xvi. BABY

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si , profesor.
chapter sixteen. baby
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La única vez que Circe recordaba haber ido a San Mungo fue porque había nacido su hermano, aquella vez había ido acompañada de su padre, pero ahora estaba sola, setanda en la sala de espera mirando su reloj con impaciencia

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La única vez que Circe recordaba haber ido a San Mungo fue porque había nacido su hermano, aquella vez había ido acompañada de su padre, pero ahora estaba sola, setanda en la sala de espera mirando su reloj con impaciencia.

Circe nunca había sido una persona paciente, le gustaba conseguir las cosas cuando las quería, no había tiempo para esperar y ella se estaba comenzando a impacientar. Se suponía que ella, entre todas las demás personas que estaban en la sala de espera, merecia ser atendida lo antes posible; su padre donaba una muy buena cantidad de dinero todos los años al hospital.

La rubia miro la puerta del consultorio , solo para leer por quinta vez en menos de diez minutos «Francisco March, Sanador. OB ». Circe comenzaba a pensar que debía haberle hecho caso a su madre y ser atendida por un sanador privado, todo iba a ser más tranquilo y con mejores atenciones, pero ella había pensado que iba a recibir un trato privilegiado por ser una Malfoy, cosa que claramente no sucedió.

Asi que con ese pensamiento se puso de pié con intencion de irse de allí, pero en ese momento la puerta del consultorio se abrió y reveló a un hombre vestido con su tunica verde, revisando unos papeles que tenía en la mano.

—¿Se encuentra presente la señorita Malfoy? —preguntó el medimago, levantado la mirada para ver entre todas las mujeres acompañadas por hombres que estaban esperando ser atentidas.

Circe suspiró antes de dar un paso al frente . El hombre le regaló una sonrisa y se hizo a un lado para dejarla pasar, solo en ese momento Circe de dio cuenta de el no parecía ser mucho más grande que ella .

—Dejame adivinar lo que estas pensando —le dijo el sanador en un tono divertido mientras cerraba la puerta— estas pensando que soy muy joven para ser un sanador .

La rubia lo miro con una ceja alzada, analizandolo.

—Sí —respondió Circe, levando los hombros con indiferencia— ¿Estas realmente capacitado? ¿Cuantos años tienes?

En lugar de molestarse por el comentario, el sanador March se rio y le señalo la camilla para que se recostara mientras él se sentaba detrás del escritio.

—Dime... Circe —el dijo su nombre luego de leerlo en sus papeles— ¿Sabes de cuantos meses estas?

Circe se sentó en la camilla y miró.

—No lo sé ¿de cuatro meses, quizás? —le dijo de forma dudosa.

—Bueno, ahora lo sabremos —él le dijo, dandole una sonrisa amigable— aunque podría suponer que son cinco meses por el tamaño de tu estómago. ¿ Esta es la primera consulta que haces?

Las mejillas de Circe se tiñeron de rojo por la forma en la que el le pregunto aquello, la hizo sentir como si fuera irresponsable y probablemente lo era.

Ella se recosto en la camilla tal y como el sanador se lo habia pedido antes.

—Si —admitió con vergüenza— aún estaba procesando todo y estaba en el colegio cuando me enteré, yo...

El sanador March negó, mientras acercaba a ella un extraño aparato que Circe no pudo reconocer.

—No tienes que darme explicaciones —le dijo— ¿supongo que fue algo inesperado?

Circe solto una risa nerviosa.

—Completamente.

—Bueno —él le regalo una sonrisa— este dispositivo de aqui es uno muggle, ¿Notas esto? Es una pantalla, aqui podremos ver a tu bebé, podremos saber su sexo y podrás escuchar lo latidos de su corazón si asi lo quieres.

Circe miro al dispositivo con atención.

—Al parecer los muggles no son tan inútiles como creí.

El hombre se rio.

—Si, son más ingeniosos de lo que nosotros pensamos. Ahora... —él subio con cuidado la camisa de Circe para dejar al descubierto su estomago— ¿tenemos que esperar a alguien o...?

—Madre soltera —afirmó Circe, haciendo una mueca cuando el sanador le tiro un especie de gel en el estómago, antes de pasarle el dispostitivo— ¿como se supone que vea todo si esta en blanco y negro?

—Mira aquí —le dijo él apuntando la pantalla— esa es su cabeza ¿Quieres escuchar el latido de su corazon?

Circe asintió y pronto llego a sus oidos un constante «bum, bum».

—Wow —murmuró la rubia mirando su estomago— eso es completamente...

—Increible, ¿no ? —terminó por ella Francisco March— ahora podemos saber que el bebé de hecho es una niña y tienes cinco meses. Felicitaciones, Circe.

Circe miro la pantalla de aquel extraño dispositivo en dondo podia ver a su hija y de repente se sintio estúpida cuando se dio cuenta de que estaba llorando.

El sandor le limpió el estómago com una toalla humeda antes de apretarle el hombro.

—Malditas hormonas —murmuró Circe bajandose la camisa y secandose las lagrimas mientras se sentaba.

Franscisco March se rio.

—Bueno, si te sirve de consuelo mis hermanas dicen que es mejor estar embarazada que estar con la regla.

—Que absurdo —la rubia se burló— es mucho mejor la regla.

—No puedo opinar sobre eso —se defendio el sanador, volviendo a sentarse detrás de su escritorio— bien, Circe, todo parece ir bien pero me gustaría verte por aquí más seguido. Aquí dice que ¿el padre es un hombre lobo?

Circe se llevó una mano a el cuello con incomodidad.

—Si... ¿la bebé podría ?

—Probablemente —murmuró Francisco, mirandola con lástima— pero aun no es seguro, solo lo sabremos cuando nazca. La realidad es que cada uno de los rasgos de una persona está definido por los genes que se heredan en un 50 % del padre y la madren lo que ocurre es que unos prevalecen más que otros. Son los misterios de la herencia genética, pero tu no te preocupes por eso ahora mismo.

La rubia asintio.

—¿Pero ella esta bien ahora, no? ¿Esta sana?

—Completamente, parece que va a ser una niña muy fuerte, asi como su mamá.

Circe sonrió con orgullo.

—Por supuesto que lo será.

Francisco March le regalo una gran sonrisa antes de negar con la cabeza y ponerse de pié .

—Fue un gusto conocerte Circe, si tienes algún inconveniente o hay alguna pregunta que esta rondando por tu cabeza no dudes en enviarme una lechuza, trataré de contestarte lo antes posible.

—Entonces espere que una lechuza lo moleste al rededor de las cuatro de la madrugada, es cuando mi mente comienza a pensar cosas sin sentido y no me deja descansar —ella le dijo con diversión, abriendo la puerta lista para irse .

—Veinticinco —él le dijo antes de que cerrará la puerta.

—¿Qué? —preguntó Circe con confusión.

—Preguntaste cuantos años tenía. Tengo veinticinco. 

Circe lo miro con diversión.

—Bien por ti.

SI, PROFESOR [REMUS LUPIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora