Abbygail Laungmoon nacida en una cuna de oro, siempre obtuvo lo que quería y a pesar de ello era una persona con un corazón noble y amable, siempre tuvo una buena relación sus hermanos y con sus padres, se podría decir que tenía la vida soñada...pe...
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Estaba tan aburrida, y eso que no había transcurrido mucho tiempo desde que Damon y el conde se fueron, había pensado en ir a la biblioteca a leer, pero no tenía tantas ganas de quedarme en la casa el día de hoy, sabía que le había dicho a Damon que no saldría a cabalgar, pero es que no tenía nada más que hacer, Beth estaba dormida y mi madre en alguna habitación tejiendo o leyendo.
Me dirigí a la puerta y le pedí al señor Thomas que le diga a algún capataz que preparara a mi caballo que iría a pasear por el bosque ubicado detrás de la casa.
-gracias.- dije al capataz y montándome al caballo comencé a cabalgar hacia el bosque el camino era el mismo que tomábamos juntos cuando queríamos desconectarnos del mundo.
Avance hasta un pequeño lago que conocía, deje el caballo atado a un árbol y me dispuse a quitarme el vestido para luego sumergirme en las aguas cristalinas de este, el agua estaba tan tibia que invitaba a no querer salir jamás, nade hasta cansarme y olvidarme de todo y de todos.
Luego de un rato pensé que era suficiente por este día y me senté a la orilla a pensar en todo lo ocurrido esa mañana, es decir no entendía lo que me pasaba cada vez que veía a ese hombre, él alborotaba cada una de mis hormonas, con solo pensar en el sentía un hormigueo que se extendía por todo mi cuerpo.
Mi pensamiento se vio interrumpido por el sonido de un trueno, mire hacia el cielo y divise que las nubes que había anunciaban una tormenta, cogí con rapidez el caballo y me dispuse a regresar inmediatamente a casa antes de que la tormenta empiece, claro está que la suerte no estaba a mi favor este día.
Los truenos iban intensificándose y la lluvia hacia comenzando a caer de forma espantosa y hacia borrosa mi visión no me percate del rumbo que había tomado y por más que veía alrededor gracias a esta lluvia no encontraba nada conocido, me estaba desesperando cuando de repente sentí un estruendo a pocos metros y a causa de esto el caballo prácticamente me tiro de si, caí impactándome contra un árbol, trate de levantarme pero el cuerpo no me respondía y vaya nunca creí que iba a terminar así, morir de esta manera debe ser lo más triste, mientras el cansancio me estaba haciendo pensar bobadas sentía que los ojos se me cerraban y entonces lo último que vi fue una sombra corriendo hacia mí, después de eso todo se puso oscuro.
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