La brisa se convierte en fuego

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-La brisa se convierte en fuego cuando le soplas muy fuerte, ¿sabes?.

William habia escuchado éstas palabras en el pasado pero no lograba recordar donde ni cuando, intentaba concentrar su memoria, al parecer sin resultado.
-¿Vez a aquel hombre que se encuentra allí?_ preguntó el hombre que aún no podía reconocer.
-Si, lo veo.
-Le voy a disparar_ Dijo aquél hombre, con orgullo como si matar fuera la mejor acción, y el placer que le daba sentido a su vida.

Entonces Will recordó quien era él, aquel hombre de apariencia afroamericana, de voz gruesa y mirada penetrante. Aquello extraño en su mirada ya se volvía obvio, asi que de inmediato se lanzó sobre él para desarmarlo pero era ya demasiado tarde, no tuvo el tiempo suficiente para actuar, y aunque lo hubiese tenido, su enemigo era en apariencia mucho mas fuerte que él. La bala ya habia impactado en aquel hombre, que parecía estar saliendo de un momento difícil, y ahora estaba muerto en el suelo, donde la sangre sería como abono para las plantas de la oscuridad, y fertilizante para el ego del asesino. El científico nunca imagino que morir se encontraba en el plan de su destino, y menos para sus investigaciones. La muerte igual termina lo que empieza.

-Mi nombre es Lance_ dijo el hombre que apoyaba el rifle en su hombro.

2 Meses Despues:

-Siento mis pies bastante fríos, e incluso mi cabeza y manos, parece que mis
dedos fueran trozos de hielo_ le dijo Mitchell a Will.
Ya él no sabía que hacer para detener los dolores de la niña. Intentó con agua, pero estaba fría y no podía calentarla, intentó dándole su camisa, pero el tenía casi tanto frío como ella, el unico consentimiento que podía darle era verbal, ya que la situación no era nada apta para poder brindarle su ayuda.

-Vamos Mitch, soportalo un poco más, ya verás que Nathan volvera pronto por nosotros_ decía Will sin saber tan siquiera si su amigo regresaría algun día. Mientras la pequeña gritaba de dolor en el suelo frio de la prisión donde se encontraban, Will solo podía observar y sufrir de dolor al verla así en esa situación.

William mantenía un perfil bajo, mientras captaba todos los factores que podría utilizar para su huída junto a Mitchell a algún lejano lugar en el Sur.
La habitación donde se encontraban desde hacía varios meses era tan solo un pequeño espacio de 4x4 metros donde apenas podían estirar sus piernas para reposar luego de la severa rutina diaria a la que eran sometidos.

Michell despertó, apesar de que ya creía estar despierta, tomó deprisa aquel vaso donde guardaba un poco de agua que pocas veces lograba conseguirr en aquel lugar abandonado por la esperanza.

-¿Quieres Will?_ preguntó ella intentando que su amigo recuperara un poco de alegria.

De nuevo abrieron la celda, entraron aquellos militares con ropas blancas manchadas de sangre, y detrás de ellos deambulaba aquel maldito de Lance,
comandante de las Fuerzas Especiales a cargo detodo este laboratorio donde ademas de Will y Mitch, tambien eran muchos más los gritos que aterrorizaban en las noches.
Mitchell siquiera intentaba luchar contra ellos como lo hacia en aquellos primeros días de retén. Hoy y mañana nada más podia llorar y sufrir pero no luchar, ya era imposible para ella.
Almenos puedo decir que Will era perseverante y su corazón era guerrero, él solo esperaba el momento correcto para actuar y dar el golpe.
Mientras a Mitch se la llevaban en la camilla donde en unas horas tambien lo
llevarían a él, lo unico que podia hacer era mirar como la pequeña se marchaba
con lagrimas en sus ojos, alzando un poco su mano, como si talvez esta sería la
última ocasión que verían sus rostros.

No tengo certeza de cuántas personas se encontraban allí en aquel enorme
laboratorio liderado por el gobierno, ni tampoco de las pruebas en humanos que
alli realizan; una unica cosa podré decir, debemos entrar por ella_ decía una voz
desconocida desde afuera de los muros, una sombra rodeada de hombres a su
orden esperaban el momento para entrar.
Quizá Mitchell tiene más amigos de los que conozcáis.
Mientras tanto en el laboratorio :
-Bájate esos pantalones, pequeña_ gritaba Lance a Mitchell, esperando complacer
su deformada vida, sucia y oscura.
Will se encontraba tan desesperado como aquella vez que viajó al planeta oscuro,
pero era peor el miedo que sentía en su corazón por no volver a ver entrar a
Mitch en aquella celda donde almenos lograban hacerse un poco de compañía...
Tomó el sorbo de agua que la niña había dejado en el vaso y lo bebió con tanta
pasión que sintió como si su garganta fuese a explotar.
-Maldita zorra, se cree muy sabia la pendeja esta con su pelito rojo y esos
pantalones horribles y sucios_ decía Lance mientras... (me duele decir esto pero)
violaba a la pobre de Mitch.
Aquel bastardo era un pedófilo que aprovecha de la situación y se daba sus
estupidos gustos de lujuria gracias a su poder gubernamental.
Luego de saciar su sed sexual tras varios minutos con Mitchell, Lance decidió
comenzar con la tortura...
Y hasta este momento, el motivo por el cual Lance hacía lo que hacía era todo un
misterio para mí, ya que no recuerdo que la niña le hiciera algún mal en el pasado
para yo poder definir si era por rencor, odio o alguna otra razón, mas lo unico que
logro recordar fue aquel mínimo encuentro en la Catedral de St. Louis...
-¿Recuerdas mi rostro de aquel día en la Catedral?_ Preguntó Lance, mirando a
Mitch con odio, mientras ella solo podia hablar y ver, debido a las ataduras en sus
manos y pies.
-¡No, ya te e dicho mil malditas veces que no recuerdo tu estúpida cara!_ gritó
ella muy molesta y cansada.
-Esos no son los modales que una niña de tu edad debe tener, creo que deberías
calmarte un poco.
Además no estás en posición de querer burlarte de mí_ Lance pone su puño en el
cuello de Mitch.

La Mancha En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora