Rosas color vino

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Perot no comentó nada al respecto, mas sí comenzó a dudar de todas las cosas
extrañas que estaban sucediendo desde la llegada de esta chica.
-Dejame ir a traer algo de comer, tú siéntate aquí e intenta hacer una fogata o
algo parecido_ dijo él.
Mitchell lo miró y sonrió, mientras él solo se alejaba.
-No te alejes mucho_ gritó ella mientras se arrodillaba para juntar unas ramas.
-Pssst, hey, amigo, estás loco al estar con esta asesina en medio del bosque.
-¿Quién anda ahí?_ gritó Perot, intentando amenazar con la rama que llevaba en
su mano.
Pero no había nadie allí.
-Soy tu amigo, Perot, ¿acaso no me recuerdas?
-Exacto, no te recuerdo, sál de donde sea que te ocultas y muestrame quien eres.
¡Ay! ¡Ay! Mi querido amigo Perot, cada vez te veo un poco mas psicótico que la
ultima vez. Vé y matala antes de que ella lo haga contigo, esa niña es una
desquiciada, una maldita loca asesina_ gritaba la voz de dudosa procedencia.
- Déjame en paz, tú nisiquiera sabes por todas las cosas que hemos pasado_
decía Perot mientras tapaba sus oídos con ambas manos.
Mitchell se sentía muy feliz, y por primera vez en su vida parecía que comenzaba
a enamorarse de alguien.
Bueno, ya saben, no era amor, se podría decir que era algo muy parecido a esa
primera ilusión de adolescente.
-Dejaré esto por aquí para Perot, talvez le gusten_ pensaba Mitch, colocando en el
suelo las rosas color vino que había encontrado en el pastizal cerca del rio.
En ese momento se acercó Perot, saliendo de entre los matorrales, y acercándose
con varios peces en su mano y una vieja navaja en la otra.
-Te toca a tí quitarle las escamas, soy buen pescador, pero odio lo baboso de sus
escamas.
-No sabía eso, me sorprendes cada vez más_ contestó ella, tomando los peces de
la cola y poniéndolos en el puño de hojas que había en el suelo.
Perot decidió sentarse, y sin percatarse de las rosas que su amiga había recogido
para él con mucho cariño, puso sobre estas su trasero. Por supuesto que brincó al
sentir las enormes espinas de las ramas.
-Te lo dije bastardo, esta perra te quiere matar, apuesto mi vida a que eso tenía
veneno_ decía la voz interior, mientras que Perot solo se quedaba mirando las
rosas como un idiota.

-¿Estás bien?, lo siento, no pensé que fueras a resultar herido con las rosas, las
e recogido para tí pensando que sería un lindo presente; agradeciendo por estar
conmigo, pero creo que talvez no es el momento_ decía Mitch, tomando deprisa
las flores y lanzandolas lejos de su amigo para evitar dañarlo de nuevo.
-No pasa nada Mitchell, tranquila, fue mi error, por no percatarme del detalle, aún
así te lo agradezco mucho.
Pasaron algunas horas para que la mancha se colocara en medio del cielo
despejado, dando aún más oscuridad a la noche tenebrosa del bosque.
-¿Crees que hicimos bien en alejarnos del campamento?_ preguntó Perot.
-Fue la mejor decisión que pudimos tomar, ya deberías saber que el enemigo
está tras nosotros.
-Talvez querrás decir: Tras de tí.
-¿Entonces quieres decir que estoy sola en esto?
-No, eso no fue lo que quise decir, ya sabes que puedes confiar en mí, pero...
¿Yo puedo confiar en tí?
Mitchell encontró su momento de paz, sabía que su corazón lo pedía a gritos, y
justo cuando Perot la invadió con esa pregunta, ella decidió contestarle con ese
beso que durante todos sus pocos años de edad se habia guardado para la
persona indicada, aunque fuera difícil para ella recordar lo que Lance había hecho
con su dignidad. Acercó su rostro al de Perot, quien sin dudarlo accedió.
Un fuerte suspiro de Mitchell se mezclaba con el viento y el crujir de los arboles,
dando paso a las sonrisas en sus rostros jóvenes y enamorados.
-Claro que puedes_ susurró ella, mirándolo directo a sus ojos.
En la Base militar, cerca de la Catedral:
-Entonces volviste a caer en la cueva del León_ decía Lance, caminando
prepotente frente a la niña.
-Creo que me confundes con otra persona.
-No creo que sea así, Mitchell, tú sabes que yo te conozco muy bien.
-Mitchell es mi hermana, imbécil, y sueltame ahora si no quieres terminar
más muerto que los Duyus de Alfa Centauri.
Lance alzó su mirada por un segundo...
-Capitán, traigame el baúl de la niña, creo que esto se va a poner muy bueno.

-Existía hace algún tiempo, una hermosa ciudad cerca de los Galápagos en las
afueras de Nith, allí habitaba una leyenda sobre una niña que visitaba a su abuelo
fallecido por las noches, y aquel que alcanzaba a verla podría morir... _ Lance se
detuvo un momento a pensar_ oye, déjanos solos un segundo_ dijo al soldado que
lo acompañaba.
El soldado salió del interrogatorio y decidió esperar afuera.
-Ya sé que no eres Mitchell, créeme, la conozco muy bien.
-Entonces dime que necesitas de mí.
-Tu y yo muy bien sabemos que la Tierra no puede ser destruida, y si acaso fuera
así, quiero estar fuera de este planeta para entonces.
-Lo siento Lance, pero no hay nada que yo pueda hacer por evitarlo_ Mientras
acomodaba su vestido largo un poco incomoda.
-Entonces no te molestará saber como nos conocimos tu hermana y yo...
Y ponte algo de ropa mas cómoda, iremos a pasear a un lugar muy especial.
Mientras, en un bosque lejano:
Mitchell aún sentía la provocada idea de besar los labios de Perot, quizá deseaba
hacerlo varias veces, y talvez cometiera un delito para sus sentimientos al no
hacerlo pronto, pero en el fondo sabía que no existía otro lugar donde quisiera
estar.
Perot, por otra parte, estaba deseando correr hacía lo infinito del bosque y no
volver nunca para contarlo.
- ¿Quieres contarme que tenía ese baúl que tanto deseabas mostrarme?
_preguntó Perot.
Mitchell tomó asiento a su lado, justo ahí en el pasto húmedo que la brisa del río
mantenía siempre con frescura, intentó sostener la mano de su amigo pero él no
se lo permitió.
Mitchell suspiro...
-Sabes Perot, sé muy bien la confusión que invade tu mente respecto a lo que
pasó con tu hermano, pero sabes que no tuve nada que ver con ese suceso.
Me siento muy mal por lo sucedido, y nada de esto hubiera pasado si yo no
estuviese aquí, aun así, eso no me hace ni más ni menos responsable, así que te
pido disculpas por todo.
Perot quedo anonadado y un poco confundido pero no dijo nada.
-Mira_ dijo Mitch, mientras bajaba su camisa un poco para mostrarle lo que tenía
incrustado en el pecho_ esto es todo lo que necesitan de mí, y los hombres que me buscan, harán lo necesario por arrebatarmelo, su nombre es Flor, y de esto
depende nuestro futuro, así que solo espero estés a mi lado en esta travesía.
-Lo siento Mitch, pero no es eso lo que deseo_dijo Perot mientras observaba el
simbolo Arcano que tenía tallado el talisman.
Perot tomó el cuchillo que ocultaba en su bolsillo desde hace cierto tiempo, y se lo
clavó a sí mismo en el pecho, directo en el corazón.
-¡Nooo!_ gritó Mitchell con desesperación_ ¡No me hagas esto Perot!
¡Yo te amaba imbécil!
El suicidio fue una buena opción en ese momento, ademas ¿Qué motivos tengo
para seguir adelante?_pensó el.
Pasaron pocos segundos para que finalmente el chico muriera desangrado en el
suelo que ahora se encontraba aún más húmedo.
La pequeña Mitch entró en pánico, la sangre recorría sus manos, manchando su
rostro y su ropa de rojo; corrió hacia la nada, donde su destino menos le
importaba, encontró el acantilado que tanto buscaba y se lanzó como un arco
lanza una flecha.
No le importaba nada de lo que podía encontrar en el futuro, su deseo por morir
eran tan inmenso, era aún mayor que aquel deseo por besar a quien alguno vez
creyó amar, y justo antes de tocar el suelo, se desmayó.
Desperto varias horas después, acostada en el suelo, recordó que había decidido
morir, miró hacía arriba para verificar que efectivamente se había lanzado....
-Mierda, este maldito amuleto salvó mi vida_ dijo con furia, intentando quitárselo
con las manos.
Pero el dolor era tan grande que sabía, no podría soportarlo.

La Mancha En La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora