Capítulo 11: Bajo la influencia de tus caderas

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ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ASPECTOS DENTRO DEL BDSM COMO EL SADISMO, MASOQUISMO, PETPLAY, BONDAGE Y LENGUAJE DEGRADATORIO. SI NO TE SIENTES CÓMODX CON CONTENIDO ASÍ, NO SIGAS LEYENDO.




Lucía no mintió ni vaciló con sus órdenes en todo lo que restaba de cena, en su mente estaba planeando una venganza y una forma estupenda de recuperar el tiempo perdido. No pensaba contenerse aquella noche.

—¿Para qué es el whisky, los hielos y el vino blanco?

—No recuerdo haberte dicho que podías preguntar de manera irrespetuosa —contestó, mirándola a los ojos con la intensidad de un depredador—. ¿Cómo se preguntan y piden las cosas?

Amelia mordió su labio, antes de responder.

—¿Podría saber para qué quiere todo eso, ama? —murmuró, bajando la mirada. Una parte de sí misma se arrepentía de haber tentado y despertado al demonio.

—Muy mal... Parece que no te quedó claro que cuando pides algo, debes mirarme a los ojos —susurró, alzándola por el mentón para asegurarse de que su mirada oscura se quedaba grabada en la retina ámbar de la Blight—. Tus ojos me pertenecen, igual que tu cuerpo, si quiero verlos, tengo que verlos. Sube las escaleras delante de mí, te responderé.

La morena disfrutaba enormemente de aquella posición de superioridad y control absoluto, grabando con fuego en su mente la forma en la que sus caderas y todo su cuerpo se movía mientras subía los peldaños.

—Tranquila... Tenemos todo el tiempo del mundo, no subas tan rápido —ordenó casi en un gruñido, al ver que aceleraba el paso al mismo tiempo que su mirada sobre su cuerpo iba creciendo en intensidad—. Llevo todo esto para asegurarme de que no necesitemos salir de la habitación si queremos beber...

La joven de cabello morado se estremeció, sabía que mentía a medias, no era para beber, era para tirárselo por encima para volverla loca hasta escucharla suplicar.

—¿Tienes juguetes aquí? ¿O me tocará improvisar?

—No tengo nada, lo lamento...

—¿Eso quiere decir que no has jugado rudo y fuera del vainilla desde que lo hicimos por última vez? Buena chica... No te has entregado a nadie más, me siento halagada.

—No podría confiar en nadie más que en usted para esto, ama... Sabe lo difícil que es hablar de sexualidad siendo mujer, incluso con otras mujeres.

—Y eso significa también que no puedes satisfacerte por ti misma y por eso dejaste de intentarlo... —murmuró junto a su oído, rodeando su cadera con una mano y su cuello con la otra, apresándola contra su cuerpo, riéndose de ella con una mezcla de burla y fascinación— Tranquila, mi amor, te quitaré hasta las fuerzas para caminar si es necesario.

Amelia se estremeció al sentir ese contacto físico, ella estaba ardiendo mientras que la piel de la morena se mantenía fría, sintió cómo la asfixiaba lentamente y clavaba sus dientes afilados en el lóbulo de su oído, al mismo tiempo que deslizaba su mano libre por sus nalgas desnudas, clavando sus uñas y azotándola con tanta fuerza que resonó en todo el pasillo.

—Entra al dormitorio, vamos a pasarlo bien —ordenó en otro gruñido, alejándose de su cuerpo sin remordimientos, tomando todo lo que había dejado en el aparador para poder provocarla con el contacto piel con piel. Amelia entró primero, Lucía tras ella, sirviéndose un poco de whisky sin hielo antes de sentarse en una butaca que tenía junto a una chimenea de piedra.

Esclavas del destino (Lumelia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora