x. AT HOME

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⋆ ⋆ ⋆ ⋆ ⋆ 
si, profesor.
chapter ten. at home.
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Aunque en un principio Circe se había quejado de tener que compartir la torre de premio anual con Percy Weasley, ahora estaba realmente agradecida, porque al estar lejos de la sala común de Slytherin se ahorraba el disgusto de ver a Ares y a Lidia...

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Aunque en un principio Circe se había quejado de tener que compartir la torre de premio anual con Percy Weasley, ahora estaba realmente agradecida, porque al estar lejos de la sala común de Slytherin se ahorraba el disgusto de ver a Ares y a Lidia todo el tiempo, obviamente aún tenía que soportarlos en clases, pero ella se las agregabla fácilmente para no tener que prestarles atención.

Al que realmente no podía dejar de prestarle atención era a el profesor Lupin. Cada vez que Circe entraba al Gran Comedor se encontraba buscándolo con la mirada en la mesa de los profesores y en clase apenas le sacaba la vista de encima.

Circe se sentía tan estúpida, a ella si le parecía atractivo el profesor Lupin, pero ahí mismo estaba el problema ¡era su maldito profesor! 

No se suponía que ella encontrará atractivo a un tipo que tranquiliamente podría ser su padre. Literalmente hablando.

Ella nunca había hecho algo tan fuera de las reglas como eso, había jugado muy bien el papel de la hija perfecta por años, y ahora, si alguien se enteraba de lo que había pasado en el profesor Lupin.. eso iba a ser su ruina, su reputación se iba a ir a la basura.

Y lo peor de todo era que a el profesor Lupin no parecía importale, él actuaba como si nada de eso hubiese ocurrido realmente.
Eso era lo que molestaba a Circe. Él caminaba tranquilamente por los pasillos y cuando ella entraba a su clase la saludaba como a todos sus demás alumnos, cuando ella claramente no era como sus demás alumnos.

La rubia estaba acostumbrada a ser el centro de atención, con su madre y su padre siempre hablando de ella, contandole a sus amigos lo buena que era, sus notas excelentes, su buen comportamiento y ahora de repente ser ignorada resultaba ser espantoso. Circe anhelaba la atención.

Ella tenía ganas de atraparlo en los pasillos y decirle que dejará de actuar como si nada hubiese pasado, porque si había sucedido, aunque a él no le gustara admitirlo. Habia pasado y Circe no podía sacarlo de su maldita mente.

La indiferencia del profesor Lupin crecía cada vez más, durante la última clase de defensa contra las artes oscuras, antes de las vacaciones de Navidad. La práctica del hechizo patronus había quedado momentaneamente suspendida, mientras se concentraban en repasar todos los hechizos que les iban a tomar en los ÉXTASIS.

Las vacaciones de Navidad era algo que también le preocuba a Circe, y aunque a ella siempre le había gustado volver a casa para disfrutar en compañía de su família y recibir costosos regalos, ese año no se encontraba particularmente entusiasmada con la idea de ver a sus padres.
No le agradaba la idea de escuchar a su família despotricar todo del tiempo sobre Ares, probablemente ellos también insistirian en encontrar a otro esposo para ella, porque teminar Hogwats y no casarse, podría compararse fácilmente con un pecado.

—Si el maldito elfo doméstico viene a buscarnos de nuevo voy a suicidarme —se quejó Draco, mientras bajaban del tren, arrastramdo detrás de ellos su baúl. 

Circe alzó una ceja mientras lideraba el camino.

—Oh, lástima. Tu muerte habría alegrado mis vacaciones —se burló la rubia mientras señalaba a su madre a lo lejos.

Cuando Narcissa los vio, se acercó a ellos, regalandoles una pequeña sonrisa.
Si había una regala tácita entre los Malfoy (y la mayoría de los sangre pura) era no demostrar las emociones en frente de los demás, esas cosas se guardaban para la privacidad. Asi que la pequeña sonrisa fue suficiente para hacerle saber a sus hijos que ella estaba feliz de verlos.

—Su padre los esta esperando en casa —murmuró, mientras movía su varita hacia los baules de sus hijos para hacerlos desaparecer—Tomen mi mano.

Circe se abstuvo de soltar un bufido y de poner los ojos en blanco. Ella tenía diecisiete, ya tenia permitido hacer magia fuera del colegio y podia aparecerse en donde se le diera la gana. Pero su madre aún continuaba actuando como si ella tuvuera siete años. 

Cuando llegaron a la mansión Malfoy, Circe se apresuró a soltar la mano de su madre, esperando encontrar alguna excusa para subir a su habitación y no salir jamás, pero fue demasido tarde porque su padre no tardo en llegar hasta ellos.

—Hola, padre —saludaron ambos hermanos mientras se balanceaban en su lugar, sintiendose algo incómodos por la mirada que les estaba dando el hombre.

Lucius no despegó la vista particularmente de su hija, antes de hablar.

—Mi padre esta aquí de visita —les informó— quiero que se comporten.

Solo bastó que su padre dijera aquello para que Circe se arrepintiera completamente de haber decidido regresar a su casa.
No la mal entiendas, ella realmente amaba a su abuelo, pero él era un tipo... exigente, la mayor parte de su infancia ella había estado intendo ganarse un poco de su amor.

Abraxas Malfoy había despreciado a Circe porque era una mujer, en el sentido de que ella era realmente la primera mujer Malfoy que había nacido en años. Su abuelo pensaba que ella estaba rompiendo con la tradición de que los Malfoy engendraran solo hijos varones, para él era inaceptable que el apellido Malfoy se perdiera cuado tuviera que casarse.

Pero luego nació Draco y las aguas se apaciguaron. Luego él mismo se acercó a Circe y le enseñó la mayor parte de las historias que ella sabía sobre su família y sobre la pureza de la sangre. Él presumió a su nieta, pero claramente no fue la favorita, porque Draco le ganó ese puesto indiscutiblemente.

—Mis nietos ya estan aquí y tu no me lo avisaste, Lucius. ¿Por que no lo hiciste, Lucius? —Abraxas salió del salón y se dirigio hacia ellos que estaban en el vestíbulo.

Abraxas Malfoy era un hombre avanzado en años, Circe se sentía mal por no saber realmente la edad que tenía. Pero aunque el estuviera viejo, seguía intimidando a su hijo.

La rubia vio como su padre se ponía derecho y abría la boca listo para disculparse, asi que ella decidió hablar para evitar que él pasara un mal momento.

—Hola abuelo, siempre es agradable verte.

—¡Ah, Circe! —la atención de hombre se dirigió a ella y Lucius le agradeció a su hija con un moviento de cabeza— Me he enterado lo que sucedió con el nieto de los Crouch, si me preguntas, creo que es un maldito idiota.

Ella sonrió.

—Si, lo es.

—¿Por que no pasamos a cenar? —preguntó Narcissa, regalandole a su suegro una sonrisa cortés.

Cuando todos se encaminaron hacia el comedor, Lucius se quedó atrás para hablar un momento a solas con su hija.

—No dejes que el bastardo asqueroso de Crouch arruine tu noche —le dijo— voy a solucionar todo, tu no te preocupes. Nadie humilla asi a mi hija, no sin atenerse a las consecuencias.

Circe le regaló a su padre una gran sonrisa, quizás después de todo no era tan malo volver a casa.

SI, PROFESOR [REMUS LUPIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora