⇜Capítulo 5⇝

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Cinco años después...

—Pasaré por ti a las siete y no me hagas esperar, omega. Sabes que odio eso.

Harry abrió la puerta del auto y volteó hacia el Alfa.

—No me llames de esa manera —le pidió con voz mordaz.

—Eres un omega. ¿No es así? —replicó con sorna Zayn de forma atractiva, pero altanera.

Harry rodó los ojos, el alfa sabía cuánto le molestaba aquello.

—No soy tu omega. No me llames así. Punto. —Se giró con rapidez para bajar del auto, pero la dura mano del alfa en su delicado brazo lo detuvo.

—Cuida tus formas cuando te dirijas a mí, Harry. Me encanta cogerte, pero no te pases de listo, porque ni tu agujero te salvará si decido que ya fue suficiente de mantener tu imperio. —Harry tragó saliva y levantó su mentón—. Así me gusta. A las siete de la noche pasaré por ti.

El omega asintió y giró su cuerpo para poder bajar del BMW de Zayn, pero este tironeó suavemente de su brazo. Supo de inmediato lo que quería, entonces pasó saliva y tragó el asco, el mismo de los últimos años. No se debía al aspecto del alfa, nunca puso en duda la belleza de este ni lo atractivo que le resultaba, sino que le revolvía las tripas su maldad y la impunidad con la que se manejaba en la vida. Volteó hacia él y con la mejor cara que pudo poner dejó que este lo besara.

—Quiero tenerte en mi cama, Harry —declaró sobre los labios del omega.

—En tu próximo celo me tendrás —aseguró con el estómago revuelto.

—No me alcanza con tenerte una vez al mes. Quiero más de ti. —Aferró su mano a la nuca del omega y presionó para atraerlo más a él.

—Zayn... Un trato es un trato. Yo lo respeto, tú lo respetas y todos contentos. Estoy cansado, quiero dormir, por favor.

El alfa relamió sus labios y observó al omega por unos instantes e inclinó el rostro hacia su cuello.

—Quiero que pienses en mi propuesta. —Hundió la nariz allí y respiró profundo.

Harry no dijo nada, solo cerró fuerte los ojos, ya que odiaba esos acercamientos; se sentía invadido.

El alfa olisqueó su cuello, a pesar de que sabía que no encontraría la esencia del omega, pero el costoso perfume que él mismo le había regalado le sentaba de maravilla en su piel. Apoyó sus labios y dejó un corto beso allí, luego llevó la mirada a los ojos del joven y se relamió los labios, saboreando la costosa fragancia que lograba excitarlo como desde el primer día en que lo poseyó.

—A las siete —advirtió Zayn—. Ahora bájate —ordenó y llevó la mirada hacia el frente.

Harry bajó rápidamente del auto, dejó escapar el aire que estaba conteniendo y caminó los pocos metros que lo separaban de la entrada del edificio donde vivía. 

El alfa volteó hacia él y lo observó caminar, admirando la delicadeza en cada paso, la sensualidad que Harry poseía en cada uno de sus movimientos. Sus sensuales piernas envueltas en ese jean ajustado blanco y las curvas pronunciadas de su cintura, que podía admirar a través de la camisa negra de gasa, le gustaba en sobremanera, al igual que su cabello de color chocolate, lleno de rizos que le acariciaban los omóplatos. Ese omega no se parecía en nada al que había conocido una tarde de invierno. En quien este se había convertido, había superado las expectativas de Zayn. Harry era precioso y tenía un brillo encantador a pesar de la oscuridad que lo envolvía.

El menor ni siquiera volteó hacia el alfa cuando este aceleró el auto precipitadamente; lo conocía a la perfección, por desgracia. Zayn amaba ostentar sus pertenencias y Harry era una de ellas. Atravesó la puerta de entrada del edificio y caminó haciaa el ascensor. Se apoyó en el espejo cuando las puertas se cerraron y dejó caer su cabeza sobre el mismo. Respiró profundo mientras intentaba contener un poco más el pensamiento que empujaba en su interior por salir a la superficie. El ascensor se abrió y apresuradamente caminó hasta la puerta que tenía grabada la letra B en ella, introdujo la llave despacio y la abrió. Al entrar, arrojó las llaves sobre la mesita junto a la puerta y caminó hacia el baño, sin demorarse se metió bajo la ducha para quitarse el olor a noche. El agua caliente recorría su cuerpo y sus lágrimas lograron esconderse tras las gotas que caían a través de sus mejillas.

El Camino a casa [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora