Capítulo 4

234 16 0
                                    

Dios, me duele muchísimo la cabeza, ¿cómo puede dolerme tanto?

Me despierto por los rayos de sol que entran por la ventana, abro poco a poco los ojos.

Espera, esta no es mi habitación. Me levanto rápidamente y empiezo a observar mi alrededor.

No me suena de nada esta habitación, por dios ¿dónde estoy?

Cojo corriendo mi móvil de encima de la mesita de noche y empiezo a llamar a Tracy, en cambio, ella no contesta.

No sé donde estoy, ¿y si me han secuestrado?, no recuerdo nada de anoche, solo el acto de Jake, puto psicópata de mierda. Luego comenzamos a beber, pero no recuerdo nada más.

Vale, estoy decidida a salir por la puerta e intentar llegar a la salida sin que nadie se de cuenta.

En ese instante me doy cuenta que no llevo puesta la ropa que llevaba anoche, si no que una camiseta grande que me llega hasta los muslos, huele a colonia de hombre.

Cojo mi ropa de ayer, con el vómito incluido y me salgo de la habitación. Voy bajando lentamente las escaleras sin hacer ruido.

Vale, para llegar a la salida tengo que cruzar la cocina, y creo que hay alguien allí

Vale, si me pilla digo que anoche me emborraché, perdí el conocimiento y sin saber como , llegué aquí

Cruzo lentamente la cocina pero antes de abrir la puerta de la salida escucho como alguien carraspea, me doy la vuelta mirando hacia bajo, no quiero mirarle la cara a quien sea que esté ahí, que vergüenza.

—-Yo..lo siento..ayer me embo...

-—¿otra vez tú?

No puede ser, ¡otra vez Jake!, ¿pero qué te he hecho diosito?

Miro hacia arriba y me encuentro a Jake con el pelo despeinado, con una camiseta como si tuviera tirantes y unos pantalones grises de chandal, sigo la mirada a cuando se pone la taza de café en los labios y después se los relame ¿cómo puede estar tan bueno?, lo malo es que es un auténtico gilipollas.

Resoplo.

-—Dios, ¿por qué con la de chicos que hay en Canadá me tengo que encontrar otra vez con este auténtico gilipollas?

-—Me pregunto lo mismo.

-—Mira, yo ya me i...-— Me corta, y veo que me está mirando de arriba abajo, frunce el ceño.

-—¿Llevas puesta mi camiseta?

—-¿Perdón?-— deja la taza de café en la encimera y se acerca a mi lentamente.

-—Si, llevas mi camiseta-— Me ruborizo y aparto la mirada.

-—Ya te dije, no me acuerdo de nada.

-—Pues vas a tener que ir recordando, por que me vas a tener que explicar como carajos has llegado a mi casa y estas con mi camiseta.

Holaa lector@sss

Voy a empezar a acortar los capítulos para que no se os haga tan pesados

Espero que os gustee, bayy

La Primera Melodía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora