Esteban

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Yo tenía catorce durante ese tiempo. Recién me levantaba cuando escuché a mi papá en su oficina discutiendo con alguien por teléfono.

Esteban (padre de Max): ¡no...! esto no puede seguir así ¿¡me escuchaste...!? ya estoy harto de tus tonterías y cuentos ridículos...

En realidad no había sido mi intención escuchar, pero había dejado la puerta entre abierta. Jamás lo había escuchado tan molesto con uno de sus empleados ¿que habrá pasado?

Hellen: ¿qué haces espiando? (se oye detrás de Max)

Doy un pequeño brinco del susto.

Max: Hellen... (dice más tranquilo)

Ella termina de cerrar la puerta y me mira seriamente con las manos en la cadera.

Hellen: hablaremos después sobre escuchar conversaciones ajenas, ve a prepararte para el colegio mientras.

Asentí con nerviosismo y fui alistarme. Sí algo había aprendido de ella durante este tiempo, es que no hay que hacerla enojar. Es muy amable y amorosa casi todo el tiempo, pero cuando se enoja de verdad, es peor que Darth Vader y Lord Voldemort trabajando juntos.

Después de desayunar fui al colegio con mi uniforme.


Hellen iba a llevarme después del desayuno, pero mi padre se opuso por alguna razón

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Hellen iba a llevarme después del desayuno, pero mi padre se opuso por alguna razón. Fue raro, Hellen insistió, pero mi padre lo hizo aún más y finalmente ella cedió. Yo no me opuse, no vendría mal pasar un rato extra con el.

Esteban: Gracias a un problema en el trabajo Hellen, tendré que salir y quiero... ¡y voy! a pasar un rato ¡con mi hijo...! antes de irme.

Fue el argumento con el que ganó la discusión. Sonó molesto, seguro por lo que sea que halla sucedido, pero al parecer Hellen tuvo que pagarla también. Quizás fue la única vez que le escuche levantare la voz a ella de esa forma.

En el auto estuvimos hablando un buen rato, ahora no recuerdo exactamente de qué. Quizás del equipo de fútbol, cosas de la escuela y del trabajo en su caso. Casi nada relevante en realidad. Si dijo algo importante durante esa conversación, lamento decir que lo olvidé. Pero si hay algo que tengo muy en claro... evitó toda conversación sobre Hellen.

Finalmente llegamos al colegio. Quizás el mejor del país, además de los más caros. Desearía decir que tengo suerte de venir aquí, pero sería demasiado injusto, pues fue el esfuerzo de mi padre lo que me tenía aquí. El merito no era mío, pero no se lo voy atribuir a una fuerza invisible y sumamente conveniente para dar excusas.

Esteban: oye, Max... hay algo que necesito que hagas por mi...

Max: claro... ¿qué, padre...?

En eso me entregó una especie de tarjeta en blanco en la palma de mi mano,  tan pequeña como la tarjeta de una cámara, con una cadena plateada y delgada que se podía usar como un collar.

Esteban: ¿recuerdas cuando niño que jugábamos al tesoro escondido...?

Yo asentí con extrañeza. no entendía que tenía que ver con eso.

Esteban: quiero que guardes esto... y que nadie sepa que lo tienes.

Max: seguro, pero...

En eso no me dejo decir nada, interrumpiéndome con un abrazo. No tenía nada en contra, incluso  se lo devolví, pero fue muy abrupto. 

Estaban: te quiero hijo... ten buen día en la escuela.

Me puso la mano en el hombro y yo me despedí para ir con mis amigos del colegio. Solamente alcé mi mano igual que él por el interior del auto y seguí caminando para iniciar lo que me quedaba por hacer durante el día.

A diferencia de él, que no paró de voltear y verme a lo lejos mientras me perdía entre tantos uniformas, yo jamás mire atrás. Claro que en ese momento no sabía que sería la ultima vez que lo volvería a ver.

Mi querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora