Capítulo 10: Karbos

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El lugar era estrecho... dondequiera que estuviera. Y, considerando la última situación en la que se encontraba, ese lugar probablemente sea el cielo.

Angosto y oscuro.

Eso no era lo que esperaba. La chica siempre imaginó que el cielo sería más... amplio. Y brillante, muy brillante. Pero todo lo que veía en ese instante era oscuridad.

"Tal vez deberías abrir los ojos, genio." Meditó Bulma y así lo hizo. La chica dio un brinco inmediatamente.

No era el cielo; era el espacio. Ella descansaba en una suave, pero abultada cama. Notó que se encontraba en movimiento; las estrellas brillaban en el exterior mientras cruzaba el área a gran velocidad.

—¿Eh? —Bulma giró la cabeza y saltó de nuevo. No se encontraba en una cómoda cama irregular, como había pensado originalmente—. ¿Vegeta?

El príncipe Saiyajin estaba debajo de ella, sentado con la espalda recta y con sus ojos cerrados. Bulma estaba en su regazo, con su cabeza apoyada a un costado de la pared de la estrecha cápsula espacial. Ella tocó su hombro, demasiado curiosa y confundida como para dejarlo dormir.

—¿Vegeta?

—Fastidiosa como siempre, muchacha —el chico abrió un ojo—. Tal vez debí haberte dejado con Zarbon.

Ella sonrió. Eso respondía una de las tantas preguntas que corrían por su mente.

—Me salvaste.

—¡No me mires de esa manera! —Vegeta se movió bruscamente, casi haciendo caer a la chica.

Pero Bulma se acomodó y abrazó su cuello, apoyando su cabeza en su hombro y dejando caer sus lágrimas.

—¡Me salvaste! ¿Cómo sucedió? ¿Cómo supiste que estaba en peligro? ¡Gracias, Vegeta! ¡Gracias!

—¡Ya suéltame! —dijo el chico, pero la empujó muy suavemente—. Te lo dije, chica, me encontraba entrenando. Estaba tomando un descanso, cuando pasé junto a la habitación de Zarbon para ver si habías terminado. Mi rastreador detectó que tu poder de pelea se elevó hasta llegar a 8 unidades, que para ti eso debe ser como convertirse en Super Saiyajin, y luego disminuyó abruptamente.

Bulma secó sus ojos y lo miró.

—¿Super Saiyajin?

—Olvídalo. El cambio repentino en tu poder de pelea me advirtió que algo andaba mal.

La chica rascó su cabeza, tratando de recordar.

—Yo... vi que la pared explotó.

—Era la puerta. Y no explotó, la abrí a la fuerza.

Bulma se abrazó a su cuello nuevamente, llorando con más fuerza.

—¿Cómo fue que... ¿Cómo llegué aquí?

—Te traje conmigo —dijo el príncipe, como si fuera lo más obvio del mundo—. Nappa y yo no estábamos autorizados para tomar tres cápsulas espaciales. Así que tuve la mala suerte de tener que compartir la mía contigo. Y muchacha, ¡ya basta! ¡Vas a dejar mi uniforme empapado!

—Lo siento... lo siento... —pero ella continuaba llorando, agarrándose fuertemente de Vegeta, mientras él se mantenía casi anormalmente quieto.

—Eres una cobarde —señaló el chico, colocando su mano con suavidad en la espalda de Bulma. Ella rió un poco ante su esfuerzo, y dejó de llorar, quedándose con la cabeza apoyada en el hombro del chico. Sintió que su corazón se contraía—. Además, no podía dejarte morir.

La chica sonrió. La proximidad del príncipe le hacía sentir una gran calidez.

—¿Por qué?

—Aún no me has contado sobre el Saiyajin.

Pide un Deseo (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora