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Damiano

Nunca me hubiera imaginado despertarme sin tener a mi lado a la chica que me alegra los días.

Esto ocurrió en numerosos días interminables para mí. Días horribles pensando cosas positivas a pesar de que Sienna estuviera inconsciente en el hospital.

Y cuando despertó, me sentí el chico más feliz de este mundo. Me sentía vivo. Listo para abrazar a mi pareja y para vivir más aventuras juntos.

Pero esa alegría se cayó a mis pies como si alguien me echara un cubo de agua fría en la cabeza.

Sienna no se acuerda de mí.

Esto me dolió porque tenía muchos planes en mente, pero todos quedaron en una fantasía que no iba a cumplir. O sí, pero en un futuro. O no, tal vez no sentiría nada por mí en todo el tiempo de recuperación.

Me sentí como ese personaje que está decepcionado por algún acontecimiento. Ese personaje que vemos en las películas, el cual se queda sin habla y, si tiene algún jarrón en las manos, este se cae y se rompe en pedazos.

Me costaba estar en aquella habitación con Sienna por primera vez. Me costó aún más estar fuera de esta cuando me fui de allí, escapando de la realidad.

Estaba contento porque la chica había vuelto, estaba bien. Pero me partía el corazón que no supiera quién soy.

Cuando salí de allí, empecé a sollozar en el pasillo del hospital mientras la gente caminaba cerca de mí.

Mi cuerpo falló y me dejé caer en el suelo descansando la espalda en la pared. Me escondí en mis manos ignorando los mechones de pelo que se colocaron delante de mi rostro.

Lloré allí pocos minutos para luego salir del hospital.

Necesitaba coger aire.

Los recuerdos aparecieron en mi cabeza: Sienna sonriendo aquel día en la playa, gritando y riendo mientras ambos estábamos disfrutando de un fin de semana en la costa del país.

Su pelo con mechas rubias recién cortado se movía con la brisa del lugar. Su cuerpo oculto solo con un bikini de color naranja y negro. Sus labios sin ningún rastro de maquillaje.

Mis brazos rodeaban su cuerpo cuando corrí detrás de ella para atraparla. Acarició mi piel riendo, depositando un beso en mi mejilla antes de decirme que me amaba.

La cogí en brazos, ella rodeó mis caderas con sus piernas y se dejó llevar una vez más.

Le encantaba dejarse llevar estando conmigo. Esto le hacía sentir viva y libre.

Se sentía segura a mi lado, Sienna sabía que estaría bien conmigo.

En una ocasión, hace mucho tiempo ya, le había prometido en nuestra cama que estaría con ella para protegerla y quererla, haciéndola feliz.

Nos besamos sintiendo como nos adentrábamos en el agua de aquella playa. Sus piernas seguían en mis caderas y yo aproveché el momento para colocar mis manos en su trasero y apretarlo un poco.

Amo su cuerpo tal y como es. Amo besarlo y tocarlo. Me parece un cuerpo esculpido por los mismos dioses. Estos me pusieron una diosa delante de mis ojos y me enamoré de ella.

Al hacer esto, Sienna comenzó a reírse y se alejó de mí, nadando.

Sonreí al ver a aquella chica que me robó el corazón, pero nunca me esperaba que las olas se llevaran su cuerpo cerca de las rocas.

Grité su nombre, pero no me oyó porque se había alejado de mí. De nuevo grité su nombre.

Segundos después, su cuerpo desapareció en el agua. Eso me angustió porque estaba preocupado por la proximidad de aquellas rocas.

Una storia |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora