Capítulo 6: Her moonlight skin

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Lucía acarició el rostro de Amelia, aprovechando que estaba profundamente dormida, perdiendo sus dedos entre las hebras fantasiosas de su cabello. Era tan suave, tan perfecto, no tenía ni una punta abierta y, a pesar de la coloración tan agresiva que llevaba, su pelo se notaba saludable e hidratado. Sonrió sin querer, embobada por aquella imagen que tanto había extrañado, notando cómo le pesaban los ojos por mucho que quisiera resistirse a los brazos de Morfeo y poder disfrutar de esas vistas y momentos tan nostálgicos y terapéuticos. No sabía realmente por qué, pero terminó acurrucándose junto a ella, recostando la cabeza de la médica sobre su pecho mientras la abrazaba. No había cambiado de champú, su aroma la reconfortaba.

Cuando despertaron, no sabían muy bien si había pasado mucho o poco. La primera en despertar, tal y como desde siempre, fue la británica, consiguiendo que Luz estuviera totalmente despierta para cuando terminase de desperezarse.

—Buenos días, princesa. ¿Has dormido bien entre mis brazos? —preguntó, mezclando burla con dulzura y calidez, acariciando su rostro con habilidad para retirar algunos de los mechones que caían sobre sus ojos, paseándose por el contorno de su cuerpo hasta detenerse en su cintura. Su mano era suave, su toque se sentía aterciopelado, sus caricias podrían describirse como el paraíso en la tierra.

A Amelia le costó bastante procesar todo aquello, frotando sus ojos como si aún estuviera dormida, sonrojándose por sus gestos y palabras, permaneciendo inmóvil sin saber muy bien qué hacer.

—Perdona, no debí hacer eso —se excusó apenada, percatándose de sus acciones inconscientes, rascando una de sus mejillas y alejándose para levantarse de la cama, al menos hasta que notó que la tomaba con fuerza por la muñeca.

—No he dicho que me haya molestado ni que pudieras levantarte... —refunfuñó, aún más ruborizada, apartando la mirada.

—No podemos estar todo el día en la cama. Mientras te desperezas, iré a tirar los cubos de agua sucia de la bañera para que tomes un baño, quizá han dejado un uniforme de repuesto al lado de la tienda —contestó, sin moverse hasta que notó cómo soltaba su muñeca en contra de su voluntad—. También tengo productos para la piel, recuerdo que tu piel era seca, debes hidratarla y cuidarla, aunque no sean productos específicos.

—¿Cómo recuerdas eso?

—Recuerdo todo sobre ti, Amelia... Y pretendo aprender todos tus nuevos pasatiempos y gustos, si me concedes la oportunidad y el tiempo necesario fuera de un escenario apocalíptico como este, por supuesto. 

No esperó una respuesta, le concedió la ventaja del silencio y la reflexión, saliendo de la tienda con los cubos de agua usada. Caminó un rato hasta llegar al depósito que habían habilitado para poder coger más agua, no sabía si tendría suficiente con la que quedaba limpia en la tienda y regresó a los cinco o diez minutos. Para cuando abrió la cremallera de la tienda, casi se le caen los cubos al ver lo que pasaba, mirando inmediatamente al suelo para evitar ver más su cuerpo desnudo y su piel de luna.

—Está amaneciendo ahora, hemos dormido bastante. Cuando termines, iremos a comer algo a la cantina. ¿Necesitas que te traiga ropa? —informó, dejando un cubo de agua limpia junto a la bañera y otro donde se encontraban los otros— Por cierto, ni se te ocurra beber, no es potable.

—No es necesario, tienes ropa de sobra —respondió simplemente, buscando picarla. Lucía suspiró, sentándose y apoyando su espalda contra la bañera para soportar la tentación de mirar.

—Los viejos hábitos nunca cambian... —murmuró con una pequeña sonrisa, cerrando sus ojos mientras mantenía una expresión calmada y feliz.

—Sigues siendo tan permisiva como siempre... ¿Alguna vez me dirás que no? —rio suavemente, sacando una de sus manos para jugar con el cabello de la morena, quien se acercó aún más a la bañera sin necesidad de decir nada —¿Me acercas el jabón y el champú, bombón? —pidió juguetona, enredando sus dedos entre las trenzas de la morena, mirándola con mezcla de diversión y cierta picardía.

Esclavas del destino (Lumelia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora