Sinceridad

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Alan: sabes que tienes que hablar, verdad?

Alan no había dicho nada en días, ni yo tampoco. Llegó a cruzar por mi mente en que no había visto nada o que lo que pasó solo fue un sueño, no importara cuan ridículo sonaran esas ideas, preferí tratar de creerlas, pero la conversación inevitable llegó.

Alan: no juzgo, ni tampoco pienso decir nada, pero no finjas que nada pasa.

Y justo ahí estaba con la cabeza hacia abajo. Encontró la primera oportunidad de estar los dos solos para bordarme el tema. Un nudo se hacía en mi garganta que me impedía hablar, iba a admitir lo que había hecho y eso... me daba mucho miedo.

Max: y-yo... no lo sé... 

murmuré con mi voz temblando.

Alan: ¿Cómo no vas...?

Max: ¡es en serio, no lo sé!

Me sobre exalté en el momento e inmediatamente voltee a todos lados con temor a que alguien me halla escuchado.

Alan: bien... (preocupado) ¿por que no me explicas y ya? porque... no te entiendo, bro.

Volví a agachar la cabeza y me limpie unas lagrimas que estaban a punto de brotar.

Max: y-yo... es que... no se que me pasa... (empieza a moquear) siempre digo que voy a parar, pero... no puedo.

Alan me miró tratando de comprender mi posición.

Alan: no quiero que te ofendas o te sientas incomodo por lo que voy a preguntar.

Sonó a como si me pidiera permiso, a lo que asentí con poca confianza, pero era confianza al fin de cuentas.

Alan: ¿quieres... ser una chica?

Max: ¡no!

Exclamé tan rápido como la simple idea me sonó absurda, pero mi rostro se llenó de dudas con menos de un par de segundos con la idea circulando en mi cabeza.

Max: ¿s-sí? tal vez... ¡no lo sé! ¿¡como sabría algo así!?

Alan: Muy bien, relájate en serio que no tiene nada de malo.

Max: aaah... (exhala tratando de calmarse como pidió)

Max: esto... es muy extraño para mi.

Alan: si lo creo... ¿no haz hablado de esto con alguien más?

Max: no... la verdad no planeaba hacerlo... ni siquiera a ninguno de ustedes tres... o a Hellen.

Alan: ¿y tu doctora?

No era ningún secreto que iba a con un loquero.

Max: no... (cabizbajo)

Alan: deberías... tal vez te ayude a ordenar mejor las ideas.

Max: quizás...

Algo me dio mal sabor de boca, pero en general pensé que tendría razón Alan. Tal vez sería buena idea. Así que la próxima visita, se lo comenté. Con desconfianza y temor al inicio, pero una vez empezado, no pude parar y terminando en lagrimas. 

Después de esa sesión, sí... definitivamente me sentía mejor.

Mi querida HijaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora