Capítulo 16: El escape

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La chica retrocedió cuando toda la atención de Vegeta se enfocó en ella de nuevo. Su expresión era indescifrable. No lucía enfadado, pero ella sabía que lo estaba. Detrás de esos ojos oscuros, se debatía las palabras de Jeice. Bulma alzó la vista para confrontarlo, antes de que éste pudiera abrir la boca.

—Sabes que no soy ninguna espía de Freezer, Vegeta —argumentó ella firmemente. Estaba un poco ofendida de que él siquiera sospeche lo contrario.

El chico echó la cabeza hacia atrás en sorpresa, obviamente no esperaba que fuera tan descarada.

—En realidad no se quién eres, o lo que haces aquí —Vegeta suspiró, casi con aire desilusión—. Debería matarte —Vegeta la miró con el ceño fruncido, pero Bulma no agachó la cabeza—. Deberías estar muerta en este momento.

—Pero no lo estoy —replicó, colocando sus manos en sus caderas. Su largo cabello fue agitado por el viento; algunas finas hebras quedaron atrapadas en sus ojos, pero ella trató de no prestarle atención. La chica debía concentrarse en lo que Vegeta estaba pensando. Sintió un escalofrío de temor recorrer por su columna, pero no podía permitir que eso se apoderara de ella. Tenía que ser fuerte, valiente, para mostrarle a Vegeta que ella nunca lo había traicionado—. No te tengo miedo.

Notó con sorpresa que, de hecho, no estaba mintiendo. El príncipe podía romper su espalda en un segundo, o incinerar su cuerpo con una ráfaga de ki antes de que ella pudiera comprender lo que sucedía. Y acababa de ser llamado asesino por la única persona en el universo que lo conocía desde siempre.

¿Era un asesino? ¿O era todo lo que ella había estado buscando todo este tiempo?

Sus ojos azules observaron su cuerpo, su silueta delgada pero musculosa. Tenía más fuerza, pensó Bulma, de lo que ella pudiera imaginarse. No sólo era su destreza física, sino también su fortaleza mental. Había vivido prácticamente un infierno, pero allí estaba él, un poco estropeado, pero aún de pie. Obligado a matar por el monstruo a quien despreciaba. Golpeado todos los días por los hombres que subestimaban su herencia real. Si ella hubiera estado en sus zapatos, dudaba que hubiera sobrevivido, incluso si fuera una Saiyajin.

—¿Y por qué no lo has hecho? —preguntó la chica, rompiendo el silencio.

El príncipe fue sacado de sus pensamientos, sus ojos oscuros brillaron ante la pregunta, y soltó un bajo resoplido.

—¿Por qué no he hecho qué, muchacha?

—Matarme. ¿Por qué aún no lo has hecho? Has tenido un sin número de oportunidades, y sin embargo, aquí estoy. Cuando llegué a tu habitación por primera vez, pude haber sido un espía, pero aun así, confiaste en mí y solicitaste mi ayuda. Te ofreciste a ayudarme, a pesar de que yo no estaba en ninguna posición para negociar. Arriesgaste tu vida, probablemente, para salvarme de Zarbon y Freezer. ¿Y ahora piensas que soy su espía? Pues entonces, haz lo que debiste hacer desde un principio. Mátame —su voz sonaba más furiosa que asustada—. De todos modos, nunca volveré a casa, así que ¿cuál es el punto?

—Idiota —Vegeta agarró el brazo de la chica de repente, destruyendo la distancia entre ellos cuando su rostro apareció justo frente a ella—. No lo entiendes.

—No —Bulma sacudió su cabeza. Ella lo vio respirar profundamente y se tensó, pero no retrocedió—. No lo entiendo. No te entiendo, Vegeta. ¿Eres un príncipe o un mercenario? ¿Vas a matarme porque ese tipo Jeice te dijo que lo hicieras, o finalmente vas defenderte y tomar las riendas de tu vida? —ella se estremeció ante sus palabras, sin darse cuenta, el volumen de su voz continuó subiendo y subiendo, hasta que básicamente estuvo gritando al príncipe frente a ella. Bulma no podía adivinar lo que pensaba. Él se limitó a mirarla, con ese gesto arrogante plasmado en su rostro.

Pide un Deseo (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora