⇜Capítulo 18⇝

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Abrió la puerta que lo llevaba al salón principal e inhaló el olor del lugar, sabía a tabaco viejo y a la mezcla de feromonas de la noche anterior. Encendió las luces de la barra para tener algo de iluminación y aprovechó para servirse un whisky y observar el salón. Relamió el líquido en sus labios y le pareció más amargo que de costumbre; este sabía a despedida y a soledad.

Se dirigió hacia el escenario mientras caminaba con tranquilidad observando todo a su alrededor. Recordaba con exactitud la tarde que, con tanta alegría junto a Zayn, eligieron ese lugar para construir su sueño y convertirse en dueños de un club nocturno.

«—Wow, amor... ¡Es hermoso! —exclamó Damiano.

Zayn sonrió y lo sujetó con cariño de su cintura.

—¿Te gusta, tesoro? —preguntó sobre los labios sonrientes del omega».

Esbozó una triste sonrisa que no se asemejaba en nada a la que siempre lucía en los buenos tiempos junto a su alfa. Encendió las luces del escenario y se detuvo en medio de este mirando hacia el salón vacío, el mismo que en la noche inaugural había estado repleto de gente, quienes ovacionaron su show apertura.

«Serás el rey de este lugar, piccolo».

—Tú serás el rey y yo seré el príncipe, tesoro —susurró con nostalgia aquel recuerdo que nunca había podido olvidar.

Ese lugar estaba tan lleno de recuerdos que fue incapaz de retener las lágrimas que comenzaron a brotar de sus ojos cuando comprendió que esa sería la última vez que vería Le Ciel Sale. Había llegado la hora de dejar todo atrás y de reencontrarse una vez más con sus sueños, quizá no sería demasiado tarde para cumplirlos.

Dejó la maleta a un costado del escenario y no pudo evitar llevar la mano a la pared y acariciarla con melancolía.

«—¡Zayn! —La voz de Ian llegó hasta dónde ellos se encontraban.

—Piccolo... —masculló el alfa presionando los dientes mientras comenzaba a llenar al omega.

—¡Damiano! —Escucharon más cerca—. ¡¿Dónde mierda están?!

—¡Quédate ahí! —advirtió el italiano sujetando la cabeza de Zayn quien la había hundido en su pecho. Escuchaba sus gemidos como una melodía que no importaba cuántas veces había alcanzado el orgasmo, le provocaba hacerlo una y otra vez con tal de escucharlo nuevamente.

—Tienen que ir al salón. ¡Ahora!

—Iremos enseguida —avisó el omega—. ¡Vete!

—Esto es increíble... Ellos son los dueños del lugar y solo piensan en coger...

Damiano sonrió al escuchar a su amigo. Zayn levantó la vista y miró a su omega y también sonrió.

—Sei bellissimo, mio piccolo omega —declaró con devoción. Damiano le acarició la mejilla con dulzura mientras lo miraba con adoración, una a la que tenía acostumbrado a Zayn luego de hacerle el amor—. Ti amo con tutta la mia vita, angelo. / Te amo con mi vida entera, ángel.

—Anch'io ti amo con tutta la mia vita, mio bellissimo alfa. / Yo también te amo con toda mi vida, mi hermoso alfa».

No pudo evitar los sollozos que ese recuerdo le provocó, esperaba que las lágrimas limpiaran el dolor que este traía con él. En ese momento deseaba poder ver los ojos de Ian, contemplar la calma que transmitían y luego abrazarlo fuerte, tanto que no lo dejaría irse de su lado y quizá así podría evitar su trágico final. Sin embargo, era conocedor de que vivía de puras ilusiones que jamás se cumplirían, ya que no tenía el poder de resucitar muertos, así como tampoco de revivir el amor tan grande que tuvo junto a Zayn.

El Camino a casa [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora