⇜Capítulo 28⇝

887 104 208
                                    

Tenía la mirada perdida en el exterior de la casa mientras acariciaba su pecho como se le había hecho costumbre durante los últimos tres días, parecía que su omega se tranquilizaba cuando lo hacía al igual que cuando le hablaba suavemente, podía sentir que la tirantez de su lazo cedía un poco ante la dulzura de su tacto y la delicadeza de sus palabras. Por las noches era cuando peor se sentía, esa era la razón por la que estaba en la ventana observando las luces de la patrulla de policía que permanecía en la puerta de su casa desde ayer que realizaron la denuncia, pese a la oposición de Niall y luego de haber tenido que esperar las estúpidas cuarenta y ocho horas que le exigieron para hacerla. Después de interrogar a cada uno por separado y buscar pruebas por la casa, especialmente en el jardín donde los vehículos habían sido alterados, le aseguraron que investigarían.

Pese a que esperaban el accionar de la policía, Niall continuaba investigando y, aparentemente, más rápido que ellos, había logrado conseguir los videos de las cámaras de seguridad de Maidstone y así obtener el número de placa del auto que se los llevó. Al parecer este estaba a nombre de una tal Taylor Dugan de la localidad de Brighton. Niall aseguró que el vehículo era robado y lo confirmó al encontrar una denuncia realizada en la comisaría de esa misma localidad por el hurto de este hacía dos semanas atrás. Gracias a algunos puntos que Niall tuvo la habilidad de unir, tenía una posible ubicación de dónde podrían tener a Harry y a Donatella, pero, a pesar de que Louis, luego de un agotador cuestionamiento que no llevó a nada y con un arrebatado ataque de desesperación, había estrellado la espalda de Niall contra la pared amenazándolo con que se lo dijera, pero el beta le había dicho que era demasiado peligroso que lo supiera, sobre todo en el estado en el que se encontraba porque haría alguna locura.

Louis se sentía agotado mental y físicamente, ya que desde que Harry había desaparecido, tan solo esa noche había podido dormir unas pocas horas, pero lo despertó el angustiante lamento de su omega. Creyó que moriría de la desesperación y de la impotencia por no poder protegerlo, pero al menos era una prueba de que su cachorrito seguía con vida. Los escenarios en su cabeza eran simplemente catastróficos y no encontraba la manera de frenarlos. No podía dejar de pensar en las cosas que estarían haciendo con él y eso lograba hervir su sangre.

La única que apaciguaba la furia que se apoderaba de él en momentos de ansiedad en que no podía tranquilizarse, era Azul, que lo envolvía con su aroma dando calma y cuando ella lo necesitaba, Louis la arropaba en sus brazos marcándola dulcemente con su aroma protector.

—Papi. —La voz adormilada de su cachorra lo hizo voltear de inmediato hacia ella.

—Princesa...

—¿Qué haces despierto, papi? —preguntó refregando sus ojos.

—No puedo dormir, mi amor... No tengo sueño.

La niña llevó su mirada a las luces azules y rojas que se filtraban a través de la ventana iluminando las paredes de la habitación y luego miró a su padre otra vez.

—¿Estás triste por mami? —Se aferró a su unicornio de peluche mientras Louis asentía—. Yo también... Lo extraño mucho.

Louis cerró un poco los ojos y se sentó junto a la niña.

—Yo también lo extraño mucho... Pero pronto estará con nosotros otra vez. —Fingió decirlo seguro y verse de igual manera, aunque no pudo contener las lágrimas que brotaron de sus ojos al pronunciar esa promesa que no sabía si podría cumplir. Tenía mucho miedo, como nunca antes en su vida.

—Papi, quédate aquí, ya vuelvo —dijo después de unos instantes que había permanecido en silencio. —Sus movimientos fueron tan rápidos que Louis ni siquiera alcanzó a retenerla y se levantó deprisa para caminar detrás de ella—. Yo sé quién es erpexcto en hacer sentir bien a las personas. A mami siempre lo ayudaba a sentirse mejor.

El Camino a casa [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora