09

126 22 65
                                    

Damiano

—Ven.

Es lo que oigo una vez que abro los ojos y veo a Sienna apoyada en el marco de la puerta de la habitación.

Parece que ha abierto uno de los armarios y se ha cambiado de ropa al darse cuenta de que hay prendas suyas en estos muebles.

—¿Qué? —digo confuso. Muy confuso porque Sienna está allí, delante de mí con una bonita sonrisa en sus labios.

Y yo pienso que estoy en un sueño. Todo porque su apariencia es muy similar a la que tenía en el pasado cuando estaba conmigo.

Su cabello recogido. Su sonrisa verdadera.

Es mi Sienna. Y creo que no estoy soñando.

—He preparado el desayuno. Y sí —ríe. Se siente tímida—, he abierto los armarios que hay en esta casa, pero no todos.

Rio a carcajadas al oírla, también al ver su aspecto ahora mismo. Está algo avergonzada.

—Damiano, no te rías de mí —dice cruzándose de brazos. Se da la vuelta y camina, desapareciendo de mi vista.

—Sienna, espera.

De un salto me levanto de la cama. Me pongo en pie rápidamente y me llevo una mano a la cabeza sintiendo un ligero mareo.

Te olvidas de que te mareas si te levantas rápido, idiota.

—Sienna. Sienna.

Cojo una de sus manos con cara de preocupación. Una preocupación que ha aparecido porque la muchacha estaba muy seria.

Y sí, digo estaba porque ahora se está riendo en mi cara.

—Si te hubieras visto. Menuda cara —dice riéndose mientras yo me siento un tonto.

Un tonto de nuevo, como en los viejos tiempos.

Con un movimiento rápido y algo brusco, pego su cuerpo contra el mío. Abrazo a Sienna sintiendo como mi corazón late despacio, tranquilo.

El abrazo es uno fuerte, impidiendo que ambos nos alejemos.

Y parece que ninguno de los dos quiere alejarse. Parece que se siente cómoda conmigo.

Ocurre un silencio acompañado del corto canto de unos pájaros.

Y yo me siento bien.

Un tonto en los brazos de... Del amor de su vida.

Quiero decirle algo, pero no me veo capaz para hacer esto. No quiero estropear el momento.

Es por eso que, minutos después, ambos estamos sentados con el desayuno delante de nosotros, devorando lo que ha preparado: crepes cubiertos con un montón de chocolate.

Tanto chocolate que, entre mis gemiditos de placer al saborear el dulce, se me ha manchado el pantalón del traje.

Sienna se ha reído con la boca cerrada teniendo comida en esta. Una vez que ha masticado todo, me ha dicho que soy un desastre. Me lo ha dicho con mucho cariño.

Y yo me he encargado de recoger la gota que se ha caído en mi ropa pasando un dedo encima de la tela.

Juraría que Sienna casi se ha atragantado al verme con el dedo entre los labios.

He tenido que controlar mis pensamientos para no volver al pasado y recordar un par de cosas subidas de tono... En fin, que es demasiado temprano para pensar en estas cosas.

Solo somos amigos. Amigos que se han besado.

—Oye —decimos ambos a la vez y esto nos causa gracia. Veo su bonita sonrisa mientras aparta un mechón de pelo a un lado.

—Habla tú primero.

—Bueno, solo quería preguntarte si... Si todo va bien entre nosotros después de aquel beso —asiente oyendo lo que sale de mi boca. Sigo comiendo, esperando que diga algo.

Sus dedos se mueven en la mesa. Gesto que hace cuando está pensando algo y necesita silencio.

—Todo va bien —lo dice con una sonrisa que me hace sonreír, pero debo de tener cuidado con mis propios sentimientos porque esto no significa que las cosas vayan bien así de repente. Tan bien como yo deseo.

No te fíes, Damiano. No corras con tus sentimientos. No te hagas ilusiones.

—Pensé que debajo de esta mesa tendrías una pistola escondida, lista para matarme por lo que hice ayer —bromeo riendo. Hemos pasado la noche juntos, dormidos abrazados.

—Mucho te ríes. Si fuera tú, miraría debajo de la mesa —comenta alzando una ceja—. No puedes fiarte de mí.

Habla en un tono serio. Está empezando una de sus típicas bromas.

Me pongo serio y veo debajo de la mesa. Cuando lo hago, su mano golpea mi rodilla, creando así un gran ruido.

Me quejo como si lo que acabase de hacer me hiciera daño. Ella ríe levantándose de la silla.

Se acerca a mí mientras sigo con una mano en la zona golpeada, quejándome y viendo a esta chica.

Su cuerpo se coloca cerca del mío para poner sus manos en mis mejillas. Está seria, pero la comisura de sus labios está moviéndose intentando no sonreír.

Paro de quejarme como un bobo y me centro en la muchacha. Me ve a los ojos y luego ve mis labios.

Se acerca un poco más. Siento como mi cuerpo intenta estar controlado, pero me está costando relajarme.

La siento muy cerca de mí.

—Sienna —susurro. Niega lentamente con la cabeza y mueve el pulgar acariciando mi mejilla.

—Damiano, yo...

No dice nada más.

En un movimiento lento, sus labios se juntan con los míos. Un beso lento, sin prisa.

Un beso en el que acaricio su cuello. Un beso en el que, sin saber como ni cuando, Sienna acaba sentada encima de mis piernas.

•••

****

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

****

Holaaa.

Estáis de suerte porque esta escritora loca ha escrito mucho en las últimas horas.

¡Así que tendréis tres capítulos hoy (este es el segundo)!

¿Listxs para saber qué pasará en el siguiente?

¡ESTOS DOS SE HAN BESADO OTRA VEZ Y YO ESTOY GRITANDO! ADORO A SIENNA Y A DAMIANO.

Os dejo seguir leyendo jeje, que esto sigueeee.

¡Nos vemos!

Una storia |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora