notó la desconfianza en la mirada de Nappa. La muchacha era una mentirosa atroz; él podía ver claramente a través de su pretexto de viajar con su padre. Aunque de alguna manera, tenía sentido. Ella había dicho que su padre era el jefe de una corporación de tecnología, pero el príncipe dudaba que alguien mandaría a su única hija al espacio y sin ningún modo de comunicación. "Lo más probable es que la chica haya tomado una nave y haya escapado, sin haber aprendido como usarla adecuadamente." Vegeta sonrió ante aquella idea. Eso sería propio de ella.

¿Y qué era lo que Nappa trataba de decir? El cuerpo de Vegeta se puso rígido, tenso de frustración contra su antiguo guardaespaldas. Y para mayor disgusto, el idiota continuó hablando.

—¿Cuánto has entrenado desde que ella llegó, Vegeta?

—Eso no te importa —replicó el príncipe, cruzándose de brazos.

—Estás durmiendo tarde. Tu poder de pelea ha permanecido estancado, cuando normalmente aumenta por lo menos 10 unidades a la semana. Estás más distraído. Todo por culpa de esa patética perr...

Vegeta apretó los dientes. Su mano se levantó de inmediato, generando una brillante luz azul y apuntando directamente a la cabeza de Nappa. Observó al hombre retroceder hasta la pared, con los ojos bien abiertos por el miedo.

—Necesitas aprender cuándo guardar silencio —Vegeta se acercó, haciendo al Saiyajin retroceder aún más. El disparo de ki en la mano del príncipe aumentó de tamaño, iluminando la cueva con un suave resplandor azulado—, y a mostrar respeto, Nappa.

—Ve... Vegeta...

El príncipe Saiyajin dejó que la luz irradiara, dibujando una sonrisa macabra sobre su rostro. La chica se movió de repente entre sueños y él la observó alarmado, su sonrisa desvaneciéndose de su rostro.

—No vale la pena.

Nappa suspiró de alivio cuando el disparo de ki se disipó. Pero se encogió nuevamente cuando el joven Saiyajin apareció de repente a centímetros de su cara.

Pide un Deseo (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora