La Doctora

3.5K 37 3
                                    

La doctora Adler era buena, ella me había ayudado cuando pasó lo de mi mamá. Es amable y le tengo confianza, pero no quiere decir que me guste ir, de hecho, nuevamente intenté convencer a Hellen de que no era necesario, pero esta vez no funcionó tan bien.

Hellen: se que no te gusta, pero ahora no es opcional, no debió serlo desde un principio.... ¡agh...! ¿¡en que pensabas cuando decidiste faltar a clases!?

Max: yo... no lo hacía... perdón.

Solo agache la cabeza y seguí así en camino a la doctora, custodiado por Hellen. Cuando llegamos esperamos en la sala a a que nos atendiera. La secretaria me reconoció, ojala no lo hubiera hecho, dijo que lo sentía y blah, blah, blah... no sé si lo hizo porque había sido paciente antes, o por que vio las noticias... pero que reconociera mi rostro no significa que me conozca, eso molesta.

Una niña salió del consultorio antes de que nos atendieran a nosotros. apenas cruzamos miradas, pero supimos inmediatamente ambos que preferíamos ignorar cualquier interacción humana en ese momento.

La doctora Adler nos recibió con una gran sonrisa como era costumbre en sus consultas.

Dr. Adler: Usted debe ser la señora Anderson... (le da la mano a Hellen)

Hellen no quiso cambiarse el apellido cuando se casó con papá, por lo que seguía siendo Hellen Anderson desde que nació hasta después de viuda.

Hellen: Así es, hablamos por teléfono, creí que... (toma a Max de los hombros) Max se sentiría más a gusto con alguien conocido y supe que ya lo había ayudado antes.

Dr. Adler: claro, recuerdo a todos mis pacientes... ve tomando asientos, mientras yo discuto un par de cosas con tu tutora.

Cerraron la puerta detrás de mi y me senté a esperar. Pasaron unos cinco minutos en los cuales me la pase jugando con mis dedos, en parte por los nervios y los malos recuerdos, otra por aburrimiento y fastidio.

Dr. Adler: Ups... perdón por la tardanza (se sienta en frente de Max) ahora dime Max... ¿Cómo te sientes por volver aquí?

preferiría quedarme callado en ese momento, pero para ser honesto sentí una holeada de malos recuerdos al estar allí...

Max: S-se sis-iente... (se quiebra la voz) como si pasara todo de nuevo...

La doctora me miró con compasión al ver como inevitablemente empezaba a llorar tratando de contener las lagrimas dentro de mis ojos con fuerzas sobrehumanas sin ninguna clase de éxito.

La sesión inicio con eso... tocamos muchos temas algo sensibles, que tenían que tener que ver con mi mamá y otras cosas...

Recordé cuando hacíamos noche de cine los tres juntos, mi etapa obsesiva con los dinosaurios e insistí tanto en ir a ese parque temático solo para terminar llorando por temor al animatrónico de T-rex, o cosas más sencillas como aquellas veces que me quedé sobre su pecho... sin hacer nada más que oír su corazón mientras la abrazaba en las mañanas.

Resultó que los eventos de mi padre habían causado que abrieran viejas heridas, mucho más profundas de las que pensé. Lo que creí que me ya no me afectaba, lo estaba haciendo... y mucho.

Dr. Adler: Se está terminando nuestro tiempo, Max... ¿Qué te parece si hacemos un pequeño ejercicio para acabar...? (le entrega un vaso con agua) tómalo ayudara a relajarte. 

Sentía la boca seca por el llanto, así que si me vendría bien después de tanta deshidratación, así que me la tomo de un solo jalón. Estaba refrescante.

Entonces la doctora puso una agradable melodía en unas bocinas envolventes. No muy fuertes como para retumbar en las paredes, no, sino que acariciaba mis tímpanos con cuidado y la hacia que recorriera todo mi cuerpo.

Ella se puso detrás de mi y habló con cuidado y con una voz calmante. 

Dr. Adler: recárgate y cierra los ojos...

La obedecí, se sentía tan relajante todo ese ambiente...

Dr. Adler: ahora Max... escucha mi voz... y graba estas palabras en el fondo de tu ser... pero no debes recordar nada en cuanto terminemos... asiente si entendiste...


...

















Cuando me di cuenta... estaba en mi habitación... y Hellen solo dijo que me había quedado dormido en el auto y me había colocado en la cama.


Mi querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora