Capítulo 3: El trato

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"¿Qué fue lo que dijo?" Bulma observó al chico nuevamente. Su estatura era baja, pero a pesar de eso había en él una especie de aire real. La manera en que sostenía su cabeza en alto, su postura, todo en él prácticamente gritaba príncipe. Pero aun así la tomó por sorpresa. Ella nunca había conocido a un príncipe. No pudo evitar pensar que aquel título lo volvía más... atractivo. Aunque era algo muy superficial, todas las chicas habían soñado alguna vez con conocer a un príncipe azul.

"Pero este príncipe tiene cola." Pensó Bulma, encogiéndose de hombros. Había visto cosas más raras.

"Pero, ¿qué hay de Zarbon?" Se había olvidado de él momentáneamente. Su atracción por aquel hombre de piel azul había sido inmediata, sin necesidad de ningún título de realeza alimentando sus ilusiones románticas. Pero antes de que pudiera seguir analizando sus sentimientos, Bulma se dio cuenta que el chico de nuevo se encontraba muy cerca de ella, examinándola cuidadosamente.

Sintió que sus mejillas se sonrojaban.

—¿Qué estás haciendo?

—Es extraño —contestó el chico mientras fruncía sus cejas—, no te ves para nada como un Saiyajin.

Ella no pudo evitar sentirse insultada por el tono degradante de sus palabras.

—¿Por qué lo dices?

—Luces muy... patética —replicó finalmente.

Quedó boquiabierta ante eso y pronto se encontró pinchando con un dedo el pecho del tal príncipe.

—Mira cretino, será mejor que cuides tus palabras —dijo conteniendo pobremente su rabia—. No me importa que tan importante o fuerte crees que seas, apuesto a que uno de mis amigos podría fácilmente limpiar el piso contigo.

—Justo como lo pensé. Patética. Escondiéndote tras la sombra de tus perdedores amigos —respondió Vegeta, mientras cruzaba sus brazos con fastidio—. Dudo que tu amigo pudiera siquiera tocarme un pelo.

Antes de que Bulma pudiera contestar, el chico se distrajo repentinamente, echando una mirada hacia la puerta. En ese instante entró un hombre alto y corpulento, con la cabeza cubierta por un escaso y fino cabello marrón. A primera vista, el hombre lucía mucho más fuerte que el chico, pero sus respectivas reacciones parecían mostrar lo contrario.

—Ya era hora, Nappa —comenzó a decir el joven—. Mira lo que encontré, escabulléndose en mi habitación.

La nariz de Nappa empezó a olfatear el aire inmediatamente, hasta que sus ojos se agrandaron en una expresión de sorpresa y confusión.

—¿Por qué huele a Saiyajin? —preguntó de pronto examinando a la chica.

—Idiota. Eso es lo que me gustaría saber —Vegeta presionó uno de los botones en su rastreador—. Su poder de pelea es solamente de dos, y aun así este olor es indudablemente el de un Saiyajin.

—¿Cómo llegó hasta aquí? ¿No fue detectada? —exclamó el hombre pensativamente.

—Parece que no —respondió Vegeta—. Supongo que su poder es tan bajo que de seguro pensarían que se trataba de un ratón.

—¡Oye! Yo no soy ningún... —exclamó Bulma apretando los puños, antes de svolver a ser interrumpida.

—¿Por qué no se lo preguntas? —indicó Nappa, riendo suavemente.

—Eso hice, tonto. La condenada muchacha no recuerda nada.

El Saiyajin le echó una mirada intimidante mientras gruñía ligeramente.

Pide un Deseo (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora