Una semana después, estaba en una situación que ya había experimentado antes, aunque quizás era aún peor, porque ahora ni siquiera hay un cuerpo que enterrar. Solo veo como gente que ni siquiera conocía bien a mi padre, trata de hablar de él como si sí.
Cosas como "era un gran hombre" o "aportó tanto y le quedaba aun más por ofrecer" son patrañas. El era mi padre, no importaba lo que dijeran los demás que era, para mi era mi padre y mi familia entera, eso era lo que importaba, pero ya no está.
En eso, mientras bajaban el ataúd vacío, sentía como me tomaban de la mano. Tan dulce y cálida que se sentía, que me dio ganas de llorar en ese justo momento... creo,,, que la ultima vez que lloré había sido cuando perdí a mi madre, pero justo ahora... es por mi padre...
La dueña de esa mano me abrazó con fuerzas, Hellen era la única que me quedaba. En ese momento no sabía como reaccionar a su abrazo. Estaba llorando desconsoladamente frente a todos. Quizás esperaban que lo hiciera, pero yo no quería que me vieran... esas miradas de lastima... no quería pasar por lo mismo otra vez.
Los siguientes días fueron raros por decir lo menos. No quise ir a la escuela, Hellen no me obligó, pero si dijo que para el próximo lunes tendría que volver. Durante ese tiempo el teléfono no paró de sonar, ni siquiera eran amigos o familia, sino reporteros y periodistas. Me tocó oí una vez como Hellen los amenazaba por el acoso que sufríamos de los medios.
Después llegó el abogado, Martin, viejo amigo de la familia, aunque no lo conozco tan bien en realidad. Con el fallecimiento de mi padre, entre propiedades y otras cosas, su gran empresa ahora me pertenecía, claro que no podía reclamarla aún por ser demasiado joven, tendría que esperar a mis dieciocho, hasta entonces sería Hellen la que tomaría las decisiones sobre el futuro de la empresa.
Me encerré en mi cuarto hasta el fin de semana. Hellen había estado muy ocupada con sus nuevas tareas como la nueva presidente interina de TelstarTech, así que estaba solo en casa, al menos era así hasta que una simple llamada lo hizo cambiar. Era Alan. De mi grupo era el único que no me había hablado desde el que se dio la noticia, al menos hasta ese momento. Me le quedé mirando al teléfono y dejé que sonara, aunque finalmente contesté de mala gana.
Max: Ho...
Alan: Voy camino a tu casa en bicicleta, más te vale que dejes abierto, no quiero que me alcance la lluvia afuera de tu puerta.
No me dejó siquiera hablar. Tampoco dijo nada más, solo me colgó. En cuanto lo hizo volteé a mi ventana, estaba todo soleado, ni siquiera había una nube medianamente gris. No estaba de humor de nada en ese momento, pero avisé de que vendría a la seguridad y le dejé la puerta abierta como dijo, de lo contrario estoy seguro de que hubiera tratado de entrar por la ventana.
Alan: Hola...
Llegó y ni siquiera pidió permiso de pasar, solo dejó su mochila en el suelo.
Alan: Oye, ordené pizza, no te preocupes, yo pago, me invitas la siguiente. Pensé que podríamos jugar algo afuera antes de que lloviera y luego ver una película o videojuegos en tu sala... oh... también te traje...
Habló y habló y nunca paró de hablar. Su boca se movía tan rápido que no podía seguir su conversación, aún así, jamás mencionó nada sobre el funeral, tampoco me preguntó si estaba bien, ni me miró con lastima. Quizás muchos hubieran pensado que era grosero o no sé, esperarían quizás que por lo menos me diera sus condolencias, pero en verdad, agradecí que no fuera así.
Nos la pasamos jugando con el balón de basketball en el patio con la canasta. Alan presumía de sus apenas 6 puntos contra mis 24 en tiros libres. Después de comer la pizza quisimos volver, pero...
Alan: te dije que iba a llover...
En un par de segundos estábamos bajo la tormenta. El maldito tenía razón. Corrimos devuelta dentro, pero no nos libramos de quedar todos mojados. Después de cambiarnos seguimos en el plan de la película y lo videojuegos.
Todo se sintió tan normal gracias Alan. Mis demás amigos si me llamaron y se preocuparon por mi, pero esa sensación de normalidad que me dio Alan, se sentía reconfortante. Me hizo dar cuenta que no era el fin del mundo y a pesar de las cosas malas que podría pasar, yo siempre iba ser el amigo de Alan y él el mío.
Conforme el transcurso de la tarde, me fui sintiendo mejor, aún estaba triste, pero si con más animo que los últimos días. Ni siquiera me di cuanta cuando la lluvia cesó o cuando Hellen llegó.
Alan: te veo el lunes amigo, cuídate...
Solo se que cuando me volteé ya estaba allí.
Max: ¡Hellen...! (se pone la mano en el corazón) me espantaste...
Hellen: no fue con intención... se veía que se divertían, así que no quise interrumpir, cariño.
Max: S-sí... Alan vino casi sin avisar... jaja... (nervioso)
Hellen se sentó en el sillón y le dio unas palmaditas al lugar junto a ella.
Hellen: tenemos que hablar...
Tranquilamente me senté. Hellen se veía seria, pero tranquila y con confianza. No parecía querer lastimarme o siquiera tener que ponerme incomodo, pero sin duda era una conversación que debería pasar tarde o temprano, fuese como fuese, así que la obedecí sin ninguna extrañes ni mala actitud.
Hellen: Te dejé descansar y que despejaras tu mente, pero debemos hablar... ¿lo entiendes...?
Asentí cabizbajo.
Hellen: En primer lugar debes volver a la escuela, no te puedes quedar aquí todo los días.
Max: Lo sé... de cualquier forma pensaba hacerlo el lunes... solo espero a que la prensa se quite de encima para entonces.
Hellen: eso es bueno. Es la segunda vez que pasas por algo así, así que te programe una cita... con una doctora...
...
eso no me agradó del todo, de hecho me hizo volver a mis ánimos anteriores y mi rostro no fingió estar de acuerdo con la idea.
Max: oh...
Hellen: sabía que no te gustaría... pero sabes que es por tu bien. Me preocupa tu salud.
Hubo algo en su calmada y amorosa voz que me convenció de sus palabras. Me hizo aceptar la idea asintiendo la cabeza y diciendo "está bien".
Hellen: (le acaricia el rostro) las cosas van a cambiar, eso lo sé... pero vamos a estar juntos los dos cariños, te prometo... que seré todo lo que necesites para superar esto y seguiremos siendo una familia tu y yo.
Hellen me abrazó con cariños, mientras yo me forzaba por no llorar y sentirme tan horrible, no solo por mi padre, sino por no decirle el nombre que sin duda se había ganado. Quise... pero las palabras no me salían. Solo me quedé con ella en sus brazos.
En eso un estruendo junto a un flash de luz nos cubrió mientras me daba palmadas para tranquilizarme. La tormenta empezaba a empeorar y... Ahora me pregunto... Si esas nubes grises que llegaron de repente a remplazar el brillante cielo azul... ¿habrán sido un presagio de lo que se venía después...?
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Mi querida Hija
Ficção GeralLa vida de un chico se pone patas arriba después de que su madrastra decida que prefiere una niña.