⇜Capítulo 29⇝

378 26 37
                                    

Más disparos se escucharon cuando Donatella vio el cuerpo de su hermano desvanecerse en el suelo.

—¡Harry! —gritó desesperada.

Lo tomó de las mejillas corroborando si estaba herido y miró de reojo a su madre que yacía tendida en el piso con un charco de sangre rodeando su cabeza, sus cabellos oscuros se encontraban teñidos de un rojo carmesí. Ladeó la cabeza de su hermano de un lado a otro, asegurándose que no estaba herido y el alma le volvió al cuerpo entonces. La calma poco le duró cuando sus cabellos se halaron con brusquedad y el brazo de su hermano mayor la rodeó, con el rabillo del ojo pudo ver a Zayn tratando de ponerse de pie y lo más probable fuese que él le hubiera disparado a su madre.

—¡Hija de puta! Vas a pagar por todo lo que causaste —amenazó Rocco lleno de rabia.

Donatella sujetó los brazos del mayor que la apretaban con vehemencia, lo había visto muchas veces enojado, pero nada como lo que apreciaba entonces.

—A mí no me importa si no recupero el dinero, lo único que quiero es verte muerta —advirtió furioso—, pero antes, verás morir a la persona que más amas.

La omega contempló a su hermano extender el brazo hacia Harry quien se encontraba en el piso recuperando poco a poco el conocimiento que había perdido en el momento que su cabeza golpeó contra el piso gracias al impacto de la bala que tumbó a su madre y la hizo caer sobre él. 

—Mírame, Harry —gritó Rocco y le apuntó con el arma—. ¡Mírame, asqueroso omega! ¡Quiero ser lo último que veas!

El menor de los hermanos abrió los ojos con dificultad mientras escuchaba la orden del alfa. Rocco sujetaba con fuerza a Donatella y Harry no tuvo dudas, su hermano dispararía el arma con la que lo apuntaba. Alzó las manos a la altura de su pecho como si con eso pudiera frenar las intenciones del alfa.

—Rocco... por favor —suplicó Harry.

Otro disparo y un agudo grito de dolor se escuchó llamando la atención de Harry quien llevó la mirada hacia Zayn, este se había sentado a horcajadas de Nassef, quien aún continuaba tendido en el suelo, y pudo ver dos charcos de sangre, uno en su hombro y otro en su rodilla. El pelinegro lo amenazaba con el arma apuntando a su frente y parecía no importarle mancharse con la sangre del tipo.

—Ya no te ves tan malote ahora, hijo de puta —masculló Zayn lleno de rabia—. De la misma manera que destrocé tu hombro y tu rodilla, lo haré con tu cabeza.

—Espera —balbuceó Nassef agonizando de dolor—. Espera...

Zayn bufó por la nariz y tosió algunas veces, la misma le hacía temblar; se limpió la boca con la mano, la que mancho de sangre al hacerlo.

—¿Recuerdas la noche en que mataron a Ian? Porque yo no la olvido. Mi hermano murió en mis brazos —relató furioso, tragando la sangre que se agolpaba en su boca, quizá no le quedaba mucho tiempo, pero vengaría la muerte de su hermano y aseguraría a su omega un futuro de tranquilidad. Llevó el arma al abdomen de Nassef y la hundió con violencia—. Esto es por mi hermano —sentenció y apretó el gatillo.

Del otro lado del salón, Rocco llevó su atención a Zayn y permaneció observando lo que estaba sucediendo con sus socios. Nassef gritaba desesperado ante el dolor de sus heridas y el pelinegro disfrutaba lo que estaba haciendo. Aún sujetando a su hermana, quiso intervenir.

—¡Suelta el arma, Baco! —ordenó a Zayn, pero este lo ignoró—. ¡Suelta el arma, hijo de puta! —Intentó una vez más.

El pelinegro ladeó apenas su cabeza hacia este.

—Este es un asunto entre Nassef y yo —aclaró con la voz entrecortada a causa del dolor de su herida.

—¡Suelta el arma! —repitió Rocco.

El Camino a casa [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora