De nuevo en Madrid

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Carla estaba desayunando junto a su hijo y su novio. El pequeño Ignacio comía su cereal. El silencio entre Carla y Polo no sorprendía al niño. Los prefería así que peleando. Aunque eran pocas las peleas realmente fuertes entre ellos porque generalmente Polo cedía a la postura de Carla. Sin duda Ignacio cada vez que quería algo se lo preguntaba a su madre porque su palabra era la definitiva.

En unos días Ignacio comenzaría a asistir al jardín de infantes y eso lo tenía emocionado. No solía pasar el tiempo con otros niños para jugar. Generalmente estaba solo en su apartamento con su niñera y jugaba con desgano aburrimiento con un montón de juguetes enormes y carísimos.

Ni siquiera visitaba mucho a sus abuelos. Sus abuelas Andrea y Begonia lo consentían en todo pero no sabían cómo tratar con un niño. Eran demasiado acartonadas y solo le compraban lo que él quería pero no jugaban con él. A los padres de su madre no los veía muy seguido. Solo si ellos lo visitaban pero Carla jamás lo llevaba allí. Ella nunca hablaba de ellos a menos que sea Ignacio el que pregunte. Por lo menos en el jardín de niños podría hacer amigos para jugar.

-Ayer Alicia tuvo que irse mucho más tarde lo que le correspondía porque no llegaste a tiempo-dijo Carla su característica pasivo-agresividad.

-Se extendió una reunión de trabajo y no pude llegar antes-dijo Polo tratando de no entrar en una pelea-lo siento amor.

Carla estaba fastidiada pero trataba de no pelear delante de su hijo. Recordaba como de niña presenciaba las peleas de sus padres y como eso la mortificaba.

Cuando Ignacio se levantó de la mesa Carla volvió a hablar.

-¿Polo acaso no entiendes que no se trata de que yo me enoje? Se trata que casi no pasas tiempo con tu hijo. Yo también manejo una empresa y aun así paso tiempo con mi hijo.

-Carla-dijo Polo tratando de justificarse-no es para tanto.

Eso hizo enojar a Carla. Ella sabía el daño que hacía cuando un padre subestimaba el daño que podía hacerle a su hijo. Toda su vida vio como sus padres eran fríos y poco afectuosos, que no les importaba su opinión y que tomaban decisiones por ella.

-Dime Polo ¿Cuándo fue la última vez que lo llevaste a un parque? ¿Cuándo te sentaste junto a él a jugar videojuegos? Él quiere aprender a andar en bicicleta y te lo pide hace tiempo ¿has hecho algo al respecto?

Como su novio no le respondía nada y solo la miraba con esos ojos azules que buscaban victimizarse en lugar de hacerse responsable decidió marcharse.

Carla buscaba cosas que la unieran a Polo pero ni siquiera la crianza de Ignacio parecía hacerlo.


Samuel estaba frente a la puerta del apartamento de su madre con el pequeño Martín en sus manos.

-Ya lo sabes-le dijo Samuel-no hagas ruido. Deja que la abuela nos vea.

Tocó el timbre y esperó. Cando Pilar abrió la puerta y vio a quienes tenía en frente sus hijos primero se abrieron como plato pero luego se llenaron de lágrimas. Sin decir nada envolvió a su hijo y a su nieto tan fuerte que Samuel necesitaba respirar y el pequeño Martín solo reía.

-Mis angelitos-exclamó Pilar-cuanto los extrañé. ¿Por qué no me avisaste que venías de visita?

Pilar alzó a Martin quien estaba gustoso de ser consentido por su abuela.

-Queríamos sorprenderte-dijo Samuel-además, no es solo una visita. Vinimos a vivir a Madrid.

-¿Es enserio?-dijo Pilar ilusionada-¿A qué se debe esto?

Samuel tomó asiento y se dispuso a desayunar con su hijo y con su madre.

-Benjamín tiene pensado trasladar todas sus empresas y negocios a Madrid y dejar definitivamente Londres. El proceso comenzó hace un tiempo e hizo venir a Patrick. El año pasado también vinieron Rebe y Mencía y ahora me toca a mí. De hecho el también vendrá definitivamente como mucho en dos años.

Reunión, 10 años despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora