Una visita a la Estación del S.O.S

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Sentían que estaban a punto de encontrar el final de aquel túnel, pero Mitchell no pudo más, sintió miedo en aquella inmensa oscuridad desconocida, comenzaron a escuchar de nuevo explosiones muy potentes callendo a lo lejos y decidieron regresar al salon principal.

Cuando llegaron allí, los sorprendieron varios agentes del gobierno que vestían unos llamativos trajes negros y lentes más oscuros todavía, alzaron sus manos a disposición de las armas que los apuntaban, y así fueron encaminados hasta la salida de la Catedral.

Se sentaron en unas pequeñas sillas desplegables que habían colocado los agentes afuera del lugar formando varias filas, comenzaron sofocando a las personas que se resguardaban en el templo, expulsandolas a tirones y forcejeos entre ellos.

Habían cesado los ataques pero las interrogaciónes que los federales del gobierno hacían a todos los presentes eran un tanto incomprensibles e incómodas.

-¿Cual es tu nombre?_ preguntó uno de ellos a Will.

-William Thare, teniente de operaciones especiales, a su servicio.

Uno de los agentes se encontraba en una mesita, sobre ella tenía la laptop de uso gubernamental utilizada para investigaciónes de este tipo.
Comenzó a digitar de manera casi autómata en el teclado, buscó en el registro civil y anotó toda la información sobresaliente de Will en una pequeña nota, se la entrego al agente a cargo del interrogatorio y continuó digitando.

-La brisa se convierte en fuego cuando le soplas muy fuerte, ¿sabes?_ dijo este hombre mientras leía la nota de papel.

-¿Disculpa?_ contestó William mirando al agente con indiferenciay confundido.

-Así es, tu esposa murió en este lugar, según el registro de seguros por muerte tu debiste cumplir 8 años de prisión preventiva; ¿o me equivoco?

-Lo siento amigo, pero ese caso ya fue resuelto y los cargos también se retiraron_ dijo Will.

Miro a Mitch, y ella a él...
Los dos habían estado juntos ya suficiente tiempo como para no haberse contado algo así, talvez no mucho tiempo pero sí el suficiente.

Mitchell se alejó unos centímetros de él, mirándolo con precaución y un obvio miedo preventivo.

Jamás le haría daño a nadie_ le dijo a la niña tocandole el hombro para intentar que ella no tuviera falsas ideas sobre su integridad.

-¿Cómo murió tu esposa?_ pregunto el agente que se notaba, tenía una gran seguridad sobre sí mismo.

Will miró al suelo, contó la cantidad de hormigas que subían a su zapato, subió su rostro y no contestó absolutamente nada al respecto.

El agente a cargo miró al hombre y a la niña casi al mismo tiempo, tomó un respiro, como si de su trabajo estuviera cansado, hizo un rapido chasquido con sus dedos y señaló la camioneta(también negra) a la cual los obligaron a entrar en un santiamén.

Una vez adentro todo significó el fin.
Será esta la ultima vez que nos veremos, pensaron ellos.

-¿Will?, ¿tu mataste a tu esposa?_ pregunto Mitchell al mirarlo ahí sentado con los ojos adoloridos.

-No cariño, fue la niña que lleva la flauta.

¿Y ella quien es?_ insistió Mitch.

-No lo sé, no lo sé... y quizá nunca lo sabré_ dijo William bastante triste al respecto.

La camioneta siguió su curso, viajo entre muertos y desamparados, se detenían mientras edificios caían en la cercanía, pero continuaban hacia la incertidumbre, a aquella estación vacía y sin alma que el gobierno había construido con los pocos recursos que quedaban; allí entre los escombros de una ciudad moribunda y sin esperanza.

La Mancha En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora