Capítulo VII

1.7K 103 22
                                    


Pocas semanas habían ocurrido de la fiesta en la mansión de los Malfoy, pero por su mente pasaban imágenes una y otra vez de lo sucedido esa noche.

El beso, las miradas y la promesa de reencuentro la hacían despistarse más de una vez en sus tareas diarias.

Durante las últimas semanas trataba de enfocarse en cualquier otra tema que no fuera Lord Voldemort. Viajaba con su padre al ministerio para aprender de sus labores y, si daba la oportunidad, conocer más gente poderosa de su círculo.

Junto a su madre se dedicaban a ir decompras o eventos de caridad para "mantener las apariencias" y a veces viajaban a la mansión Malfoy para encontrarse con Narcissa y tomar un poco de té. Draco estaba comenzando a ser más amable con ella al pasar tanto tiempo en su casa, pero aún era un cretino.

A veces simplemente se encerraba en su habitación y como era costumbre, se masturbaba hasta el cansancio al sentir un fuerte calor recorriéndola de pies a cabeza. Había momentos en los que solo quería descansar, pero una fuerza mayor que no podía controlar la obligaba a liberar energía de alguna u otra manera.

Hacía poco tiempo, se sintió nuevamente como una niña pequeña, igual que antes de entrar a Hogwarts.

Su magia se comportaba de manera extraña y ella podía sentirlo. Sucesos inexplicables ocurrían a su alrededor como cuando sufría de ataques de magia accidental.

No era legal realizar magia fuera de la escuela, o podría sufrir una expulsión por ello. Su varita como todas las vacaciones se encontraba en la mesa de luz de su habitación esperando a volver a ser usada.

A veces, algunas macetas de las flores favoritas de su madre explotaban sin explicación alguna, otras le había lanzado un maleficio Locomotor Mortis a un elfo que pasaba por su habitación... accidentalmente claro.

Temía que el ministerio tomara estas fluctuaciones de su flujo como magia real y el detector mágico que tenían por ser menor de edad informara que estaba haciendo magia ilegal.

Cansada de aquella situación decidió buscar en el diario que su madre le había regalado. Sus antepasados tuvieron síntomas iguales a los de ella, cada uno a una edad diferente pero comenzaba en la adolescencia.

Para su desgracia, ni uno explicaba cómo calmarlo o que hacer con aquel sentimiento, simplemente terminaban la página con un "Te deseo buena suerte, todo saldrá bien".

Enojada y sin obtener respuesta de lo que estaba buscando, dejó el diario a un lado de su cama olvidándolo por el momento y se dirigió en busca de su madre, ella sabría qué inventar.

La mansión como siempre estaba en silencio y armonía, al pasar por las cocinas escuchaba las risas de los elfos mientras cocinaban lo que suponía era la cena.

Su madre no se encontraba tan lejos, como siempre estaba leyendo y tomando el té en el salón privado, por la hora supuso que su padre estaría en el ministerio trabajando.

Tocó la puerta ansiosa, necesitaba respuestas ya que sentía el típico calor comenzar a descender por su nuca. Apenas oyó que su madre le daba permiso para ingresar, abrió esta de manera apresurada sorprendiendo a la contraria al hacerlo.

La mayor la notó ansiosa y, como no, acalorada. Tardó unos segundos en procesar lo que estaba ocurriendo y dejó el libro que tenía en sus manos junto a su taza de té.

— Madre... ¿Qué me está pasando? —preguntó la menor cada vez más acalorada, sentía que el aire la estaba dejando poco a poco—

Su madre se levantó de inmediato hacia ella y dirigió su mano sobre la frente de la menor, como cuando le tomaba la temperatura de pequeña. Aquella palma fría le reconfortó por unos pocos segundos, pero quedó en el olvido al sentir una punzada en su bajo vientre.

— Ven querida, debes acostarte en tu habitación, llamaré a tu padre —ambas se dirigieron nuevamente por donde había venido. Estaba frustrada por aún no obtener respuestas pero el calor cada vez era peor e insufrible, comenzaba a contemplar borroso lo que le dificultaba subir las escaleras, por suerte su madre la tenía firmemente sostenida por el brazo y si no fuera por ello se habría caído en los primeros escalones.

No sabía cuándo había llegado a su recámara solo se dio cuenta una vez que sentía sus reconfortantes sábanas arrugarse debajo de ella.

Notó como su madre le daba unas órdenes a uno de sus elfos personales y pronto estaba a su lado nuevamente.

— ¿Qué me está pasando? —repitió su pregunta de hacía minutos atrás, con la poca cordura que le quedaba. El calor que estaba sufriendo era mucho peor a los anteriores. Su cuerpo se encontraba más sensible de lo normal, y el apenas roce con sus sábanas la volvían loca.

— Querida, esas sufriendo del "Calor" nos ocurre a todos una vez llegamos a una etapa de la adolescencia, quieres decir que estas lista para comenzar a buscar una futura pareja —su madre le explicó con calma a la joven. Pequeños quejidos habían comenzado a salir por sus labios y apenas podía escuchar a la mayor, sentía el corazón bombear fuertemente contra sus oídos— La magia quiso ayudar a nuestros antepasados, este es el regalo que nos dió, nos ayuda a encontrar y atrapar a una persona capaz de romper la maldición. Ahora atraerás personas más fácilmente lo que te ayudará en tu búsqueda querida—.

No sabía cuándo se había enroscado con sus sábanas, a pesar de estar febril necesitaba sentirse protegida y rodeada de algo o alguien y lo más cercano en ese momento eran estas.

La puerta se abrió al al momento de terminar su madre la explicación de lo que le estaba ocurriendo, era su padre recién llegado del trabajo. Al parecer él también sabía de la por la que atravesaba y no dijo nada sobre aquello.

Muy por dentro, pensaba que esta era su segunda menstruación, tan vergonzosa como la primera y se sentía morir al ver a sus padres ayudarla con este tema.

Ambos le explicaron que estaría encerrada en su habitación mientras duraba el calor, prometieron que llevaría agua y comida diario para que no le faltara nada. Por precaución, y para que no saltara ante el primer sujeto que veía, se quedaría la puerta cerrada mágicamente. Su varita sería confiscada para que no hiciera magia ilegal para escaparse.

Apenas podía hablar, su opinión en ese momento no importaba ya que no tenía razonamiento alguno. Ambos padres le dieron un último saludo y, como prometieron, cerraron todo mágicamente.

Su cordura se perdió en el momento que supo que se encontraba sola, la ropa se fue desprendiendo de su cuerpo a velocidades insospechables y sintió como el sudor comenzaba a manchar su sabanas.

El calor la alentaba a moverse vulgarmente sobre su cama, parecía contraerse para buscar alguna posición que le pudiera satisfacer o sentir más cómoda de lo que estaba.

Sus partes inferiores comenzaron a empaparla de algún líquido pegajoso y eso tampoco le importaba.

Otros lugares comenzaron a dolerle de manera muy molesta, como si fueran estrujadas de forma dolorosa, y no podía pararlo.

Realmente deseaba que aquello paraba, sentía su saliva caer por una comisura de sus labios, parecía una bestia en celo que solo quería que la follaran.

No sabía en qué momento había comenzado a masturbarse, aquello estaba siendo tan común últimamente que hasta lo sentía vulgar y no algo como algo de necesidad.

Esta vez fue completamente diferente a lo normal, por lo general pensaba en alguien poderoso que le atrajera su magia y sus dedos hacían lo necesario.

Se encontraba sobre sus brazos y rodillas por encima de la cama, su culo se encontraba al aire, expuesto hacia la ventana de la habitación.

Sentía que debía hacerlo así, con su mano esta vez por detrás usaba sus dedos para auto penetrarse como podía.

Quería parar

Y en su estado de inconsciencia, no se dio cuenta que algo o alguien la observaba por su ventanal.

*****

Capítulo corto, introducimos otro "síntoma" causa de la maldición que sufre nuestro personaje

¿Alguien conoce el omegaverse? entonces sabrá lo que es el celo y el nido. Si no lo sabes, puedes investigarlo, es bastante interesante.

The Curse [Lord Voldemort y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora