Era una tarde calmada, caracterizada por el silencio sepulcral que se respiraba en el ambiente. Mientras el Crepúsculo se hacía presente, se escuchaban los redobles de la percusión y el inicio de las llamadas de los metales en aquella marcha militar fúnebre. Después de regresar de una misión extensa y peligrosa en Afganistán, muchos de los soldados no regresaron con vida y aquel funeral era de un oficial importante, especialmente para la Mayor Noceda, su teniente primero había sido asesinado en combate. Como parte de las Fuerzas Especiales y parte de sus deberes como mayor, estaba el de supervisar su propia división, infiltrarse con los ejércitos clandestinos e intentar acabar con las figuras más importantes del ejército rival.
Aún recordaba los gritos desesperados y llantos de los civiles, aún sentía la calidez y textura de la sangre de su hombre muriendo en sus brazos. Los causantes del ataque rápido y la tierra quemada fueron tres hombres que se infiltraron durante la noche mientras el teniente primero montaba guardia junto a otros hombres. Fue cuestión de segundos y francotiradores para que todo se desmoronase y el terror inundase la pequeña aldea que estaba de paso para llegar al campamento del pelotón. Al escuchar los disparos y gritos, Luz se arrepintió inmediatamente de no haberse arriesgado a seguir hasta el campamento a pesar de la noche en el desierto.
Por muy rápido que saliese la morena y comenzase a disparar para acabar con sus enemigos, no fue lo suficientemente rápida para salvar a su subordinado. En cuestión de minutos, los pasillos estaban cubiertos de sangre y cuerpos inertes de civiles inocentes que se refugiaban allí con la esperanza de tener una mayor protección. Jamás podría olvidar ver llorar a una madre hasta quedarse sin voz mientras se aferraba desesperada al cuerpo inerte de su bebé o cómo un niño de unos dos años intentaba que sus padres despertaran de un sueño eterno. Se negó a dejar el cuerpo de su oficial en el territorio enemigo para que hicieran con él lo que quisieran, arriesgándose a perder la vida para ir hasta donde yacía y cargarlo en brazos hasta que diera su último suspiro.
—Ven conmigo —le ordenó al niño huérfano, tomándolo y escudándolo en su pecho para salir de allí.
Sus hombres pusieron en práctica la estrategia ensayada para esas situaciones, los enemigos podían ser tres, pero ellos eran cuatro ahora que el teniente primero había muerto. Un número de diferencia podía significar salir de allí con vida o no ser encontrados jamás. Ella era el oficial de mayor rango, generalmente lo controlaba todo desde el campamento, teniendo a varios escuadrones bajo su mando, pero decidió acompañar a uno de los pelotones en una expedición de información sobre uno de los talibanes enemigos. Eran un cuerpo de especialistas y una decena de sublevados frente a tres asesinos del desierto, no desfallecerían hasta terminar con el último de ellos.
El discurso de su capitán la trajo al momento presente, momento en el que pisaba sobre tierra conocida y aliada, momento en el que estaba vestida de gala con todas sus medallas brillantes que reflejaban todo lo que perdió, soportó y salvó. Fue la nobleza de su actuación para recuperar el cuerpo del teniente, haber salvado al único superviviente de la masacre y haber acabado con dos de los tres responsables de la emboscada, lo que consiguió que fuera promovida a Teniente Coronel. Sin embargo, poco le importaba más que saber que esa vida cercana no iba a recuperarla, las medallas y méritos no lo eran todo. Su mirada apagada, hundida, su rostro inexpresivo, su postura impecable, pero rígida y unas profundas ojeras, signos claros de sus problemas derivados de tanto conflicto y tantas muertes.
Una vez que el funeral terminó, Luz se alejó cabizbaja ignorando todo lo que la rodeaba, aún era demasiado joven para haber contemplado tantas muertes. Decidió alistarse al ejército para ayudar a preservar la paz, no para hacer todo lo que hizo en favor de dicha paz manchada, el blanco de la paloma había sido sustituido por el carmesí sangriento. Alguien calmada y con problemas de control como ella había terminado que dejarse dominar por su monstruo interior para poder sobrevivir y ser una bestia de matar, impune con la excusa de la paz, pero culpable de tantas cosas que jamás podría redimirse por muchos actos nobles.
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Esclavas del destino (Lumelia)
FanfictionSecuela de Amor Adolescente, diez años después del final de este. Tras una época de inestabilidad y conflictos armados en Oriente Medio, una serie de seísmos y desastres naturales azotan parte de la Tierra. Luz, que ya no es un soldado raso y Amity...